Margaret Atwoodescritora y activista por la defensa de la naturaleza, de los derechos humanos, de la libertad expresión, del feminismo y hasta de la identidad canadiense (frente a la estadounidense) ha publicado un artículo en The Globe and mail donde se bautiza irónicamente como “mala feminista”.

La autora de El cuento de la criada cuenta que no es la primera acusación que le hacen desde 1972: un diario de izquierdas aseguró que ella había elevado a la fama una pirámide de cabezas de hombres decapitados, otros la tildaron de “dominatrix que disfrutaba subyugando a los hombres” y otros muchos de ser una persona terrible que puede aniquilar a cualquiera que sea crítico con ella allá en Toronto. “¡Soy tan aterradora! Y ahora, al parecer, estoy llevando a cabo una guerra contra las mujeres, como la mala feminista misógina y que permite la violación que soy”.

Se pregunta Atwood cómo sería una buena feminista a ojos de sus acusadores. “Mi posición fundamental es que las mujeres somos seres humanos, con toda la gama de comportamientos santos y demoníacos que esto conlleva, incluidos los criminales. Las mujeres no son ángeles, no son seres incapaces de hacer maldades. Si lo fueran, no necesitaríamos un sistema legal”. También rechaza la idea de que las mujeres sean “niños, incapaces de gestionar y tomar decisiones morales”: “Si lo fueran, volveríamos al siglo XIX, donde las mujeres no podían tener propiedades, tarjetas de crédito, acceso a la educación superior, controlar su propia reproducción o votar”.

Mi posición fundamental es que las mujeres somos seres humanos, con toda la gama de comportamientos santos y demoníacos que esto conlleva, incluidos los criminales. Las mujeres no son ángeles, no son seres incapaces de hacer maldades

Igualmente, sostiene que “para que las mujeres tengamos derechos civiles y humanos, tienen que existir tales derechos civiles y humanos para todos, incluido el derecho a la justicia fundamental; al igual que para que las mujeres tengamos derecho al voto, tiene que existir la votación. ¿Las buenas feministas creen que sólo las mujeres deberían tener estos derechos? Seguramente no. Esa sería la otra cara de la moneda de ese viejo estado de las cosas en el que sólo los hombres tenían tales derechos”.

El caso de la Universidad de Columbia Británica

Entonces, ¿cuál es su diferencia fundamental con las “buenas feministas”? ¿Por qué la acusan? Relata que en noviembre de 2016, firmó “como cuestión de principios, porque yo he firmado muchas peticiones” una carta abierta que exigía responsabilizar a la Universidad de Columbia Británica (una universidad pública canadiense) por haber tratado injustamente a un antiguo empleado, Steven Galloway, ex presidente del departamento de Escritura Creativa, durante un proceso judicial.

“La universidad hizo pública la acusación a Galloway en los medios nacionales antes de que comenzase la investigación, e incluso antes de que el acusado pudiese conocer los detalles de la acusación. Él tuvo que firmar un acuerdo de confidencialidad (…) Todo el mundo, incluida yo misma, se quedó con la impresión de que este hombre era un violento violador en serie, y todos pudieron atacarlo públicamente, ya que, bajo el acuerdo que había firmado, no podía decir nada para defenderse”.

Lo que Atwood quiere señalar contando esta anécdota es que pide "imparcialidad" y "retener el juicio sobre la culpabilidad hasta que las sentencias estén dictadas". Nada de "Yo sí te creo"

La investigación del juez, que duró meses, con múltiples testigos y entrevistas, concluyó que no había habido agresión sexual, pero Galloway fue despedido de todos modos. “El veredicto de no culpabilidad disgustó a algunas personas y lo continuaron atacando". Lo que Atwood quiere señalar contando esta anécdota es que pide "imparcialidad" y "retener el juicio sobre la culpabilidad hasta que las sentencias estén dictadas". Nada de "Yo sí te creo", una de las grandes máximas de la revolución feminista actual. Nada de "justicia patriarcal". La escritora ha sido atacada "porque comparé los procedimientos de UBC con los juicios de brujería de Salem", expresión que recuerda al manifiesto firmado por las 100 intelectuales francesas en las que señalan el 'Me Too' como una "caza de brujas".

El peligro: eludir la justicia y lanzarse al linchamiento

Atwood lo matiza: "Me refiero a la estructura de los juicios de Salem, en los cuales eras culpable sólo porque estabas acusado". Para ella, el 'Me Too' es el "síntoma de un sistema legal roto": "Con demasiada frecuencia, las mujeres y otros denunciantes de abuso sexual no encontraron una audiencia imparcial en las instituciones ni en las estructuras corporativas, así que utilizaron una nueva herramienta: internet. Esto ha sido muy efectivo y lo hemos recibido como una llamada de atención masiva, pero, ¿qué viene después?".

Si eludimos el sistema legal porque lo consideramos ineficaz, ¿qué tomará su lugar? ¿Quiénes serán los nuevos agentes de poder? (...) En tiempos de extremos, los extremistas ganan

Entonces advierte del gran error en el que, a su juicio, está cayendo el movimiento 'Me Too': eludir la justicia. "Si eludimos el sistema legal porque lo consideramos ineficaz, ¿qué tomará su lugar? ¿Quiénes serán los nuevos agentes de poder? (...) En tiempos de extremos, los extremistas ganan. Su ideología se convierte en una religión y cualquiera que no compre todos sus puntos de vista se ve como un apóstata, un hereje o un traidor. Los moderados en el medio son aniquilados", relata. "Los escritores de ficción son particularmente sospechosos porque escriben sobre seres humanos, y las personas son moralmente ambiguas. El objetivo de la ideología es eliminar la ambigüedad". 

A Atwood le preocupa la "justicia de los vigilantes", que, según ella, puede "convertirse en un hábito de linchamiento culturalmente consolidado" mientras que "las formas de justicia disponible se tiran por la ventana y se establecen y mantienen estructuras de poder extralegales". Cita a la mafia de la Cosa Nostra y las decapitaciones durante la Revolución Francesa.

Las reacciones

Después de las críticas al movimiento 'Me Too', finaliza diciendo que "las guerras entre mujeres siempre son agradables" para el patriarcado. "Este es un momento muy importante, espero que no se desperdicie". Las reacciones no se han hecho esperar: su artículo ha recibido fuertes críticas de las feministas del movimiento. Muchas usuarias se mostraron decepcionadas por lo que vieron como una traición por parte de Atwood, quien siempre ha cuestionado las estructuras de poder que subyugan a las mujeres.

La escritora, de 78 años, ha vuelto a defenderse y a subrayar en su cuenta de Twitter las opiniones que imprime en su pieza. Ha enlazado varios artículos que también cuestionan el 'Me Too'.