Alberto Ammann tenía 19 años cuando leyó por primera vez Muerte de un viajante, de Arthur Miller. Sin darse cuenta rompió a llorar. Descubría en sus propias carnes el poder del arte, y en concreto del teatro, y desde entonces se enquistó un ideal que prometió cumplir: montar su propia sala de teatro.

A Clara Méndez-Leite el cine le viene de familia. Su padre, Fernando, dirigió la adaptación televisiva de La Regenta, pero también el Instituto del Cine y las Artes Audiovisuales (ICAA) y la Escuela de Cine y Audiovisuales de Madrid (ECAM). Se formó como actriz, pero siempre quiso ser profesora y compaginó sus estudios, además de investigar en cómo usar el cuerpo en su totalidad para expresar, interpretar y transmitir.

Los sueños de ambos se juntaron como pareja y como profesionales con La escuela para el arte del actor, un proyecto educativo basado en la formación corporal del actor que abrirá sus puertas en el barrio madrileño de Malasaña el próximo septiembre y que además tendrá una sala de teatro. El proyecto llevaba mucho tiempo rondando sus cabezas, y algo hizo que todo tomara forma.

Alberto Ammann ganó el Goya por Celda 211. Moeh Atitar

“Lo que hemos visto en nuestra experiencia es que mucha gente joven se acerca a la interpretación porque quieren ser famosos. Es una cosa bastante llamativa, porque hay un desconocimiento enorme sobre de qué va esto, qué es lo que se hace en un proceso de formación de actores. Esa gente luego se dan un palo serio. Está bien asumir que una parte del ego pueda querer el aplauso y ser reconocido, pero no va de eso. Si uno quiere ser artista porque quiere ser famoso está bien que lo tenga claro, pero es muy posible que se de un palo”, explica Alberto Ammann a EL ESPAÑOL.

Lo que hemos visto en nuestra experiencia es que mucha gente joven se acerca a la interpretación porque quieren ser famosos. Es una cosa bastante llamativa y es muy posible que se den un palo

Lo que diferencia a esta escuela es que se centrará en la Formación Corporal del Artista, o lo que es lo mismo, comprender que el cuerpo “no es sólo una parte” sino un todo. “Ahora se estudia como una asignatura suelta. Se divide lo textual, lo gestual, lo emocional… como si el cuerpo fuera sólo una parte y fuera la maría de las escuelas, pero en realidad cuando hablamos de trabajo corporal es un trabajo global, no es trabajar un gesto, una postura, sino que la emoción y el pensamiento surjan del cuerpo”, cuenta Méndez-Leite. “El cuerpo es un instrumento, y está visto como algo secundario cuando todo está dentro del mismo envase”, añade Ammann.

Locos románticos

El sueño empieza a coger forma, mide 150 metros cuadrados y está ubicado en la Calle La Palma 18. Tienen una sala de alrededor de 50 butacas y un aula para trabajo teórico. Una inversión que para muchos es una locura y que sus creadores estiman que costará dos años de pérdidas antes de rentabilizarla. “Pero es que nadie monta un teatro para ganar dinero. Es más una cuestión romántica, nace del amor que tenemos a la profesión y a este arte”, dice Ammann con pasión. Sus amigos les preguntaban si estaban seguros de dónde se estaban metiendo, con “una mirada cariñosa y con preocupación”, pero lo tenían claro. “Esto es como cuando uno decide que quiere ser actor, sabe que seguramente no le rente económicamente, pero sí al alma”, añade Clara Méndez-Leite.

Nadie monta un teatro para ganar dinero. Es más una cuestión romántica, nace del amor que tenemos a la profesión y a este arte

En ese mismo local ya hubo un lugar para el teatro, el Espacio Labruc, que tuvo que cerrar “por agotamiento burocrático”. “Estuvieron siete años intentando conseguir la licencia, cumpliendo con todos los requerimientos y no la consiguieron”, cuenta la pareja que para que no les ocurra lo mismo han tenido que contratar a una persona para tramitar la licencia. Esperan que con la bajada del IVA de las entradas teatrales al 10% -que como recuerda el actor “todavía son dos puntos más de los que había antes del 21%"- se reactive un sector que ha visto cómo cerraba sala tras sala en los últimos años. “Queremos aportar a la cultura, a esta profesión y hacerlo más en profundidad”, añaden.

Artistas completos

Una de las novedades de esta escuela es que apostarán por formar “artistas completos”. No se centrarán sólo en la interpretación, sino que habrá que estudiar “otras disciplinas artísticas”. “Cuando un artista se profesionaliza en un arte, la libertad y el juego desaparecen, porque ya hay una autoimposición de dar un resultado, pero el arte es una necesidad de expresión, de sacar algo que hay dentro, y si a un artista se le ofrece una disciplina en la que no es profesional aparece esa libertad, como la de un niño. Es una forma de romper la hoja en blanco”, explica Clara Méndez-Leite de su técnica.

Clara Méndez-Leite apuesta por el cuerpo como forma de expresar la emoción. Moeh Atitar

“Es volver a la idea del artista completo. Sumergirse en otras artes. Una actriz trabaja con la realidad y debemos observarla. El actor tiene que estar preparado, el que más lo está es el que ha podido investigar en más disciplinas posibles. Todo. Equitación, danzas, artes marciales...”, añade su pareja que reincide en que aquellos jóvenes que estén “en esto sólo para ser famosos, pues posiblemente hagan cosas menos interesantes porque estarán tan pendiente de uno mismo que les dará igual lo que hay en la vida por observar”.

Eliminamos las asignaturas que tienen que ver con arte y cultura para poner finanzas. Pasan la adolescencia, se profesionalizan y lo que les han dicho sus referentes es que la cultura no es importante

En esa educación completa también apuestan por la lectura y el resto de humanidades, “poner la cultura en valor” en una sociedad que quiere que las humanidades desaparezcan. “Hay una pérdida de preparación cultural y artística. Los alumnos que entran en interpretación no tienen interés por la cultura, les mandas leer y no lo hacen, no quieren y esto tiene que ver con la educación que están recibiendo. Eliminamos las asignaturas que tienen que ver con arte y cultura para poner finanzas. Pasan la adolescencia, se profesionalizan y lo que les han dicho sus referentes es que la cultura no es importante, cómo van a tener interés entonces. ¿Para qué van a leer Chéjov?”, añade Méndez-Leite. A pesar de ello no pierden la esperanza. Esa locura romántica seguirá alimentando un proyecto que ahora ya no parece sólo un sueño.

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