Barack Obama, presidente de los Estados Unidos, ha roto su silencio sobre la polémica racial de los Oscar haciendo ver que el problema se reduce a la justicia básica y preguntando a Hollywood si realmente "las personas de cualquier raza tienen cada vez oportunidades más justas". Así lo ha hecho constar esta mañana el periódico británico The Guardian. El primer presidente negro de la historia de su país ha descrito el exceso de blanco sobre todas las listas de nominados para la ceremonia de este año como "una mera expresión de una cuestión más amplia" y ha lamentado que la industria cinematográfica estadounidense no se beneficie creativamente tanto como podría del potencial artístico de la comunidad negra y de cualquier minoría étnica. Contar la historia global, sin ópticas concretas, es mejor para el arte -ha señalado el presidente-.

"Creo que California es un ejemplo increíble de la diversidad de este país y eso es una fortaleza", ha apuntado desde Casa Blanca. No existe América, existe la familia americana, ha querido precisar. "La industria cinematográfica debe hacer lo que cualquier otra: buscar talento, dar oportunidad a todos. El debate de los Oscar es, en realidad, una cuestión más amplia. ¿Estamos asegurando que todo el mundo tenga oportunidades justas?".

Clinton y Trump

Hillary Clinton, aspirante demócrata a la presidencia, se manifestó también sobre el tema el pasado miércoles y respaldó los cambios propuestos por la Academia para luchar contra la homogeneidad de Hollywood. "La Academia tiene que ponerse al día con nuestra realidad", guiñó. "Las grandes películas no sólo muestran la diversidad de los Estados Unidos, sino la diversidad de la experiencia humana". Nada que ver con Donald Trump, candidato republicano, que ya manifestó que considera el debate sobre la diversidad "triste". En unas declaraciones de la semana pasada a Fox News, se preguntó en voz alta por qué nadie se muestra en contra de las ceremonias exclusivas para negros, como los premios BET.