Fotografía del rodaje de Diet of sex, de Borja Brun.

Fotografía del rodaje de Diet of sex, de Borja Brun.

Cine cine y sexo

El porno también tiene guion

Internet y las escenas amateur amenazan un estilo de cine para adultos que tiene en el guion su principal baza. Historias cuidadas que sirven para erotizar, pero también para concienciar. 

13 noviembre, 2016 02:17

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Escena 1. Interior – Ático – Día. Así empieza cualquier guion. Da igual que sea una comedia o un drama. La pauta es la misma. Señas para explicar cómo, cuándo y dónde se desarrolla la escena. Cuanto más detallado más fácil tendrá el director plasmar en la pantalla esas palabras. Después de esa primera leyenda comienza la acción. Los protagonistas pueden hablar, discutir, ver una película o follar. También el porno tiene esas normas, aunque el tópico hace que todo el mundo se ría del guion del cine para adultos. Es cierto que muchas veces esas escenas se limitan a un aquí te pillo aquí te mato precedido de un par de líneas de diálogo casi ridículas, pero hay una nueva generación que reivindica el porno como un género más, con el que se puede hablar de cualquier cosa y que tiene una característica especial: sexo explícito.

Si Lars Von Trier o Michael Winterbottom las han incluido sin que nadie les juzque, ¿por qué el porno sigue viviendo bajo los prejuicios de la gente? Para Borja Brun, director de porno de calidad y con guion como Diet Sex, esto es problema del propio gremio y ahora ellos mismos son los responsables de cambiarlo. “Si esto se ha perpetuado es porque el 95% de las ocasiones en el pasado ha sido así. Nuestro trabajo como sangre nueva es derribar lo que se ha hecho mal. Cualquier producción que no tenga guion está mal, no es lo correcto. Hay que poner el argumento por encima del sexo, que este sea un accesorio del guion, que se comporte como un actor más, y que como tal tenga una evolución”, cuenta mientras prepara su nuevo trabajo para la productora Thagson, en el que se han desarrollado 12 versiones del guion.

Rodaje de una película de Roberto Valtueña.

Rodaje de una película de Roberto Valtueña.

Otro de los grandes exponentes de lo que muchos calificaron como postporno es Anneke Necro. Ella guioniza todas las escenas que rueda y cree que el porno es un arma muy poderosa para contar historias y trascender. Para ella la culpa de los prejuicios es “de internet”. “Ahora todo está en las web que ofrecen porno gratuito donde no se paga por ver estas escenas, y eso ha hecho que para los productoras sea imposible hacer una película grande y sólo se produzcan escenas, lo que resume todo muchísimo y no da la posibilidad de hacer un guion con pies y cabeza”, cuenta a EL ESPAÑOL. Hay que dar un sentido a lo que ocurre en la pantalla, ponerse en situación, que ese momento resulte erótico para el espectador y no “entrar en el acto sexual sin ningún tipo de sentido”.

El porno es político

La importancia del guion hace que entre en la obra una intención, y con ella la llegada de una reivindicación desde muchos puntos de vista, ya sea social, de género o incluso política. Para Anneke Necro está claro, “el porno feminista es política”. “Hay diferentes grados, hay productoras muy políticas y otras que respetan unos códigos, pero es que el hecho de que guionices y lo hagas con una intención significa que al espectador le estás dando una informacion, le estás explicando una filosofía”, cuenta. Con su cine intenta luchar contra un “mundo machista en el que hay transfobia y homofobia”.

El cine para adultos tiene que plasmar el sexo como una revolución y como algo político

Ella reconoce que acaba de “asomar la cabecita” en este mundo, pero cree firmemente que “hay que plasmar el sexo como una revolución y como algo político”. Hay muchas formas de hacerlo, no tiene por qué ser el Ken Loach del cine para adultos, en su caso cree que aunque no tenga un guion “super político”, les define una forma de trabajar en la que “no están segregadas las prácticas sexuales”.

Para Roberto Valtueña, director y guionista de Hasta que el sexo nos separe, es difícil tener esa conciencia política dentro del porno por lo endeble de la industria nacional, aunque cuenta que en Nueva York, donde ahora se mueve el dinero, sí que se hace. Pese a ello sí que hay un compromiso con contar las historias que suceden en la calle. “Mis guiones siempre tienen que ver con lo cotidiano”, cuenta y pone como ejemplo esa vertiente fantástica que cree que lastra el porno, ya que no hay referencias reales y no es cercano al espectador. “A mí me gusta ir en el tren y ver lo que le ocurre a la gente, imaginarme las historias de esas personas, qué les pasará en la calle, cuando consigues trasladar eso la gente lo nota, y lo entiende”, explica a este periódico.

Hay que entender que, como en toda industria de entretenimiento, el espectador puede buscar un tipo de contenido u otro, y que el guion dependerá de lo que se pretenda. “Es como en el cine convencional, hay días que te apetece una de acción y otras una de autor, y hay gente a la que sólo le gusta ver entretenimiento. En el porno también pasa eso. Hay productos diseñados para un consumidor relativamente joven que está un rato en internet y ya, es como cuando yo cogía el Playboy, ibas al baño, hacías lo que hacías y punto. Ese tipo de consumidor no quiere ni guion ni nada. El porno con guion está dedicado a un tipo de publico distinto, más maduro, de pareja”, añade.

Life's a bitch, una de las películas de Anneke Necro.

Life's a bitch, una de las películas de Anneke Necro.

El porno es arte

Si el cine es arte y el porno es cine, ¿el porno es arte? Todos los guionistas y directores tienen claro que sí, aunque la mirada del espectador siga siendo prejuiciosa. “Es exactamente lo mismo”, dice Borja Brun, que explica que el guioniza todo igual que en una película normal. “En Berlín cuando presentamos la película, una distribuidora importante me dijo: 'Caramba, esto es como una película de Hollywood pero con sexo'. Eso es lo que me gustaría escuchar siempre”, dice el realizador a este medio.

“Para mí el porno es arte, yo no veo la diferencia entre el porno y el cine convencional”, dice Anneke Necro que cree que, como en toda industria, hay productos buenos y malos. “Hay películas en cartelera que son auténtica basura, no sabes quién coño las ha producido o dirigido. La gente tiene que luchar contra los tabús y ese sentimiento de aversión tan arraigado que tenemos todos”, opina.

Para mí el porno es arte, yo no veo la diferencia entre el porno y el cine convencional. Hay que luchar contra los tabús y ese sentimiento de aversión tan arraigado que tenemos todos

Roberto Valtueño está de acuerdo con sus colegas, aunque aclara que no todo lo que se produce en el cine porno es arte. “Cuando se plantea a la industria del cine español que el porno sea cine te sacan cuatro escenas mal hechas, mal concebidas o algo amateur. Eso está mal y el porno ha sido autoculpable porque muchos han dicho que el guion no servía y eso no es cierto, la prueba es fácil: ha sobrevivido y seguimos para adelante”, zanja.

Cada maestrillo tiene su librillo, y a la hora de escribir las escenas sexuales no todos actúan igual. Anneke Necro prefiere dejar que los actores sean naturales y acompaña sus movimientos, pero Borja Brun no se muestra tan partidario. Para él el porno es como un baile, como si fuera Dirty Dancing, y cada uno de esos pasos tiene que estar coreografiado para saber por dónde mover o no mover la cámara, guion hasta las últimas consecuencias.