Del activista del IRA Bobby Sands al androide David han pasado sólo nueve años, pero Michael Fassbender parece que lleve en Hollywood toda la vida. Su llegada como actor de culto del cine de autor gracias a las películas de Steve McQueen fue un soplo de aire fresco en una industria llena de galanes sin personalidad. Fassbender andaba sobrado de esto último, su sonrisa pícara, sus aires canallas y su pose de James Dean moderno calaron pronto, y después de su desgarradora interpretación en Shame no había duda: ahí había una estrella. El actor -del que se habló más por su desnudo integral que por ser el centro de una de las mejores películas de aquel año- comenzó a intercalar sus apuestas por el cine indie -Frank, Slow West- con megaproducciones que le colocaban en el estrellato.

Fue elegido como Magneto en el sorprendente reboot de X-Men dirigido por Matthew Vaughn, y como uno de los protagonistas de Prometheus, la fallida expansión del universo Alien pensado por su creador, Ridley Scott. A pesar de los palos recibidos, Scott sigue buceando en los mundos del xenomorfo en Alien: Covenant, secuela que recupera a Michael Fassbender -único actor que continúa-, esta vez en un papel doble. Repite como el androide David, pero también se apropia de Walter, versión posterior y con menos albedrío que el problemático robot anterior. Un reto que el actor reconoce que no le ha costado. Con un gesto despreocupado afirma que lo que le interesaba “es lo que pasaba en el interior de los personajes, así que busqué la forma de aproximarme a esos androides de forma individual, y eran muy diferentes entre ellos. David es muy expresivo, casi de forma dramática, mientras que Walter es lógico, neutral, es como una máquina”, cuenta el actor a EL ESPAÑOL en la presentación del filme -que se estrena este viernes- en Madrid.

Entrevista a Michael Fassbender

En la película Fassbender cumplirá con el sueño de muchos, y sus dos personajes tienen un fugaz momento homoerótico en el que se besan. Fassbender besando a Fassbender, también la cima para saciar el ego de cualquier estrella de Hollywood, algo que niega de forma tajante el actor, que asegura que se sintió “como James Brown durante un momento”. El cantante decía en Super Bad que quería "besarse a sí mismo", algo que Fassbender recuerda que no ocurrió realmente. “No estaba besándome a mí mismo, eso es físicamente imposible, estaba besando a mi doble Tom Sullivan. Tom, te echo de menos, siempre recordaré esos momentos juntos. Fue un ejercicio técnico con mi doble, que además es un gran actor y un gran compañero”, añade.

El actor intenta echar abajo el tópico del ego hollywoodiense, aunque tampoco lo niega del todo. “Depende de la persona, me imagino, es como en tu industria, seguro que habrá periodistas con mucho ego. El ego es importante, quizás en todas las industrias, como una forma de protegerte, pero honestamente no me he encontrado con grandes egos, no he trabajado con gente muy difícil”, zanja de forma directa, casi germánica haciendo honor a sus orígenes.

Fassbender en Alien: Covenant.

Hace notar cuando no le gusta una pregunta, y lo hace saber con respuestas secas que contrastan con su sonrisa de jovenzuelo. Así que se niega a responder si a Hollywood se le ha ido de las manos el tema de las sagas, reboots, secuelas y precuelas:

- Esta película es una secuela de una precuela de un clásico, ¿ha ido demasiado lejos Hollywood con esta moda?

- No lo sé, es tu trabajo decirlo, eres crítico.

- Lo digo porque usted está atado a sagas como Alien o X-Men, y no sé si eso da espacio para hacer otras películas.

- No firmaría algo si no quisiera hacerlo.

Después del zasca la conversación vuelve a la cordialidad. En Alien: Covenant se plantea el eterno debate enfre la fe y la ciencia, y cómo una es incompatible con la otro o pueden llegar a mezclarse. Un debate en el que Fassbender se posiciona del lado de lo empíricamente demostrable. “No soy muy experto en ciencia, se me daba fatal de pequeño. No sigo a ninguna religión, aunque me considero una persona bastante espiritual”, dice sin mojarse del todo. Hollywood ha templado la sangre irlandesa de Fassbender, que ya mide cada palabra como las estrellas amansadas, aunque en sus trabajos -tiene pendiente de estreno lo nuevo de Terrence Malick- siga demostrando el riesgo por el que le conocimos.