Lo resumieron bien los Jarcha: “Dicen los viejos que en este país hubo una guerra, que hay dos Españas que guardan aún el rencor de viejas deudas; dicen los viejos que este país necesita palo largo y mano dura para evitar lo peor. Pero yo sólo he visto gente que sufre y calla dolor y miedo, gente que sólo desea su pan, su hembra y la fiesta en paz”. La canción Libertad sin ira, que floreció en el 76, recogía ese sentir patrio que luego se canjeó en la Transición: ese proceso mediante el cual los españoles -políticos y ciudadanos- cocinaron su propia fiesta en paz. Esos años dolorosos y no exentos de pérdidas ni sangre en los que se sucedieron estrategias y batallas, puentes tendidos, alianzas imposibles, construcciones en el aire, en la idea y en la tierra.

Sobre aquellos barros y sus convulsiones -rebozadas, con todo, de éxitos- escribe ahora la periodista y analista política Victoria Prego, y no para todos los públicos -ya lo había hecho para adultos en Así se hizo la transición, Presidentes o Diccionario de la transición-, sino para críos, unos críos que bien podrían ser sus tres nietos llenos de curiosidad, de inocencia y de preguntas sobre el pasado reciente de este país histriónico y hermoso. Ésta es mejor que una de superhéroes, chavales. Quien no se entretiene es porque no quiere.

En Pequeña historia de la Transición (Espasa), con hilarantes y fresquísimas ilustraciones de Peridis, Prego peina a Franco, a Carmen Polo, a Arias Navarro, a Juan Carlos I, a Fernández Miranda, a Felipe González, a Olof Palme, Willy Brandt, Dolores Ibárruri, Marcelino Camacho Tamames, Alberti, Ceaucescu, Fraga, Manuel de Prado y Colón de Carvajal, Alfonso Osorio, De Areilza, Boyer, Tierno Galván, Gil-Robles, Gutiérrez Mellado, al Papa Pablo VI y a muchos más, sentando incluso a echarse el pitillo de la concordia y el buen rollo a Suárez y Carrillo, sino de qué iba a haber habido Transición.

Ilustración de Peridis para el libro de Victoria Prego.

En diálogo ficticio con sus nietos -porque en la vida real no superan los siete años y aún no están preparados para comprender esta historia, la nuestra-, la periodista ignora las polémicas que suelen surgir con este tipo de libros para niños. Le recuerdo la polvareda que levantó La guerra civil contada a los jóvenes de Arturo Pérez Reverte, que fue acusado de “equidistante” al señalar que aquello fue una reyerta “entre hermanos” y que recibió respuestas furibundas no sólo en forma de tuits, sino mediante otros tomos de réplica, como el de la historiadora Silvia Casado Arenas y el filósofo Carlos Fernández Liria.

“Yo he contado lo que pasó, así que no hay lugar a que se levanten ampollas, a no ser que se trate de ignorancia o sectarismo”, cuenta Prego a este periódico. “La Transición no puede ser un periodo espinoso que recordar porque es uno de los grandes éxitos políticos de la historia de España, ¡es una hazaña política que se ha estudiado en el mundo entero! Eso no hay posibilidad de discutirlo”, resopla. Bueno, depende de quién responda, ¿no? ¿Qué opina de esa generación politizada que encontró su voz con la irrupción de Podemos y que cuestionaba la Transición y se refería a la Constitución como “el régimen del 78”?

“Los que han juzgado mal la Transición son unos ignorantes o unos sectarios, a veces las dos cosas, que se juntan. La Transición ha causado asombro mundial porque logró que se pasase de la dictadura a la democracia lo más pacíficamente posible, aunque no sin muertos”, sostiene. “A los que la critican lo que les pasa es que no les interesa la Constitución. No les interesa el Estado Constitucional, lo que se construyó a partir de una dictadura con un esfuerzo extraordinario de todas las fuerzas políticas. Nuestra Constitución es inclusiva y garantiza nuestros derechos y libertades, otra cosa es que a ellos les gustaría más un régimen totalitario. Han utilizado el desconocimiento de la gente para desacreditar ese esfuerzo colectivo”.

Ilustración de la portada del libro de Prego, por Peridis.

¿Y a los niños, qué les contamos, que Juan Carlos I era de los buenos o de los malos? “Institucionalmente, como rey, es de los mejores que haya tenido España en toda su historia. Como ciudadano ha sido un desastre. Ha sido problema suyo: por su comportamiento se ha cargado toda la admiración, el agradecimiento y el afecto del pueblo español, pero como rey, en activo, fue impecable”. ¿Se le recordará con ecuanimidad, al emérito? “Seguramente la historia lo colocará en su sitio: la letra grande le recordará como un rey que institucionalmente hablando no tiene discusión, pero en la letra pequeña aparecerá su lamentable comportamiento como ciudadano”.

