Alberto García Álix, en el documental

Alberto García Álix, en el documental

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"Mi madre es 'drogota'. Se drogaba con Optalidón"

Artistas y cineastas reflexionan en el nuevo documental de Chus Gutiérrez sobre la realidad social de los estupefacientes

18 noviembre, 2015 00:37

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"En España es más difícil comprar un antibiótico sin receta que comprar droga". Casi todos los participantes en el documental "Droga oral" podrían suscribir esta afirmación de uno de ellos. No se trata, sin embargo, de un filme de denuncia, de alerta o de persecución policial. Como ya hizo en Sexo oral con el sexo, en Droga oral, su nuevo trabajo, la directora Chus Gutiérrez pretende abrir un debate en la sociedad sobre uno de los últimos tabúes.

Al menos, un tabú oral. Porque, como dice el músico Andy Chango en pantalla, España es el país idóneo para quien quiera drogarse. No hay impedimentos reales. De nuevo, no lo dice como una denuncia, sino como una constatación. Pero nadie habla en público de ello. “Vivimos en una sociedad donde hay drogas. No en un paraíso donde sólo hay flores y animalitos”, cuenta con sorna la directora a EL ESPAÑOL. La película llegará el día 27 a los cines y ya ha sido adquirida por Canal+.

También los políticos 

“Ningún presidente del Gobierno ha sacado el tema”, recalca uno de los entrevistados. ¿Se invitó a políticos a participar en el filme? “Claro”, responde Gutiérrez. Pero ninguno quiso participar. “Es una actitud muy hipócrita: todo el mundo, de una manera u otra, necesitamos perder el control, relajarnos, volvernos un poco locos. Desde yo misma al presidente del Gobierno o de las Cortes. Todos tenemos esa necesidad humana. Sin embargo hay muy poca gente que diga realmente: 'Sí, a veces descontrolo, me fumo un porro o me he cogido cuatro borracheras'".

La droga, denuncia la cineasta, "sigue siendo vista como algo de gente débil, que tiene problemas, que viene de un estrato social determinado. Todo eso está rodeado de mentiras e hipocresías”.

Chus Gutiérrez también se pone delante de la cámara

Chus Gutiérrez también se pone delante de la cámara

Esa hipocresía lleva a que seamos el país que recibe al turismo de alcohol, en parte de las Islas Baleares, pese a que buena parte de las drogas estén penalizadas -al menos su compraventa-. “Se han hecho análisis en las alcantarillas de España y somos la nación que más cocaína consume. Somos un país bastante drogadicto”, señala.

Droga oral es un análisis concienzudo de la existencia misma de estas sustancias en nuestra sociedad desde la perspectiva de la conversación. No hay cifras, investigaciones ni estudios. Pero sí experiencias personales: todos los que hablan a cámara, desde estudiantes hasta académicos de la RAE, confiesan a corazón abierto qué ha supuesto para ellos, para mal y para bien, y no necesariamente en ese orden, cualquier tipo de acercamiento o inmersión.

"Estás charlando con las mamás del colegio y todas toman Lexatín", explica una de las entrevistadas

Desde la propia directora al dramaturgo Francisco Nieva, la artista Ana Laura Aláez, el fotógrafo Alberto García Alix o la poeta Ajo: coquetear con los porros, ser adicto a la heroína, buscar en el éxtasis o el LSD inspiración artística, “flotar” con la cocaína… Casi todos advierten de sus peligros. Algunos lo han dejado ya, otros siguen consumiendo. Pero varios defienden las drogas con vehemencia, casi con militancia.

Aunque el documental se centra en lo que todos entendemos como drogas -las que delimita la ley, o sea, las prohibidas-, se habla también de las adicciones al tabaco, el alcohol -”nuestra droga” o la “droga legal por excelencia”, como la llaman- y las medicinas con prescripción médica. “Mi madre era drogota. Se drogaba con Optalidón”, recuerda uno de los participantes. “Estás charlando con las mamás del colegio y todas toman Lexatín, cuenta otra entrevistada.

El opio en Tintín

El filme pasea por testimonios de todo tipo: desde los primeros recuerdos relacionados, en la forma que fuera, con los estupefacientes -García Álix viaja hasta los cómics de Tintín, en concreto El Loto Azul, otros recuerdan la costumbre de dar a los niños un poco de pan untado en vino-, a sus diversos usos. Ahí están las anfetaminas para el estudio, una costumbre arraigada cuando éstas eran legales. O la cocaína en el mundo de la noche y del espectáculo. Nieva recuerda cómo, antes de cada función, esnifaba cocaína. “Todo el mundo lo hacía, hasta las divas”, cuenta el escenógrafo y autor teatral. Cada uno tiene su historia: Chus Gutiérrez, con la heroína, fumada, en su juventud en Nueva York.

La cineasta ha rodado sin financiación, tirando de amigos y conocidos, y sin crowdfunding ni similares. “La gente quería saber lo que iba a hacer, pero ni yo lo sabía. Y no quería sentirme censurada. Necesitaba tener libertad”, explica. Era, desde el comienzo, un proyecto complejo. “Me ha costado muchísimo hacerlo. Tenía mucha información, material, y tenía que elegir”. Hubo mucha gente que no quiso participar.

La mayoría de los entrevistados son artistas. "Pero también hubo algunos que no quisieron”. Aún hoy, entre una comunidad que en principio parece más libre de prejuicios como es la artística, algunos temen que sus familias descubran lo impensable. De poco sirve que la directora haya sido cuidadosa en el enfoque: “Es muy difícil utilizar el material de otras personas y, sobre todo, nos desvirtuarlo: ser coherente con los personajes con los que he hablado. Se podía haber sacado mucho amarillismo, cosas más espectaculares, pero he huido de eso”, subraya.

Más allá de las historias personales, el documental tiene la virtud de abrir una puerta. Ya desde su título. Desde ese “oral”, la idea es que hay que abordar más el debate. “Es muy fácil que esta película sea susceptible de manipulaciones. Lo que más puede ayudar a la gente a saber son filmes como éste, con personas que han tenido su experiencia y te la ofrecen. Es importante que existan este tipo e proyectos”. Lo que no se puede hace, según Gutiérrez, es decir sin más “no te drogues”. “¿Por qué? Ten cuidado, se consciente del riesgo… Que haya información por favor”. Alguno de los entrevistados -Andy Chango, el cineasta Álvaro Pastor- dicen que las campañas contra las drogas lo único que hacen “es que te dan más ganas de drogarte”.

"Yo estoy dejando de fumar tabaco. La única droga con la que tengo problemas es una súper legal", asegura Gutiérrez

Y, por supuesto, aparece el tema legal de fondo. Gutiérrez prefiere hablar de “despenalización”, no de “legalización”. “Yo estoy dejando de fumar tabaco. Nunca he tenido problemas con ninguna droga. La única droga con la que tengo problemas es una súper legal”. Ella empezaría el debate por la marihuana, “que tiene muchísimos usos, en muchos sentidos. El peligro siempre son los jóvenes. Estás obligado a informar de una forma mucho más clara y profunda”.

En la cuestión legal entran otras consideraciones: las porquerías que las mafias meten en la droga -en la cocaína que se distribuye actualmente el 10% es la sustancia, el resto es “veneno”, denuncian en el filme- y la la delincuencia que genera. “Dinero negro, mafias, violencia… Colombia y México no están así por nada”, recuerda la cineasta. “En España, de 80.000 presos, 50.000 están relacionados con el tráfico de drogas. ¿Todo el dinero que nos estamos gastando por que no lo invertimos en educación?”.