Berlín

El cine porno feminista parece estar a años luz de ofrecer galardones en fiestas como la de los Oscar. Quedan también a años luz otras citas del séptimo arte como el Festival de Cannes, el Festival Internacional de Cine de Venecia o la Berlinale. Precisamente en Berlín se ha celebrado la ceremonia de entrega de los PorYes Awards, los premios al cine pornográfico feminista europeo. La española María Llopis recibió uno de esos galardones a modo de reconocimiento por su obra, tan pornográfica como feminista.

En la fiesta grande del porno feminista europeo no había rastro de alfombra roja. La oscura moqueta del interior del teatro Hebbel am Ufer, escenario situado en el céntrico barrio berlinés de Kreuzberg y lugar elegido para celebrar el evento, era lo más parecido al típico tejido de las fiestas cinematográficas.

La batalla de productores, artistas, defensores y promotores de la pornografía feminista es una lucha que no da para muchos lujos. Pero, aunque este sector resulte modesto frente una industria pornográfica mayoritaria que tiende a humillar y vilipendiar a las mujeres pese a convertirlas en “pornstars”, la pornografía feminista ayer se celebraba sin ningún tipo de complejos.

Sexo femenino

Por favor, todos, todos, todos, frótense hasta que no puedan más. ¡Qué comiencen los premios al cine porno feminista!”, decía para la gala, la alemana afincada en Orlando Ula Stöckl, productora y reconocida directora de cine además de profesora en la Escuela de Artes Visuales de la Universidad Central de Florida (Estados Unidos). Sobre el escenario, a Stöckl la aclamaba abundante público, compuesto por una mayoría de mujeres.

Stöckl, con una veintena de películas nada poco o nada emparentadas con la pornografía a sus espaldas, es una cineasta que encarna en buena medida la lucha de aquellas que quieren hacer cine a pesar de figuras como Harvey Weinstein, el gran productor estadounidense que es noticia estos días por sus abusos a estrellas de Hollywood.

Más propios del tipo cine premiado en los PorYes Awards son artistas como Dorrie Lane, veterana actriz y cineasta que se autodefine como “vulvacionaria”, término que mezcla las palabras vulva y revolucionaria. Sus “memorias de la masturbación” femenina, un trabajo de documentación y presentación visual explícita de mujeres masturbándose, empezó hace ya dos décadas. También se le ha reconocido esa labor.

Apertura de miras

Ahora el tema de la masturbación femenina está mucho más aceptado que a principios de los años noventa, pero sigue siendo un tema actual, porque está aceptado entre la gente, pero no en nuestro Gobierno”, comentaba Lane sobre el escenario del Hebbel am Ufer, aludiendo a las sucesivas administraciones que ha tenido Estados Unidos en las dos últimas décadas.

En una de sus producciones, Lane recogía las explicaciones públicas de Jocelyn Elders la ministra de Sanidad de Bill Clinton sobre la conveniencia de enseñar la masturbación en las escuelas. Poco más de un año duró en el cargo Elders. Fue obligada a dimitir por la Casa Blanca.

Para Lane, en dos décadas, poco o nada ha cambiado la popularidad de la masturbación en las altas instancias del poder estadounidense. “¡Deberíamos mandarles consoladores a todos los del Gobierno!”, afirmaba Lane, desatando las risas del público.

Una española de premio

También se premió por una labor de compromiso de largo recorrido, como la de Lane, a la valenciana María Llopis. Ella es la segunda española que ha recibido un PorYes Award. En 2013, la cineasta barcelonesa Lola Clavo también recibió otro por su trabajo artístico de contenido sexual.

Llopis ponía el sábado el acento español a la fiesta de los PorYes Awards después de años de trabajo sobre la definición misma de pornografía y la deconstrucción del concepto de género a través de imágenes de sexo explícito. Durante varios años escribió, junto a Águeda Bañón, la página de internet girlswholikeporno.com, “chicas a las que les gusta el porno”. Ahora Llopis está volcada en el tema de la maternidad, pero entendida desde la subversión. Su libro Maternidades subversivas (Ed.Txalaparta, 2015), aborda asuntos como el orgasmo femenino en partos o cuando las madres dan el pecho a sus hijos.

El trabajo de Llopis pone el énfasis en aquello experimental que hay en la sexualidad, porque el sexo es un medio importante para el empoderamiento y el cambio en la sociedad”, explica a EL ESPAÑOL Laura Méritt. Ésta activista es otra de las voces veteranas del porno feminista. Ella está detrás de los PorYes Awards y por eso ejercía de maestra de ceremonias en la entrega de premios.

PorYes Vs. PorNo

Con los PorYes Awards Méritt y compañía llevan ya una década respondiendo a esa posición feminista contra la pornografía. Otra alemana, Alice Schwarzer, hizo campaña en los años setenta y ochenta en contra de este tipo de contenidos. Schwarzer, militante a favor de la prohibición de la pornografía, inició a finales de los ochenta la PorNO-Kampagne. En vista de fiestas como la del sábado, está claro que gente como Méritt, Llopis y Lane le han ganado la partida.

'Su' porno tiene poco que ver con el que hiciera protestar a Schwarzer. Según la descripción de Méritt, el porno feminista presenta “alternativas” a la pornografía mayoritaria en la medida en que “significa diversidad, mutuo acuerdo, un trabajo justo” que, visualmente, va más allá que “la presentación de órganos sexuales”. 

Visualmente, en las producciones de este porno hay sexo, por supuesto. Pero éste no adopta la forma de eternos primerísimos primer planos de órganos sexuales. Así ocurre en la pornografía que más se consume, llamado en foros feministas como el que se daba cita el sábado en Berlín “porno mainstream”.

Las escenas que rueda la cineasta australiana conocida internacionalmente como Miss Naughty son buen ejemplo de este porno feminista. El sábado también recibió un PorYes Award por sus cintas. En ellas se presta especial atención a la comunicación entre los actores mientras mantienen relaciones sexuales. “A la hora de mostrar sexo, no es importante que el sexo tenga momentos torpes o patosos, recoger la comunicación en esos momentos es lo importante”, según la cineasta australiana.

La diversidad es también un aspecto clave de este tipo de pornografía, especialmente a la hora de mostrar cuerpos. Ocupan un papel destacable, por ejemplo, actrices de mediana edad cuyas curvas son las habituales de las personas de esa etapa de la vida. No hay rastro de cuerpos que sean producto de la cirugía estética.

“¡Pagar por porno es feminista!”

Otro tipo de porno es posible. De lo contrario, citas como ésta no serían posibles. Pero el porno feminista continúa siendo, sin embargo, un fenómeno minoritario. No alcanza el impacto que sí tiene el porno mainstream.

Quien hace pornografía mainstream lo hace sin otro interés que el económico, no piensa en lo político, así son los que dominan la industria”, reconoce a EL ESPAÑOL la también española Paulita Pappel, actriz y cineasta porno afincada en Berlín. “Para que las cosas cambien, que los consumidores consuman porno ético deben cambiar las reglas del juego”, añade. No era casualidad que la canadiense Chanelle Gallant, una de las pioneras en la promoción del género, pidiera que el público coreara la frase: “¡Pagar por porno es feminista!”.

Gallant fue una de las promotoras de los Premios al Porno Feminista de Toronto, una cita que ahora se llama Festival Internacional de Porno de Toronto. Al parecer el “feminista” ya no figura en el nombre del evento, porque los organizadores dejaron de tener claro qué significaba el “feminista” aplicado al género. De haber preguntado a Méritt, la cabeza pensante de los PorYes Awards, ella se lo habría explicado.

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