Se trata, quizá, del estreno más esperado de los fans de la saga Terminator. Esta vez, la nueva película que llega a los cines el 31 de octubre en cines, no se trata de una secuela futurista: ocurre inmediatamente después de la entrega de Terminator 2. La historia, empero, comienza en el episodio uno donde Sarah Connor, a quien da vida Linda Hamilton, recibía la visita de un cyborg del futuro, interpretado por Arnold Schwarzenegger. El propósito del androide era acabar con la joven camarera puesto que en un futuro daría a luz a John Connor, héroe de La Resistencia de la especie humana.

El director británico James Cameron se arriesgó con una historia de ciencia ficción con saltos en el tiempo, un elenco prácticamente desconocido hasta el momento, solo 6 millones de dólares de presupuesto y una heroína de protagonista en 1984. "Estamos viendo más mujeres fuertes ahora. Espero que esto no sea una moda y sigamos pateando culos", opina Hamilton sobre las nuevas producciones con protagonistas femeninas. El resultado de Terminator fue todo un éxito y el director repitió con Hamilton y Schwarzenegger siete años después con Terminator 2: el juicio final. Ahora, Cameron, de la mano del director Tim Miller, ha decidido volver a contar con los mismos protagonistas para mantener la esencia de los primeros filmes. "Lo que faltaba era una historia de personajes que importaban al público. Puedes traer los efectos especiales que quieras pero si no tienes unos personajes que amas no vale de nada", declara a EL ESPAÑOL y a demás medios Linda Hamilton.

La estrategia que emplea Miller en Terminator: Destino Oscuro es similar al primero de los filmes. Es el año 2022 y un nuevo Terminator, Rev-9, viaja desde el futuro para acabar con Daniela Ramos, quien es interpretada por la colombiana Natalia Reyes y pertenece a una familia humilde amenazada económicamente por el reemplazo de la mano obrera por el progreso de las máquinas. Pero el motivo real de por qué Ramos es el nuevo objetivo de los cyborgs no es el que en un principio uno se piensa y esta incógnita se convierte en el punto de inflexión del largometraje. Por hacer un paralelismo, quien sustituye la figura de John Connor en la nueva película es Grace (Mackenzie Davis), mitad humana mitad androide, cuya misión es proteger a Daniela gracias a la ayuda de la ya veterana Sarah Connor.

Tráiler de 'Terminator: Destino Oscuro'.

Y es que este homenaje a las antiguas películas no podía olvidar el contexto social actual. De esta forma, Miller ha querido que la trama transcurra entre México y los Estados Unidos y hasta Sarah Connor tratará de cruzar la peligrosa frontera de manera ilegal para ser detenida e internada en un campo junto a los demás inmigrantes. "Éramos conscientes de la sensibilidad de un tema que se debe solucionar", explica la actriz de 63 años aunque hace hincapié en que la intención de la película no es transmitir un mensaje político.

Película para 'adultos'

El regreso a sus raíces no solo se ha plasmado en la similar trama de Terminator: Destino Oscuro respecto a la primera entrega. En España la película ha sido catalogada con la clasificación R, algo que no ocurría desde Terminator 2. "No es Terminator El Canguro. Por eso es de calificación R. Las otras películas no fueron tan violentas y en Estados Unidos no tuvieron tanto éxito por eso", considera Schwarzenegger, quien culpa directamente al intento de abarcar a un público mayor rebajando la edad permitida las malas críticas de las secuelas de Terminator. "Terminator destruye cosas. Es una máquina de matar", concluye.

Grace en 'Terminator: Destino Oscuro'.

Por su parte, Linda Hamilton recalcaba lo difícil que hubiera sido grabar el filme sin la calificación R. "Solo podíamos decir 'fuck' [joder] una vez y para el segundo día de rodaje ya lo había dicho 20 veces".

Así, Terminator: Destino Oscuro se convierte en una cita indispensable para aquellos que hace 35 años quedaron fascinados por el primer episodio de una saga que ha retomado el rumbo. Ciencia ficción, viajes en el tiempo, feminismo, inmigración y violencia fluctúan en una película de dos horas y quince minutos de duración que generará polémica en Estados Unidos y, principalmente, en el ala más conservador del espectro político.

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