Las etiquetas nos limitan. Si a un actor le colocan la de ‘guaperas’, quedará destinado a papeles definidos por su físico. Las hay peores ‘complicado’, ‘intenso’, o una que levanta muchos prejuicios, la de ‘hijo de’. Ser descendiente de una actriz hiper conocida en nuestro país y querer dedicarte a la interpretación significa que, cuando obtenga un papel importante, el 90% de la gente dude sobre el mérito personal.

Por eso las etiquetas están para arrancarlas de cuajo y hacerlas trizas. Porque por muchos padres que haya, donde no hay talento, carisma y personalidad no hay nada que hacer. El mejor ejemplo de esto es Miguel Bernardeau, que roba cada plano de Élite y se ha convertido en una estrella de la noche a la mañana sin que nadie le señale con el dedo por ser hijo de Ana Duato y el productor Miguel Bernardeau, con el que comparte nombre y apellido.

Su Guzmán ha conquistado a una legión de adolescentes de todo el mundo. Y ninguno de ellos sabe quiénes son sus padres. Así que este joven de 22 años ha destrozado los prejuicios y encima se ha convertido en el actor del momento gracias al fenómeno adolescente de Netflix y a su importante papel en Ola de Crímenes, de Gracia Querejeta, donde da vida al amor adolescente de Maribel Verdú.

Entrevista con Miguel Bernardeu Clara Rodríguez

Lo de Élite ha sido llegar y besar el santo, porque la ficción ha superado las expectativas, pero es que además su papel es el que mejor ha salido parado. Según una encuesta de TV Time, el personaje más popular del momento en la televisión en EEUU es el Guzmán que interpreta Miguel Bernardeau. Otros tres del top 5 son de Élite, y la única que les hace sombra es una actriz con Oscar como Viola Davis.

A pesar del pico de popularidad y la fama repentina, Miguel Bernardeau asegura que sigue haciendo su rutina habitual, y que toda esta sorpresa está siendo “un placer”. “Estoy muy orgulloso por lo que hemos hecho, tanto Élite con Netflix, como Ola de Crímenes con Mediaset, así que estoy aprofechando cada momento, disfrutándolo todo y aprovechando esta inercia para crear otros mundos en la escritura”, cuenta el actor a EL ESPAÑOL con una sonrisa que desborda optimismo.

No sé si hubiera podido empezar escribiendo o dirigiendo. Se me da mejor desde que acabé interpretación, porque me llevó a leer muchísimo a Shakespeare y Chejov

Acaba de pasar los 20, pero muestra seguridad cuando afirma que él tiene claro que lo que quiere es contar historias, y que ahora es como actor, pero que también quiere que lleguen en forma de guion o como director. Ya se encuentra desarrollando un proyecto con la ayuda de Joaquín Oristrell, pero no se agobia y sabe que el orden que ha seguido, comenzando como actor, es el que tenía que ser: “Es que es el único que podía ser, no sé si hubiera podido empezar escribiendo o dirigiendo, porque me gusta escribir,pero se me da mejor desde que acabé interpretación, porque me llevó a leer muchísimo a Shakespeare, Chejov, y sobre técnicas interpretativas, y eso me da una mirada con más conocimiento sobre cómo contar historias. Me ha permitido amar másla amplitud de maneras en las que se pueden contar historias, da igual que sea escribiendo, actuando, dirigiendo o cantando”.

Repite el mismo patrón que otros compañeros de profesión de una generación por encima a la suya, como Los Javis o Brays Efe, que tienen claro que no creen en compartimentos estancos, sino en que el arte de contar historias se puede hacer desde muchos lugares. “Es muy bonito eso, y tengo mucha admiración por ellos, porque creo que han abierto un camino a una generación que no queremos quedarnos encerrados en las cajitas de ‘soy actor’, o ‘soy director’, sino que nos permitimos el lujo de abrir la mente a que cualquier pueda contar historias de formas diferentes”, añade.

