Las películas que llegan de Palestina e Israel sólo tienen ojos para el conflicto. El problema ha monopolizado su vida y su cine. Por eso, de vez en cuando sorprende que lleguen películas tan frescas y que echen por tierra todos los tópicos que se tienen en Europa. Especialmente sobre las mujeres, que siempre son presentadas de forma oscura y apocada. Sin ganas de lucha, aceptando un destino y una condición que se les impone desde pequeñas. Todo lo contrario a lo que propone Bar Bahar, entre dos mundos, la ópera prima de Maysaloun Hamoud, una joven directora palestina de 34 años, que está arrasando por su mirada diferente a la realidad de su país.

Sólo hay que ver los títulos de crédito, de colores brillantes como si fueran luces de neón, y su primera escena para darnos cuenta de que esta no es otra típica película sobre el conflicto. Dos jóvenes fuman, se emborrachan, ligan y se drogan en una fiesta en Tel Aviv. Ellas también son el presente, aunque no se nos suela mostrar. A través de las desventuras de tres jóvenes palestinas en la ciudad israelí, Hamoud hace una radiografía de un lugar que quiere aparentar ser moderno, pero en el que se cuestiona a las jóvenes que quieren cambiar las cosas. La directora, que arrasó en el Festival de San Sebastián, ha presentado la película en España, donde ha confesado a EL ESPAÑOL que es consciente del estereotipo que el cine de su país da sobre ellas.

Bar Bahar. Entre dos mundos.

“Siempre que ponemos a la mujer árabe en el foco tienen que ser víctimas, o la madre del héroe, o la hermana... pero es que ellas son heroínas también. Esto ocurre porque hasta ahora todo el cine palestino estaba dirigido por hombres y los temas que creen importantes son diferentes de los que nosotras pensamos. Una mujer tiene otras preocupaciones, pero los hombres piensan que la ocupación y el conflicto son más importantes, y simplemente son cosas paralelas, tenemos que mirar al conflicto, pero tenemos que ver los problemas de la sociedad, lo que no funciona y de lo que nunca se habla”, cuenta la realizadora.

La idea de enseñar a estas mujeres modernas y luchadoras surge en 2011, justo cuando también nacen los movimientos de la primavera árabe, “cuando todo empezó a bullir”, como recuerda Maysaloun Hamoud. “Somos palestinos, pero también ciudadanos de Israel y somos parte del mundo árabe, por lo que nos sumamos a lo que ocurría y pensé que estos vientos de cambió me hablaban y que era el momento de hacer algo. Así salió esta película. Te puedo decir que todos los personajes y todo este movimiento underground es totalmente realista, yo soy parte de este movimiento. No es algo autobiográfico, ni mucho menos, porque hay muchas mujeres palestinas que pasan lo mismo que yo. No es sólo mi vida”, cuenta la directora sobre el origen del proyecto.

Lo que comenzó como un torbellino que prometía cambios pronto se convirtió en una decepción para todos, también para Hamoud, que cree que todo fue un espejismo. “Creo que no hace falta ni que conteste, porque sólo hay que ver la realidad, estamos en un invierno muy oscuro, pero no sólo el mundo árabe, Europa y EEUU están también muy jodidos”, zanja con autoridad.

Siempre que ponemos a la mujer árabe en el foco tienen que ser víctimas, o la madre del héroe, o la hermana... pero es que ellas son heroínas también

Abajo estereotipos

La película, que muestra un movimiento underground que lucha por la modernidad y que no acepta las convenciones y las tradiciones, nace para tirar “los estereotipos que alimentan constantemente y que dan una imagen de la mujer que existe y que hay que aceptar también, pero que no es única. Nosotras somos mujeres como todo el mundo, tenemos deseos, tenemos sueños, tenemos un deseo muy poderoso de vivir la vida como los demás”, dice con seguridad.

El cambio va poco a poco, y reconoce que “las mujeres así somos una minoría en la inmensidad”. “Somos igual que los jóvenes de cualquier parte del mundo, hemos sufrido bajo un sistema patriarcal y anticuado. Es que esto ocurre también en Berlín, estas nuevas voces somos una tercera generación de la gente que fue echada en 1948, vemos las cosas de otra forma, no lo vemos como lo hacían nuestros abuelos ni como nuestros padres. La elección que hacemos de nuestra vida la hacemos fuera de la sociedad habitual. No queremos casarnos jóvenes, queremos educar a las mujeres, defender al feminismo, a los gais y por eso somos diferentes”, añade la realizadora que se considera una luchadora.

Esa libertad que vende Tel Aviv es un barniz, lo de que son una ciudad muy abierta es mentira, igual que cuando quieren vender que son muy abiertos con los gais, eso es una gilipollez

En la película, Tel Aviv es un personaje más. Un sitio casi “alegórico” para hablar de Israel. “Allí están los supuestos liberales, pero en la realidad esa misma gente mira con desdén a los palestinos. Hay un sistema de cases, están ellos, el judío árabe estaría por debajo de ellos, y luego los palestinos, que ya estamos en el fondo del todo. Esa libertad es un barniz, lo de que son una ciudad muy abierta es mentira, igual que cuando quieren vender que son muy abiertos con los gais, eso es una gilipollez, ni siquiera está aprobado el matrimonio entre personas del mismo sexo”, critica la joven cineasta. Ha llegado una mirada nueva y femenina que con sólo una película ha echado abajo muchos prejuicios sobre la mujer árabe.