Comienza la película. En un fondo negro y con música de jazz empiezan a aparecer los títulos de crédito en blanco, con su fuente clásica y tradicional. Nada de florituras. La historia no es nueva, se ha contado mil veces,la de un multimillonario que en plena crisis de los 50 deja a su mujer por una actriz y presentadora de televisión.

Con lo que no contaba el ricachón, de nombre Jeff Bezos y dueño de la todopoderosa Amazon, es que todos sus enemigos se unirían en los mismos días para que un argumento de comedia de enredo se convierta en casi una tragedia griega. Parte del mérito lo tiene Woody Allen, guionista y director, que ha visto el momento perfecto de vengarse del dueño de la empresa.

Hace unos años el director y Bezos comenzaban una relación comercial por el que Amazon se encargaría de producir los títulos del realizador e incluso su primera incursión en una serie de televisión. Con la caída de Harvey Weinstein, el hijo de Mia Farrow (uno de los periodistas que destaparon el caso), recuperó las acusaciones de abuso de su hermana contra Allen, que fueron desestimadas por un juez en su momento. Una batalla que se ha mantenido durante todo este tiempo sin que afectara a la carrera del director, hasta ahora.

Amazon ha intentado justificar su acción haciendo referencia a una acusación sin fundamento de hace 25 años en contra de Allen

La presión social hizo que muchos actores aseguraran que nunca trabajarían con Woody Allen, y otros dijeron que iban a entregar su sueldo a causas sociales o al movimiento Me Too. Esto hizo que a Amazon le entrara el miedo y decidiera no estrenar su último filme, ya rodado, A rainy day in New York. Se rompía así la tradición de que el director presentara todos los años su nuevo clásico.

Allen ha decidido vengarse y ha demandado a los estudios de Amazon. Pide una indemnización de 68 millones de euros (59,7 millones de euros) por haber incumplido el acuerdo firmado para la producción de cuatro películas, además de haber rechazado difundir su último filme por "una acusación sin fundamento (de acoso sexual) de hace 25 años".

La demanda, a la que tuvo acceso Variety, considera que Amazon sólo ha dado razones vagas para desvincularse del proyecto. "Amazon ha intentado justificar su acción haciendo referencia a una acusación sin fundamento de hace 25 años en contra de Allen, pero esa acusación ya era bien conocida por Amazon, antes de que Amazon alcanzara cuatro acuerdos con Allen", asegura el texto.

El documento de Allen y que cita el medio de EEUU agrega que en junio de 2018 el consejero general de emisiones, Ajay Patel, envió una nota dando por terminado el acuerdo para la producción de los cuatro largometrajes, y asegurando que Amazon no tenía intención de distribuir ninguna de las cintas. El director pide ahora el pago del dinero derivado de "los pagos mínimos" derivados de la producción de los cuatro trabajos, así como una compensación por los daños y los honorarios de los abogados.

No ha sido el único revés para Jeff Bezos, que ha visto como su vida pasaba de ser una película llena de lujo y diversión a un drama con toques de tragedia griega. En las últimas horas ha denunciado que ha sido chantajeado por editor de la revista National Enquirer, David Pecker, de chantaje. Pecker le habría presionado y extorsionado para no publicar unos mensajes íntimos del jefazo de Amazon con su nueva novia, Lauren Sanchez, por la que dejó a su mujer el pasado mes de enero tras conocerse que fue infiel.

En un comunicado, Bezos ha manifestado que ha preferido "publicar exactamente lo que me enviaron, a pesar de la amenaza que supone en coste personal y vergüenza, antes que capitular ante la extorsión y el chantaje". “Si en mi posición no me puedo plantar ante este tipo de extorsión, ¿quién puede?”, ha añadido el empresario, que ya vio como la misma publicación reprodujo el pasado 21 de enero los mensajes que el fundador de Amazon y su amante se mandaron.

Una semana con la que no contaba, igual que Woody Allen tampoco esperaba que su filmografía se quedara en el cajón de Jeff Bezos.

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