Cannes

Spike Lee ha vuelto. En sentido físico y metafórico. En el primero, lo hace a Cannes, donde en 1989 presentaba Do the right thing y donde no competía por la palma de Oro desde hace 27 años. Su otro regreso es al de su mejor cine, ese que nace de la rabia y la urgencia, que no se avergüenza de subrayar su mensaje político y en el que cree como arma de destrucción masiva contra la desigualdad y, especialmente, el racismo.

Spike Lee carga en Cannes contra EEUU, un país "construido sobre el genocidio

La historia de Ron Stallworth, un detective negro que se infiltra en el Ku Klux Klan, es la excusa perfecta para que Lee señale con el dedo a EEUU y a su presidente Donald Trump, y avise de lo peligroso que es. Si no nos espabilamos acabaremos igual que antes, dice constantemente una película que pasa de sutilezas y mete frases de Trump en personajes que vivieron hace casi cuarenta años. Por si el mensaje no fuera claro, cuando acaba la ficción (enmarcada en una parodia del género negro por excelencia, el blaxploitation), introduce una coda final con imágenes documentales de la marcha de Charlottesville, el asesinato de Heather Heyer, atropellada por un nazi, y la vergonzosa respuesta de Donald Trump, que se negó a condenar directamente al KKK.

El equipo de la película posa en la Croisette. EFE

Por ello Lee está enfadado. Mucho. Se nota en su forma de rodar y en sus declaraciones. Tardó un minuto en atacar a Trump y sus políticas, y aclaró que aunque el filme se rodó antes de la marcha de la extrema derecha, tuvo claro cuando ocurrió que había que incluir un epílogo con todo ello. Llamó a la madre de la víctima y pidió permiso, y cuando lo dió termino de montar BlacKkKlansman, por la que ha recibido una de las mayores ovaciones escuchadas y por la que tiene muchas papeletas de entrar en el palmarés.

“Cuando tuve su beneplácito dije: que le jodan a todo el mundo, esa puta escena va a estar en la puta película, porque fue un asesinato. Y ahora tenemos a un tío en la Casa Blanca, que ni voy a decir su jodido nombre, que define un momento no sólo para EUUU, sino para todo el mundo. Y ese hijo de puta tuvo la oportunidad de decir que todo es cuestión de amor, y no de odio. Y el hijo de puta no denunció a los hijos de puta del Ku Klux Klan, a la extrema derecha y a esos nazis. Fue un momento determinante, y podía haber dicho al mundo que somos mejor que ellos”, disparó Lee ante los aplausos de la prensa.

Eso de que América es la cuna de la democracia es una gilipollez. EEUU fue construida sobre un genocidio de nativos y sobre la esclavitud

Su discurso político no quedó ahí, y atacó a la democracia de EEUU y las bases sobre las que se construyeron. “Eso de que América es la cuna de la democracia es una gilipollez. EEUU fue construida sobre un genocidio de nativos y sobre la esclavitud. Eso es la fábrica de EEUU. Como dice mi hermano Jay-Z, eso son hechos”, ha dicho Spike Lee que ha comparado el momento actual con una Guerra Civil y ha pedido que preguntaran al resto del reparto para no caldear más el ambiente.

No lo ha conseguido, y la rueda de prensa ha continuado con más dardos. “La mierda de la extrema derecha no está sólo en América, está en todo el mundo, y tenemos que despertar. No podemos ser silenciados, no es un asunto de blancos o negros, no, es de todos. Todos vivimos en este planeta, y ese tío de la Casa Blanca tiene acceso a botón nuclear. Me voy a la cama pensando en eso. No es ciencia ficción, es real, y ese hijo de puta tiene el código nuclear, lo tienen también los tíos de Rusia o de Corea del Norte, ¿qué coño está pasando?”, ha seguido.

No me importa lo que diga la crítica, porque estamos en el lado correcto de la historia con esta película

Por ello ha pedido esperanza y movilización. "Esperamos que los jefes de Estado muestren un cierto valor moral, esperamos que tomen las buenas decisiones, pero hay grupos que reaccionan con odio y que surgen por todas partes", dijo el realizador que aseguró que en esta ocasión lo que quiere es que el filme, que comienza con una escena de Lo que el viento se llevó y tira de las orejas al Hollywood más racista, se convierta en un canto a la actuación, una llamada para despertar: “No me importa lo que diga la crítica, porque estamos en el lado correcto de la historia con esta película”.

Noticias relacionadas