Antes de 2008 todo parecía de color de risa. La palabra crisis se asociaba más a un estado mental que a la economía, y todo el mundo se creía las promesas de los políticos y los bancos. Hipotecas, intereses bajos, coches, segundas viviendas… todo estaba dentro de una ruleta que se paró de golpe. La ‘recesión’, como la llamaron con un eufemismo terrible para no decir la temida palabra, había llegado para quedarse, e iba a afectar a todos, por supuesto a los más humildes, pero también a aquellos que pensaban que estaban a salvo de todo.

Casi todo el mundo agachó la cabeza y aceptó su mala suerte, pero hubo un grupo de mujeres que decidieron vengarse del sistema, un sistema que estaba amañado y del que fueron peones que cayeron pronto. Las bailarinas de striptease que presenta la película Estafadoras de Wall Street son reales, y las encontró Jessica Pressler para un artículo del New York Magazine que revolucionó a todos.

Estas mujeres de barrio, extranjeras y de clase baja que habían ido a Nueva York pensando que iban a comerse el mundo, y lo consiguieron durante unos años, cuando los banqueros babosos de Wall Street iban a satisfacer sus mentes calenturientas con sus bailes. Podían ganar 1.000 dólares en una noche, y cuando ellas caen las primeras deciden que ellos tiene que pagar por lo que las hicieron. Esta trama podría haber caído en las manos equivocadas en un thriller sin garra, un Ocean’s eleven con mujeres que bailan sensualmente en una barra. Miedo da pensar también en el tratamiento que hubiera dado un hombre a sus actuaciones.

La recomendación de la semana: Estafadoras de Wall Street Silvia P. Cabeza

Por suerte ha sido Lorene Scafaria la que se encargó y convirtió Estafadoras de Wall Street en un relato vibrante sobre la crisis y cómo se ceba con los de abajo. Con las mujeres trabajadoras. También a ellas las critica. Una vez entran en el sistema se convierten en lo que habían criticado, en esos hombres de Wall Street que se olvidan de dónde vienen. Una historia que en su mirada femenina habla de sororidad y empoderamiento.

No fue fácil para Scafaria levantar este filme, como reconoce en una conversación con EL ESPAÑOL: “Sí, fue muy difícil, primero porque estaba en esa línea sobre lo que era moral y lo que no, pero yo quería contar cómo habían llegado a esa situación. Mucha gente pensaba en estos personajes como productos, algo que nunca ocurre con personajes masculinas, pero a ellas se las juzgaba por dónde venía y no por otras cosas. Se las ve como trabajadoras sexuales, y se las juzga, pero yo creo que son mujeres empoderadas que tienen el control de su cuerpo. Yo no las juzgo por lo que hacen para ganarse la vida, pero sí que tenía miedo de que la gente no lo entendiera”.

Leyó el artículo en el New York Magazine y rápidamente supo que ahí había una película, así que empezó a pensar en el guion y lo llevó a una productora y finalmente le ofrecieron dirigirlo. Para ella era una oportunidad para “explorar y hablar de las relaciones entre género y capitalismo”, pero también del “sistema de valores y la hermandad de esta historia de amistad que también era un drama criminal muy interesante”. Para elle ese club está regido por las mismas reglas que mueven el mundo, y ahí está el poder de su película. Un sistema “que premia la avaricia, el poder, el éxito” y que provocó una crisis que para la directora puede ocurrir de nuevo.

Lorene Scafaria junto a Constance Wu en el rodaje. Diamond Films

Una de las sorpresas del filme es Jennifer López, que da vida a Ramona, líder de la banda y que cada vez que entra en escena hace que el mundo se pare. Scafaria confiesa que cuando escribió el guion prefirió no pensar en nadie, pero que cuando le dieron “la labor de dirección ya fue obvio que Ramona era Jennifer y Jennifer tenía que ser Ramona, no tenía una segunda opción, así que se lo mandé rápidamente y rápidamente dijo que sí, y fue genial que se metiera en algo tan arriesgado”.

La crítica pide la primera nominación al Oscar para la actriz, que también baila en la barra en unas escenas coreografiadas y cuidadas en las que Lorene Scafaria subraya que siempre tuvieron control de cada corte y cada plano. “No había nada de que avergonzarse ni nada que esconder sobre su trabajo, ellas muestran allí su poder y su control”, zanja mientras reconoce que está sobre pasada por cómo “la gente ha conectado” con una película que ha superado los 100 millones de dólares en la taquilla de EEUU y que “ha generado conversación”. Una compensación al esfuerzo de esta directora y guionista que supo ver y contar la historia de estas mujeres que se vengaron de los banqueros babosos.

Noticias relacionadas