Cuando uno se refiere a épocas pasadas parece que lo hace con desprecio: ‘eso es tan ochentero’… pero a veces recuperar la esencia de otras décadas es un ejercicio de fata de prejuicios, de entretenimiento y de descubrir que hace años funcionaban cosas que ya no. En el cine ocurre igual. En la década de los 90 hubo una serie de thrillers tan locos como adictivos, basados en relaciones enfermizas, psicópatas perversos y giros imprevisibles. Ahí estaba Mujer blanca soltera busca; o Jennifer 8, y eso sólo por recuperar dos ejemplos.

El thriller se repitió hasta la sociedad, y agotó una fórmula que luego tendió a sofisticarse y también a creerse más importante de lo que era en realidad. Por eso se agradece que haya llegado Neil Jordan (Entrevista con el vampiro, Juego de lágrimas), para entregar un thriller que rescata el espíritu noventero en toda su plenitud. Podría desarrollarse en aquella época y a ningún espectador le extrañaría.

Lo ha hecho en La viuda, protagonizada por Isabelle Huppert como una señora que vive en Nueva York y que entabla una amistad con una jovencita que le devuelve el bolso que se había dejado en el metro. Por supuesto nada ni nadie son lo que parecen y Huppert compone una villana única en la que se ríe de su fama de borde y fría. Disfruta cada giro loco -y hasta gore- y uno tiene que rendirse al disfrute sin prejuicios.

Isabelle Huppert en la película.

Hacía nueve años que Jordan no dirigía un filme. El primer motivo fue “un accidente que me tuvo dos años apartado”, como confiesa a EL ESPAÑOL, pero luego fue uno de los realizadores que saltó a la televisión. Lo hizo con Los Borgia, para la que dirigió “80 horas de televisión que he disfrutado mucho, pero durante las que he echado mucho de menos el cine, porque no hay nada como una película”.

En La viuda vio una vuelta al cine de género. No quería algo rebuscado, sino regresar con algo entretenido. “Hice un guion simple de una película de género, de acosadores, pero quería meter una idea intrigante sobre la maternidad, y estas tres mujeres me parecían realmente fascinantes. Que fuera sensual, que hubiera celos, y que hablara de la soledad”, apunta el director.

La soledad es, más allá del thriller, el tema principal de su película. La viuda a la que da vida Isabelle Huppert se encuentra sola en una ciudad arisca y hostil como Nueva York, y más con una inmigrante de una edad ya avanzada. Pero tampoco lo tiene fácil esa joven a la que da vida Chloe Grace-Moretz, que no encuentra su sitio entre los millones de personas que abarrotan la gran manzana y que malvive con su trabajo de camarera.

Fotograma de La viuda.

“Sí, me interesaba hablar de la soledad. Vivimos en un mundo lleno de comunicaciones, de infinitas posibilidades, de máquinas, de teléfonos, la nube… pero lo que luego siempre buscamos es al otro, al ser humano, estar conectados y sentirse sólo en una ciudad como Nueva York es escalofriante. Quería que hubiera una sensación de claustrofobia, y por eso comenzamos la película en un apartamento pequeño y la terminamos, literalmente en una caja”, apunta.

Otra de las cosas que más le interesaba era darle la vuelta al thriller de acosadores y poner a una mujer como la villana. “No sé por qué, pero es cierto que los hombres han dominado ese asunto en el pasado, y por eso creo que había mucho potencial en la historia”. El potencial aumentó cuando Huppert dijo que sí, algo que ayudó a vender y producir el filme: “en cuanto dijo que sí lo haría, reescribí el guion original, porque el personaje no tenía ese acento francés. Varié su comportamiento, introduje elementos como el piano… Es una actriz brillante”.

El director de La viuda también se posiciona respecto a la polémica entre Netflix y las salas de cine, y considera que las plataformas son una oportunidad de trabajo “para la gente de mi generación que casi no podemos hacer cine porque las producciones se diseñan sólo para los adolescentes. Las cosas han cambiado, y el cine está vivo, y los dramas que producen Amazon, Netflix y compañía son el camino. Están haciendo un tipo de películas que los estudios han abandonado y que directores como yo hacíamos, aunque espero que tengan tiempo de explorar nuevas vías y permitan que la gente las vea en las salas”.

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