Freud lo tenía claro. En un momento dado toda persona tenía que matar a su padre. No de forma literal, sino que en el proceso de maduración y toma de responsabilidades tenía que dejar la figura paterna al lado y tomar un camino propio, encontrar un lugar para él. Si Freud hubiera conocido a un macho español en plena crisis de los cuarenta se hubiera puesto las botas. El sueño húmedo de cualquier terapeuta es coger a un sujeto egoísta, controlador, lleno de manías, al que la vida le ha dado todo y que piensa que el que no lo tiene es porque no ha luchado suficiente. A eso sumen la crisis económica, en la que los valores liberales en los que muchos creían se vinieron abajo y el estado de bienestar se mostró mucho más débil de lo que parecía.

Este psicoanálisis es al que somete Mar Coll a su personaje principal en la serie Matar al padre, la nueva apuesta de Movistar+ que se ha presentado en el Festival de Cine de Málaga. Jacobo Rivas – un pletórico Gonzalo de Castro- cree saber todo, y conocer cómo se rige el mundo, así que controla a sus hijos hasta el más mínimo detalle. Su ascenso y caída desde la Barcelona postolímpica hasta la llegada de la crisis es también una metáfora de la decadencia del propio país. Jacobo y España, dos caras de la misma moneda, como explicaba su creadora y sus dos coguionistas, Valentina Viso y Diego Vega.

Mar Coll y el equipo de la película en el rodaje.

“Sí, sí, totalmente, es una metáfora de la crisis y del desconcierto de la sociedad. Él se proyecta en un futuro, y cree que puede prever el futuro y tiene clarísimo que si perseveras consigues tus objetivos. El marco social de la serie nos ayuda a contar que ocurren cosas inesperadas, porque en los 90 nadie podía imaginar que quince años después ocurriría esa crisis financiera que tocaba lo que parecía más sólido, aquello que iba a generar riqueza para siempre, y ese desconcierto de la sociedad española es el mismo que el de Jacobo”, cuentan a EL ESPAÑOL

Como en todo el cine de Mar Coll, la familia es el centro de la trama, una unidad en la que los traumas se heredan, y en la que el padre quiere que sus hijos sigan sus pasos en vez de dejarles seguir su propio camino. Por ello apuestan por matar al padre, “por bajarlo del pedestal y matarlo para parecer, también incluso a nivel artístico, porque como creador hay que matar a tus referentes para tener una voz propia, y en la búsqueda de esa voz hay que matar al padre”.

La película presenta una serie de personajes que son carne de diván, y en los que la importancia de la herencia “literal y metafórica” está muy presente. “Se habla de los problemas de personalidad, se sugiere un pasado de un padre violento y por eso Jacobo también tiene que matar al padre. Todo es muy de diván, eso de soy muy infeliz por mi herencia. De hecho la serie empieza así, con una fase que dice: por qué crees que mi padre es un histérico, porque mi abuelo mató a su perro”, explica Coll.

La serie reivindica una nueva masculinidad que pueda ser frágil, sensible, que pueda ir acompañada de emociones, que llora y que no pasa nada si no folla

Su serie habla de la crisis de los cuarenta, de la crisis española, y también y de forma brillante de la crisis de la masculinidad. De aquellos patrones de macho español que dominaban la sociedad noventera y de bonanza económica, y que como el país se han descascarillado dando paso a otros más reales y llenos de matices. “Es algo de lo que durante el proceso de guion no se habló tanto, pero que está realmente súper presente en la serie, porque Jacobo es un hombre con todas las letras, como dice él. Es un hombre fuerte, que se enfrenta a la hostilidad y tiene armas, y sin embargo tiene un hijo que es varón, pero que no es ese arquetipo de hombre. Es frágil, y reivindica una nueva masculinidad que pueda ser frágil, sensible, que pueda ir acompañada de emociones, que no se dedique a las finanzas, que duda, que tiene miedo, que llora y que no pasa nada si no folla”, añade Mar Coll.

Mar Coll en pleno rodaje.

Ella es la primera directora de las series de Movistar+, y reconoce que desgraciadamente esto es “significativo de la mala situación que hay”. “Necesitamos una cultura plural que represente a la sociedad, y por tanto tenemos que tener más peso en la creación. Los porcentajes, tanto en tele como en cine, son muy escasos, y los medios tenéis que incidir en este tema para generar consciencia y que se den más oportunidades a mujeres y ver cómo podemos revertir esta situación”, zanja.

Con dos películas previas, y formada en la ESCAC, Coll confiesa con sinceridad que tenía “todos los prejuicios del mundo hacia la televisión” y pensaba “que no iba a tener libertad creativa para hacer mi proyecto, tenía dudas hasta de que Movistar quisiera imponerme cosas, o llevar el proyecto a un sitio que no estuviera cómoda, pero plantearon esto como una serie de autor”. Esa serie de autor, la primera realizada por una mujer en el canal, se llama Matar al padre, y es la crónica del auge y caída del macho español, que se fue al lodo a la vez que su propio país, y que sigue preguntándose cuándo se fue todo a la mierda.

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