España lo dice en las calles a golpe de pancarta y en redes sociales con el brío airado del tuit: “Juana está en mi casa”. Rivas ha tomado el timón. No quiere ser más la mujer que llora en las fotos. Se ha vestido de madre coraje y ahora se encuentra en paradero desconocido porque, tras ser obligada por una resolución judicial a entregar a sus hijos de 3 y 11 años a su padre -condenado por maltrato-, se ha tomado la justicia por su mano y se ha largado de aquí. El país le ofrece su sofá, la policía no la busca, hasta el presidente del gobierno -lejos de insistir, como se espera, en el cumplimiento estricto de la ley- ha explicado que “conviene comprenderla” y que “luego está todo lo demás”.

Paul Valéry decía que el ser humano es un pájaro atrapado fuera de la jaula. Algo así Juana, niña de la Maracena que campa ancha por la península, pero no puede volver a casa. No es la primera. Otras muchas mujeres -reales y ficticias, convenientemente o no- escaparon, abrieron las alas, apretaron el acelerador. Para alejarse de la violencia, del dolor, del yugo del otro; o para patear de una vez por todas el romance mediocre, la vida infeliz, la insatisfacción. Aquí siete personajes cinematográficos que dijeron “hasta luego” y no miraron atrás.

1. Thelma y Louise

1991, Ridley Scott. Oscarizada, transgresora, icónica, rabiosamente feminista. Tanto que estuvo a punto de no ver la luz. Thelma vive frustrada en su papel de la esposa sumisa de Darryl -el arquetipo de hombre machista- y Louise anda como pato mareado detrás de su novio Jimmy, un músico incapaz de ceder al compromiso y que salta de gira en gira.

Un buen día, cansadas de su condición de víctima y del mundo espinoso que les devuelve esa mirada injusta por ser mujeres, deciden escapar en un coche y saltar a la comba con la ley, en busca de la libertad. El trauma de la violación sobrevuela el filme, igual que el ansia de emancipación y de autorrealización. “Algo ha cambiado. Dentro de mí, ¿sabes? Y... no podría volver. No podría. No lo aguantaría”, decía Geena Davis en el papel de Thelma.

Thelma y Louise.

2. No sin mi hija

1991, Biran Gilbert. Betty Mahmoody es una ciudadana americana felizmente casada con un doctor iraní. El drama llega cuando ella y su hija viajan al hogar de la familia de su esposo para pasar unas vacaciones y allí son retenidas: ésta es la historia de una cría de seis años y una madre valiente luchando por fugarse de una cultura machista.

Fotograma de No sin mi hija.

3. Durmiendo con el enemigo

1991, Joseph Ruben. Las apariencias engañan: en esta trampa fácil cayó Laura, interpretada por Julia Roberts, cuando conoció a Martin, un caballero exitoso y seductor por el que quedó prendada. La realidad asomó, por fin, cuando se casaron y ella descubrió que se trataba de un hombre controlador y violento. Después de tres años de convivir con el pánico, la protagonista se decide a escaparse y finge su muerte -presuntamente ahogada en un accidente en bote- para cambiar de identidad y refugiarse en una pequeña ciudad.

Fotograma de Durmiendo con el enemigo.

4. Te doy mis ojos

2003, Icíar Bollaín. Este filme español, altamente recomendable, retrata el drama de Pilar, una mujer que una noche sale huyendo de su casa: lleva consigo cuatro trapos y a su hijo, Juan. La protagonista ha aceptado, tras nueve años de matrimonio, que Antonio, su marido, será siempre un maltratador. Él sale en su busca y le recuerda que la quiere “más que a nada en el mundo”. Pilar es su sol, su vida, -dice-, y, además, “le ha dado sus ojos”.

Fotograma de Te doy mis ojos.

5. Kramer contra Kramer

1979, Robert Benton. Ted -interpretado por Dustin Hoffman- es un ejecutivo publicitario que, aunque adora a su familia, pasa la mayor parte de su tiempo en el trabajo. Cuál es su sorpresa cuando una tarde, al volver de la oficina, su mujer Joanna -aquí Meryl Streep- se le encara y le dice que no aguanta más esa vida unilateral: lo abandona y lo deja solo con su hijo, un crío de seis años por el que Ted experimentará un cursillo acelerado de paternidad y memorizará el decálogo silencioso de la conciliación. El trauma llega cuando la madre vuelve e irrumpe en la vida de padre e hijo, ya felices y adaptados. Y quiere recuperar al niño.

Meryl Streep en Kramer contra Kramer.

6. El Padrino 2

1974, Francis Ford Coppola. La gran escena de huida y abandono del filme se sucede cuando Kay -interpretada por la maravillosa Diane Keaton- le dice a Michael -Al Pacino- que lo va a dejar y que se llevará a sus hijos con ella. Aunque al principio él intenta calmarla y retenerla, Kay le confiesa -en código de venganza- que abortó un hijo suyo voluntariamente para evitar traer al mundo otro vástago en esa familia criminal. Entonces El Padrino estalla, la abofetea y le da a entender que ella no se llevará a sus hijos.

Diane Keaton y Al Pacino en El Padrino 2.

7. Carol

2015, Todd Haynes. En esta historia, la clave de la huida es diferente: estamos en el Nueva York de los años cincuenta y la sofisticada Carol -Cate Blanchett-, que se encuentra atrapada en un matrimonio infeliz, se enamora de Therese Belivet -Rooney Mara-, una joven dependienta de una tienda de Manhattan. Atrapada por la situación, Carol toma la decisión traumática de escapar de su hogar y abandonar a lo que más ama: su descendencia. 

Fotograma de Carol.