Isaki Lacuesta hacía hace escasos días historia para el cine español. Se convertía en uno de los pocos realizadores que lograba su segunda Concha de Oro en el Festival de Cine de San Sebastián y se ponía al lado de leyendas como Coppola o Arturo Ripstein. Lacuesta repite el éxito que logró en 2011 con Los pasos dobles, una de las Conchas más discutidas de la historia del certamen.

El director catalán ocupaba al día siguiente todas las portadas, y alcanzaba una repercusión mediática imposible de lograr de otra forma a no ser que el filme fuera de una gran distribuidora dispuesta a pagar millones de euros por una campaña ingente de publicidad. Eso es -además del prestigio de ganar un festival de Clase A- el gran valor de San Sebastián. Pasar por su Sección Oficial significa salir en los medios el día de la presentación, y si la película es buena salir reforzada con una buena crítica y algún premio en el palmarés.

Para una distribuidora pequeña como BTeam (también productora del filme), lograr el premio gordo de la noche es un éxito indiscutible, y da al filme una visibilización mucho mayor que la que tendría de haber pasado sin pena ni gloria. De hecho, su triunfo ensombreció a otros dos filmes españoles a priori más potentes como El reino o Quién te cantará, que a pesar de estar entre las favoritas se fueron de vacío.

La ganadora del año pasado, The disaster artist.

Otro de los valores de ganar una Concha de Oro, o de triunfar en el palmarés, es poder encontrar distribución en España y venderse a otros mercados. Es el caso este año de Rojo, de Bejamín Naishtat, que llegó a España sin nadie que la pusiera en salas y tras hacerse con los premios de Mejor dirección, Mejor actor y Mejor fotografía le han salido varias novias para hacerse con sus derechos en nuestro país.

La taquilla es otro asunto. Una Concha de Oro no asegura triunfar, al revés, los datos que ofrece el Ministerio de Cultura son bastante negativos en este aspecto, y desde 2010 sólo una de las ganadoras ha sido un éxito, mientras que el resto se han estrellado en su explotación cinematográfica. No ocurre lo mismo en Francia, donde casi todas las películas de la Sección Oficial de Cannes hacen unas buenas cifras en taquilla.

El mejor ejemplo está el año pasado, cuando por primera vez en muchos años ganaba un filme que llegaba ya con distribución, y además de una ‘major’. The disaster artist se llevó la Concha de Oro, y James Franco se paseó por San Sebastián concediendo entrevistas y visibilidad al filme. La crítica fue generosa, pero su lanzamiento fue limitado, en 127 salas (muchas comparadas con las ganadoras de otros años), y el resultado peor de lo esperado. Ni siquiera se coló en el top ten el fin de semana de su estreno, y terminó su paso con 102.712 entradas vendidas y algo más de 600.000 euros de recaudación.

En la casa es la única película que ha triunfado en taquilla tras la Concha de Oro desde 2010.

Esas cifras serían un éxito si las comparamos con la vencedora de 2016, la china I am not Madame Bovary, que se llevó la Concha de Oro contra todo pronóstico y que pasó por cines de manera casi testimonial al conseguir sólo 7.403 espectadores y 42.081,80 euros. No es el peor dato. Si nos remontamos a 2011 encontramos una ganadora que se quedó en 6.693 tickets y 35.342 euros. Se trata, por desgracia, de Los pasos dobles, del propio Isaki Lacuesta que este año volvía a ganar. Más allá de la polémica, la Concha de Oro no consiguió despertar la curiosidad en los españoles por descubrir el título de su país que conseguía el prestigioso galardón.

Las cifras se repiten una y otra vez, y aunque le fuera algo mejor, los datos de Magical Girl confirman que el espectador no se ve apelado por ver el símbolo del festival en el cartel. La película de Carlos Vermut hizo historia al lograr no sólo el oro, sino también la mención al Mejor director. También estuvo nominada a los Goya más importantes, pero su paso por taquilla se saldó con 259.973 euros y 54.000 espectadores. Menos de los que hizo en Francia.

En 2012 se produjo la excepción que confirma la regla. En un año de una grandísima calidad se llevaba el trofeo En la casa, de François Ozon, que se convirtió en una agradable sorpresa en la taquilla con 1,6 millones de euros y casi 250.000 espectadores, cifras a las que un filme tan modesto no suele aspirar. ¿Qué pasará este año?, ¿conseguirá Isaki Lacuesta romper la maldición de la taquilla de las ganadoras? Su Entre dos aguas lo merece, pero los espectadores tendrán la última palabra.

Noticias relacionadas