“Sabes quién soy yo? El del Rayo, el Robin Hood de Vallecas”. Con este grito de guerra El Flako entraba en las sucursales bancarias de Madrid junto a su banda y robaba dinero. Se hacía llamar como el mítico personaje que robaba a los ricos para dárselo a los pobres, pero en su caso nada era tan altruista.

El 26 de agosto de 2013 el ‘Robin Hood’ de Vallecas fue detenido, y sus robos mediante la técnica del butrón se pararon. El Flako era butronero de profesión, y casi por genética. Su padre fue apresado cuando él tenía pocos meses de vida. A él le ocurrió lo mismo. Su historia parece perpetrada por el mayor experto en cine de acción de Hollywood. Un ladrón de origen humilde, que roba para salir de su situación, que planea el robo del año, moviéndose por el alcantarillado madrileño y que finalmente acaba entre rejas.

Eso es lo que debió pensar el director Elías León Siminiani, realizador que conquistó con su debut documental Mapas, y que ha contado la historia de El Flako en Apuntes para una película de atracos, nueva incursión en la no ficción y una apuesta diferente y original que coloca un espejo entre el ladrón y el propio cineasta, que se convierte en el segundo protagonista del filme, y que explora su recién inaugurada paternidad gracias a su relación con un atracador con el que poco tiene que ver. Siminiani siempre soñó con hacer una película de robos, lo que nunca pensó es que él sería el protagonista involuntario de su propio filme de atracos, y que hasta se metería en las alcantarillas madrileñas para seguir los pasos de ‘El Robin Hood de Vallecas’. Pese a todo al realizador no se le han quitado las ganas, sino que le han dado más, como explica a EL ESPAÑOL.

Tráiler Apuntes para una Película de Atracos

A pesar de haber compartido un periodo de cinco años,primero por carta y luego en persona, Elías León Siminiani dice que nunca pudo ponerse literalmente en la piel del otro, y que cuando más cerca estuvo fue cuando hasta tocó la tapa del banco con sus propias manos. “Nunca te puedes poner en su piel, pero sí que pude imaginar mejor lo que esta gente hizo, el nivel de dificultad. Me preguntaba cómo un tío que era tres o cuatro veces más grueso que yo, y cargado con herramientas que pesan kilos, realiza un atraco violento, tiene a la policía detrás, y llega a sacar bolsas que pesan cinco o seis kilos. Cómo lo hace. Pero me costaba ponerme en su lugar porque yo no podría hacerlo y olvidar el dilema ético que supone”, añade.

Uno de los principales retos que tenía el cineasta era no empatizar demasiado con él y hacer un blanqueo de delincuente, por eso se encargó de “encontrar un punto intermedio entre dos polos que estaban ahí, que eran la apología y la fascinación, pero también la mirada moralizante”. Para eso también rechaza una tentación, justificar los actos de alguien que se autodenomina Robin Hood como consecuencia de la crisis económica y de las perrerías de los bancos a los más débiles.

Me imaginaba una película sobre la lucha de clases, pero luego se convirtió en conflicto de clases, y el conflicto pasó a ser un encuentro. Pero esa diferencia está. Esa conciencia él no la tenía, pero yo sí

“Era una proyección inicial mía, veía un espejo y estábamos en 2013, en plena crisis, con una efervescencia de protesta muy fuerte contra las instituciones bancarias, y cuando leí esta noticia sentí que lo que habían hecho era un punto de partida para hacer un análisis social más amplio, pero eso era mi idea inicial que luego choca con la realidad, y sentí que eso iba a ser una coartada política más mía que suya”, explica.

A pesar que esos ecos del 15M desaparecieron, Apuntes para una película de atracos sólo se entiende por completo gracias al contexto social que dibuja, esa oposición de dos personajes, que están unidos por muchas cosas, pero separados siempre por una cuestión de clase, algo que le interesó muchísimo a Elías León Siminiani. “Me interesaba todo el espejo social,pero hay una parte de reivindicación política que decidí cerrar porque vi que no tenía recorrido, pero en nuestra relación hay un sustrato social desde el principio".

Había que encontrar un punto intermedio entre dos polos que estaban ahí, que eran la apología y la fascinación, pero también la mirada moralizante

"Me imaginaba una película sobre la lucha de clases, pero luego se convirtió en conflicto de clases, y el conflicto pasó a ser un encuentro. Pero esa diferencia de los dos está. Esa conciencia él no la tenía, pero yo sí y la he hablado con él. Él ya nos veía como dos amigos haciendo algo juntos, pero yo le decía: ‘no te equivoques, porque yo vengo de donde vengo, yo he tenido oportunidades que tu no has tenido. Y no quería perder eso de vista, porque no quería caer en el buenismo”, dice con seguridad.

El Flako también aparece en la película a pesar de sus reticencias iniciales, pero acaba disfrutando de ser el protagonista anónimo del filme, ya que su entrada en escena es con una máscara blanca, como una especie de superhéroe butronero. Una idea que surgió por la necesidad, ya que no podía mostrar su cara, y terminaron poniéndole “un lienzo en blanco para que el espectador proyecte quién puede ser ese tío” y que terminaron por “liberarle”.

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