El cine se ha domesticado. Los directores ya no salen a las calles a luchar con la gente. Quedan pocos cineastas con un compromiso social fuerte. Los Ken Loach son cada vez más una excepción, y sólo hay que recordar el 15M para comprobarlo. Sólo Basilio Martín Patino, realizador que se enfrentó ya al franquismo, salió con su cámara para medirle el pulso a lo que pasaba en la Puerta del Sol. El resto los apoyaron desde la distancia, a golpe de declaración o de tuit.

Lejos quedaba aquel mayo del 68 en el que todos los directores franceses salieron a la calle para apoyar a los manifestantes, pero también para retratar con sus cámaras todo lo que ocurrían. Así nacieron obras fundamentales del cine combativo como Grands soirs et petits matins de William Klein, o los Cinetracts, que en forma de cortometrajes anónimos realizaban las figuras más importantes de la Nouvelle Vague. Godard, Truffaut, Malle… todos ellos se mojaron y se mancharon. Ellos eran parte de la revolución y actores importantes para su difusión. Tanto, que fueron capaces de paralizar el mayor certamen de cine del mundo como protesta y como símbolo de solidaridad por los manifestantes y detenidos en las calles francesas.

Mayo del 68 en Cannes.

Aquella edición del Festival de Cannes se cobró una primera víctima: Peppermint Frappé. La película de Carlos Saura formaba parte de la Sección Oficial a concurso. El español era uno de los cineastas más reputados en todo el mundo y esta era su segunda intentona por la Palma de Oro. Justo cuando se iniciaba la proyección, la plana mayor de la nouvelle vague entró en el hall del festival pidiendo que se cancelara esa edición. Una petición que apoyaron otros cineastas como Roman Polanski, que renunció a su puesto en el jurado por la negativa de la dirección.

Todos ellos entraron en la sala donde se tenía que proyectar Peppermint Frappé y lo impidieron. Saura les apoyó rápidamente y anunció que cedía su espacio “a la revolución”. La organización seguía empecinada, por lo que Truffaut llegó a colgarse del telón para impedir que comenzará la sesión. Le siguió Godard, que perdió sus gafas y hasta Geraldine Chapl, que pronto se unió junto al director español a la protesta. En un minuto la sala se convirtió en una cómica batalla campal que mutó en asamblea improvisada.

Polanski reconocería después que se vio forzado a apoyar las revueltas, aunque su pasado en la Polonia comunista no le hacían empatizar demasiado con la causa. "Cuando llegué, me di cuenta de que la reunión no era realmente sobre Henri Langlois, sino sobre detener el festival. Pensé que era totalmente ridículo. No pude ver ninguna conexión entre lo que estaba sucediendo en París con los estudiantes y el festival. Hubo muchas personas que pensaron como yo, pero hubo algunos que se mostraron vehementes con respecto al cierre del festival, como Louis Malle, que también formó parte del jurado. También estaba Truffaut, pero Truffaut no gritaba tanto como (Jean-Luc) Godard, que era el principal agitador ", contó muchos años después a Variety.

Manifestación en el Festival de Cannes.

El propio Saura ha recordado hace poco en El Mundo cómo cuando llegaron a Cannes fueron ellos los que dijeron que creían que no se tenía que proyectar la película, y que cuando vieron a Godard y compañía no dudaron en unirse. “Fue muy emotivo”, explica el español que vio sacrificada la posibilidad de ganar su primera Palma de Oro. La película quedaría marcada para siempre con la etiqueta de ‘la primera obra cancelada por Mayo del 68”. De hecho, el propio certamen realizará una proyección especial de Peppermint Frappé coincidiendo con el 50 aniversario de aquella fecha.

Sólo un día después, el 19 de mayo de 1968, el Festival anunció su cancelación. Era la cuarta vez que ocurría en toda su historia. La primera, el año de su inicio, por la invasión de Polonia por los nazis. En 1948 y 1950 ocurrió por falta de fondos, pero nunca antes fueron los propios cineastas los que se manifestaron junto a la gente y pidieron que el cine parara como forma de solidaridad.

Cannes quedaría marcado para siempre por Mayo del 68. No sólo por su cancelación, sino porque la propia organización decidió realizar a partir del año siguiente un evento paralelo llamado la Quincena de los Realizadores como señal de “oposición a todo tipo de censura o presión política”. Precisamente allí, este año se verán las películas de los dos únicos directores españoles en Cannes (Jaime Rosales y Arancha Etxevarría), otra extraña forma de recordar aquel pase de Peppermint Frappé.

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