Carrillo, ¿el laxo? 

¿Por qué parece que aún hoy la izquierda le reprocha al fantasma de Carrillo que fuese demasiado laxo en sus negociaciones, que ‘domesticase’ al Partido Comunista? “Bueno, la izquierda no le reprocha eso a Carrillo: se lo reprocha la ultraizquierda, porque el Partido Socialista le considera con gran respeto y admiración”, sostiene Prego. “A mí me lo dijo él mismo: ‘Separados no hubiéramos podido derribar el régimen, pero juntos tampoco porque no teníamos fuerzas’. Y Felipe González me lo dijo también: ‘Estábamos en un pozo pidiendo que nos tiraran una cuerda. Eso sí, no podíamos decir que cuando nos la tiraran les íbamos a degollar, ¡porque si no, no nos la hubieran echado!’. Pues así fue: la primera Constitución de consenso de la historia de España”.

Ilustración de Peridis para Prego.

Le pregunto por esa figura tan vibrante e interesante de Adolfo Suárez, que se llenó de claroscuros incluso en vida con las biografías que le calzó Gregorio Morán. “Los elementos positivos de Suárez están por encima de todos los negativos. Provenía del Movimiento, sí, fue elegido en una terna con una maniobra muy hábil de Torcuato Fernández Miranda y fue nombrado por el rey, que se jugó hasta la corona y el prestigio. Suárez fue el presidente peor recibido de la historia de España pero aún así acabó por seducir y por convencer a toda la oposición política de izquierdas y aceptó, además, sus exigencias”, subraya.

Ley de Memoria Democrática

¿Qué tienen que aprender de aquellos políticos nuestros políticos actuales? “Tienen que aprender la cultura del acuerdo. Ya no del consenso, porque el consenso fue propio de la Transición únicamente. Yo ya no pido consenso, pido acuerdos de Estado, que son necesarios para cualquier país. Para nuestra supervivencia como país democrático, necesitamos reivindicar esto”, relata la periodista. Le pregunto su opinión acerca de la nueva Ley de Memoria Democrática: ¿cree ella que al exaltación del franquismo debe considerarse delito de odio? “No. No creo que deba considerarse delito de odio, y lo digo porque soy una profunda defensora de la libertad de expresión y de opinión. Las persecuciones, y a toro pasado, además, me parecen muy inaceptables”, expresa.

Ilustración de Peridis para Prego.

¿Qué hay de la localización y exhumación de restos de las víctimas del franquismo? “Yo creo que todo español tiene derecho a ser enterrado dignamente, por lo tanto la exhumación de fosas me parece una medida necesaria y digna de apoyo. Pero eso sí: de todas las cunetas, ¿eh? Porque en Cataluña no existe un mapa de fosas comunes ni de cunetas. ¿Y no existe por qué? Pues porque en Cataluña entre los trotskistas, el POUM y el Partido Comunista se los cargaron a todos… y eso no se quiere contar. Yo he visto documentos y lo sé: en Cataluña no existe un mapa de fosas comunes y eso me parece una manipulación intolerable”, lanza. “Yo conozco a mucha gente cuyos padres de derechas desaparecieron y no han vuelto a saber nada de ellos”.

Al final del libro, cuando hace un repaso de todos los personajes que aparecen en el relato por orden de aparición, las ilustraciones que los acompañan tienen fondo rojo o azul, por aclararle al crío lector de qué pie cojeaba cada uno. ¿Se sigue dividiendo España entre rojos y azules? “No, no. El guerracivilismo sociológico no existe, la población en general es moderada, europea y moderna. El guerracivilismo del presente está siendo fomentado desde el poder por los líderes políticos, pero la sociedad española no está en esa ecuación, le es totalmente ajena”, asegura.

La 'Nueva Transición'

¿Es posible, o mejor dicho, deseable una nueva Transición? Se habló mucho de esa posibilidad con la irrupción de la llamada ‘nueva política’ que de repente nos resulta tan vieja. “Eso es una tontería, ni más ni menos. Nosotros no tenemos que transicionar a ninguna parte, somos una democracia desde hace mucho tiempo. Se hizo una Transición, se hizo bien, y ahora tenemos que perfeccionar la democracia en la que vivimos, nada más”.

Ilustración de Peridis a Prego.

Pero, eso sí, cree que una buena forma de hacerlo es que en los currículos escolares “se llegara a contar la Transición como el periodo determinante de la historia de España que fue”: “Sin ella no se entiende quiénes somos hoy: no se entiende que seamos Europa, que seamos el euro, que seamos la cuarta potencia económica de Europa… los chicos y los no tan chicos desconocen de dónde venimos, por lo tanto les pueden contar todas las mentiras y las manipulaciones que quieran. No tienen, por desgracia, los conocimientos necesarios para defenderse. Hay que estudiarla muy bien en los colegios”.

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