Sin miedo a la fama

La cuenta de Instagram de Miguel Bernardeu echa humo. Desde que se estrenó Élite ha crecido de forma exponencial y ya supera los 300.000 seguidores. La gente empieza a pararle por la calle y pedirle fotos, pero de momento sólo sabe dar las gracias. “Es que de momento no me ha pasado nada que me pueda agobiar. Tengo la misma vida simple que antes, boxeo, voy a la oficina a escribir… Es que, ¿qué es la fama?, porque parece que es algo que te pasan como un testigo, que alguien llega y te la da: ‘toma, la fama, ahí la llevas toda’. Si la fama es lo que me pasa ahora, que me paran por la calle y aprecian mi trabajo, o me echan piropos porque les he conmovido, pues la fama me encanta. Si la fama es que te parecen para decirte que te aprecian y que te paguen por hacer lo que te gusta, pues genial”, dice tajante.

Miguel Bernardeu apuesta por la escritura, además de seguir en la interpretación. Clara Rodríguez.

Su papel ha conquistado a todos, porque es el típico chulito redimido por amor. Como Guzmán despliega encanto, aunque reconoce que es “un capullo”. “Lo pensé al final, al principio no. Cuando me gusta un papel soy un obsesivo compulsivo, y no lo pensé,pero me costó mucho a mí, como persona, alejarme de mis prejuicios hacia Guzmán para interpretarlo. Una vez conseguí eso, no hubo ningúnn planteamiento de: ‘me van a odiar’. Me lo pasé súper bien siendo un capullo y también con el giro que da”, cuenta Bernardeau.

En Élite se muestran las problemáticas de los adolescentes: sociales, políticas, sexuales… y habla siempre desde la normalización y la diversidad, algo que llamó su atención: “es unas serie que proyecta el mundo adolescente de forma madura, y eso es bonito, es una mirada sincera, cruda y honesta al mundo de los jóvenes, algo que no había visto todavía y que me enorgullece ahora… Cuando lo leí la primera vez pensé que que real y y qué identificado me sentía con la forma de hablar del amor, del poliamor, de la homosexualidad o de la bisexualidad, que es algo que no está tratado en las series y menos en los jóvenes”.

En casa del herrero…

En una casa donde el padre es un productor de éxito, y la madre una de las actrices más queridas de la historia de la televisión en España gracias a su emblemática Merche, en Cuéntame cómo pasó,parecía difícil que Miguel no se dedicara a la farándula. Lo ha sido por cabezonería, porque a priori la idea no gustó mucho en casa. “No me dejaron ser actor hasta los 18. No me dejaban ni estudiar… pero yo ya estudiaba, y ya una vez que descubrieron que me encantaba ese mundo pues me dijeron que íbamos a empezar yendo a Los Ángeles, a ver si conseguía entrar en AADA, la American Academy of Dramatics Arts, donde han ido Robert Redford o Jessica Chastain, que era mi sueño y es muy difícil entrar. Entonces, si entraba, pues mis padres ya sí. Y desde entonces tengo su apoyo absoluto.

Cuando lo leí la primera vez pensé que que real y y qué identificado me sentía con la forma de hablar del amor, del poliamor, de la homosexualidad o de la bisexualidad

¿Y si no hubiera salido?: “Yo qué sé tío… no había plan B, yo creo que por eso entré. Es que no tenía plan B, es que yo quería estudiar interpretación, era mi sueño. No quiere decir que no lo hubiera hecho en España, pero era mi sueño ir allí. Pero confío en la educación española y en la formación interpretativa de gente como Corazza, Cristina Rota o por supuesto el centro del actor con Lorena Bayonas que es mi mentora”. En su decisión parece apreciarse ese punto de rebelde adolescente, de ir en contra de lo que dicen sus padres, pero Miguel Bernardeau deja claro que en esta ocasión el tópico se equivoca. “Es que nunca he tenido esa relación con mis padres, no fue por rebelión, fue por admiración por la industria, por el trabajo y yo quería contar historias de la forma que fuese”, zanja.

La fama la ha alcanzado sin que nadie sepa que es ‘hijo de’. De hecho, es probable que de sus 300.000 seguidores de Instagram no lo sepa ni uno. Lo ha hecho con esfuerzo, pero sin renunciar a sus orígenes ni a quién es, porque eso lo tiene claro: “Yo soy el hijo de Ana Duato, eso es innegable, y también soy actor, y estoy orgullosísimo porque es una gran actriz, una gran persona, y un grandísimo ejemplo y una ventaja tenerla en casa apoyándome. Soy actor e hijo de Ana Duato y con mucho orgullo”.

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