El ambiente venía calentito. Si otros años los Globos de Oro eran una fiesta en la que los actores iban a beber Moet Chandon y pasarlo bien en una ceremonia sin los corsés de los Oscar, esta vez la situación era muy diferente. 2017 ha supuesto un punto de inflexión en la lucha por el feminismo y la igualdad de derechos de las mujeres, también en Hollywood, donde todo parecía de color de rosa. El caso Weinstein sacudía la meca del cine y demostraba que durante décadas se había mantenido y permitido un sistema machista que permitía acciones y que había creído y ayudado a esconder a monstruos como el productor de Hollywood. Los acosos de Harvey Weinstein servían para que las actrices dieran un golpe en la mesa y dijeran que el tiempo del machismo había acabado.

Precisamente con ese nombre, Time’s up, han creado una asociación para defender la igualdad de género en la industria y entre las mujeres más desfavorecidas, y también para evitar cualquier abuso de poder, dando ayuda legal a cualquiera que lo sufra. Desde Time’s up se promovía también una medida para los Globos de Oro: teñir la alfombra roja de negro. Todas las actrices vestirían así para protestar contra una situación que se había vuelto insostenible.

El equipo de El cuento de la criada con su Globo de Oro. EFE

Pero estaba claro que vestir de negro sólo era el principio. Hasta los niños de Stranger Things se plantaron el luto. Las reivindicaciones llegaron pronto. Las más guerreras optaron por llevar a mujeres activistas como acompañantes. Nada de novios, maridos o madres, ellas eran las protagonistas. Emma Stone eligía a Billie Jean King, la tenista a la que interpreta en La batalla de los sexos, Susan Sarandon a Rosa Clemente, periodista y activista política; Meryl Streep a Ay-Jen Poo, la directora de la Alianza Nacional de Trabajadoras Domésticas; Michelle Williams optó por la creadora del movimiento #Metoo y Mónica Ramírez, la fundadora de la Alianza Nazional de Campesinas fue con Laura Dern. Y así muchas más: Emma Watson, Shailene Woodley o Amy Poehler hacían lo propio. Además fueron ellas las que cogían el micrófono y contaban a todos lo que hacían. “El poder de las mujeres es apoyarnos unas a otras”, dejaba claro Woodley.

Por supuesto a las periodistas de la Alfombra Roja ni se les ocurrió preguntar por diseños, moda y bobadas que eran la tónica de otros años, y hasta se llevaron algún zasca. Debra Messing dejaba ojiplática a la reportera de E! Cuando le decía que no entendía que su canal hubiera dicho que no apoyaba la igualdad salarial entre hombres y mujeres". Sólo la presidenta de la Asociación de Prensa Extranjera vistió de rojo y se saltó el negro de protesta -luego explicaría que ella es india y que el rojo es el luto en su país-. Eso sí, lo primero que dijo fue ese "Time’s up" que ya es un mantra del nuevo Hollywood y que repitió Barbra Streisend, la única mujer que ha ganado el Globo de Oro a la Mejor dirección, antes de entregar el premio gordo de la noche.

Weinstein volverá dentro de 20 años y hará historia. Será la primera persona abucheada de la lista de fallecidos

Y esto no había hecho más que empezar. El discurso inicial de Seth Meyers fue al grano. Había que hablar de ello, y su misión era hacer humor y no dejar escapar a Weinstein vivo. Lo hizo desde la primera línea: “Bienvenidos, señoras y los caballeros que queden. En 2018 la Marihuana por fin será legal, y el acoso sexual por fin no lo será, empieza bien el año”. Fueron dos de los primeros dados de un discurso que anunciaba que había una nueva época, porque “nunca los hombres blancos habían estado tan nerviosos”. También se las apañó para hablar de por qué no había una mujer presentando el año del feminismo. “Se intentó, se le dijo que tenía que venir a un hotel y… ahí acabó la conversación”, bromeó en su primera referencia a Weinstein. La segunda sonó a amenaza: “Weinstein volverá dentro de 20 años y hará historia. Será la primera persona abucheada de la lista de fallecidos”.

Kevin Spacey también recibió su merecido. Meyers preguntó a Christopher Plummer, que le ha sustituido en Todo el dinero del mundo, que si estaba preparado para hacer House of Cards. Hasta el intocable Woody Allen tuvo dardo cuando el presentador habló de La forma del agua, una película sobre una mujer enamorada de un monstruo: “¿otra de Woody Allen?". Fue sólo el comienzo de una gala histórica en sus reivindicaciones y de una lista de discursos centrados en el abuso, como el de Nicole Kidman, o dedicatorias a mujeres que “han estado en los huecos de la historia y que han demostrado que no viviremos más en esos huecos, sino que la haremos por nosotras mismas”, como dijo Elizabeth Moss con su Globo de Oro a la Mejor actriz dramática al dedicárselo a Margaret Atwood.

Su tiempo ha acabado. Hay un nuevo día en el horizonte gracias a estas maravillosas mujeres, un mundo en el que nadie tenga que decir #MeToo de nuevo

Laura Dern, que ganó el premio por Big Little Lies, dio uno de los mejores discursos de la noche y habló sin cortarse de “la cultura del silencio”. “No solo tenemos que apoyar a los que tienen la valentía de contar la verdad, sino que hay que protegerlos. Enseñemos a los niños que hablar sin miedo es nuestra nueva brújula moral", dijo una de las intérpretes del año. A su altura estuvo Natalie Portman, que al presentar el premio al Mejor director dejó claro que había mucho por hacer: "aquí están los cinco hombres nominados". Un zasca a la HFPA.

Pero el momento de la noche llegó, como era de esperar, con Oprah Winfrey. Ella recibía el Cecil B. De Mille a toda su carrera, y no lo desaprovechó. Puso en pie a todo el mundo y fue contundente en un discurso para enmarcar: "su tiempo ha acabado. Hay un nuevo día en el horizonte gracias a estas maravillosas mujeres, un mundo en el que nadie tenga que decir #MeToo de nuevo". Así acababa, pero antes tuvo tiempo para acordarse de Sidney Poitier, de su madre, de toda la clase trabajadora y de todas las valientes que han alzado la voz este año. Hasta Thelma y Louise, el icono feminista del cine de las últimas décadas, se acercaron a los Globos de Oro más feministas de la historia. Ellas no se podían perder el comienzo de una nueva era que empieza hoy.

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