La sociedad lo tiene claro: si a los 50 una mujer no está casada, tiene hijos y se ha comprado una casa es una solterona que ha tirado su vida por la borda. Lo mismo le ocurre a la mujer que de repente ve cómo su marido se va con una joven y todas la señalan con el dedo compadeciéndose y pensando lo que le espera ahora que ya no tiene nada que hacer. Tópicos machistas que, además, el cine se ha encargado de perpetuar.

Los tiempos han cambiado, y cada vez más actrices reivindican los papeles para actrices veteranas. Personajes que son de ‘madre’ de la protagonista, sino que tienen sus problemas, sus preocupaciones y que pueden incluso ser el centro de una comedia romántica en la que la mujer no es la damisela en apuros que espera a su príncipe azul. Un género que, con Meg Ryan y Julia Roberts a la cabeza, convirtió a la mujer en alguien que sólo puede aspirar a tener un marido.

La francesa Valerie Lemercier (famosa por su papel en la saga de Los visitantes) quiere demostrar que la edad es algo mental, y que una mujer tiene siempre toda la vida por delante para hacer lo que quiera aunque las normas establecidas le digan lo contrario. Ella dirige, escribe y protagoniza Los 50 son los nuevos 30, un título que es también un lema de vida en el que cree y que extiende a su protagonista: abandonada por su marido, echada del trabajo por la crisis y obligada a vivir con unos padres que la tratan como una niña idiota. “Claro que creo que los 50 son los nuevos 30, y el cine se ha dado cuenta, porque el público que va a las salas son casi todo mujeres de esa edad. No he hecho la película por eso, pero es que son los que van. Yo he intentado hablar de lo que ocurre hoy en día, y en ese sentido es una película social sobre una generación que está un poco perdida y que está en el margen”, cuenta al realizadora a EL ESPAÑOL.

Fotograma de la película.

Los 50 son los nuevos 30 quiere dar la vuelta a la comedia romántica y alejarse del machismo que la suele acompañar. Su protagonista no llora por las esquinas porque la han abandonado. Intenta salir a flote y demuestra que cualquier edad es buena para divertirse. Una muestra de es cine que no tiene complejos para mostrar el amor, el sexo y una nueva libertad a partir de los cincuenta. Aquí no hay “una joven de 25 años, con su gorro, que vende flores, tiene un típico amigo fiel que no es muy guapo, un café de starbucks en la mano y busca al príncipe azul mientras llueve o nieva un poquito”, como dice la directora con ironía. En su lugar hay una mujer hecha y derecha obligada a regresar a su adolescencia por la crisis. Es lo que tiene tener una mirada femenina en todos los campos del filme.

Lemercier reconoce que es una afortunada, porque siempre ha encontrado papeles que la gustan, no porque se los ofrezcan, sino porque tuvo claro que los escribiría ella. “No me ha pasado no encontrar papeles interesantes para mujeres maduras, pero es que yo siempre he interpretado lo que he escrito, y no sólo en el cine, también tengo un espectáculo en solitario en teatro en el que me gusta encargarme de todo, hasta de los ruidos que se oyen en el escenario. Me proponen papeles, pero me gustan los míos, los que yo escribo, y por eso no hago muchos de los que me ofrecen”, apunta.

También influye que se ha criado dentro de la industria francesa, una de las más maduras y de las que más posibilidades da a las directoras, de hecho la semana pasada aprobaba un nuevo fondo para producir filmes de mujeres de todo el mundo. Allí ella ve muchas creadoras, y vuelve a mentar a la suerte para explicar que “nunca se me ha prohibido hacer lo que quería, es más, a veces tengo dudas sobre si tengo que hacer yo todo y son los productores los que me dicen que lo que quieren es que yo dé mi visión de las cosas”.

 En Francia hay muchas películas que calificamos como ‘de cojones’, porque son hechas por tíos en las que sólo piensan en follar, y eso no me interesa en absoluto

Donde si ha visto menosprecio a las mujeres es en el ámbito del humor -al que define como una “herramienta para todos”-, y en el que por fin encuentra “cada vez más y mejores cómicas”. “Las mejores cosas que hay ahora en la televisión francesa son guiones escritos por mujeres, porque teneos ese sentido de la ironía y del humor, y sabemos distanciarnos. Ya no es algo típicamente masculino. A nosotras nos importan más los detalles y esos detalles son poderosos. En Francia hay muchas películas que calificamos como ‘de cojones’, porque son hechas por tíos en las que sólo piensan en follar, y eso no me interesa en absoluto”, zanja.

Su película habla de mujeres adultas, pero también de un mundo que ha puesto un precio a la libertad, sólo aquellos con dinero se pueden permitir madurar e independizarse. “Es que eso ocurre, por ejemplo los jóvenes ahora tienen que alquilar un piso entre cinco o seis personas y compartir todo. No conozco a ninguno con un piso para él solo, así que en cierto modo la sociedad actual nos obliga a ser adultos sólo si tenemos dinero”, añade Valerie Lemercier, la reina de la comedia francesa que quiere demostrar que las señoras de más de 50 hacen lo que les da la gana para cambiar las normas establecidas.

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