
El peluquero Ruphert junto a Rocío Jurado en una imagen de las redes sociales.
Así era Ruphert, el peluquero de las estrellas: su gran amor por Osvaldo, el hombre de su vida, y el sueño que no pudo cumplir
EL ESPAÑOL charla con Liberto López de la Franca, íntimo amigo del virtuoso artista, fallecido el pasado 1 de febrero, en Valencia.
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Quienes conocían a Ruphert, el peluquero de las estrellas, el guardián de grandes -e inconfesables- secretos de las personalidades más importantes de España y allende los mares, sostienen que no se podían creer la noticia de su muerte, acontecida el pasado 1 de febrero, en Valencia, donde se trasladó, durante unos días, para vender el inmueble que tenía allí.
Ruphert era pura luz y energía; de esas personas que son consideradas inmortales. Que van a ser eternos, de tan necesarios como son en la Tierra. El fallecimiento del virtuoso peluquero fue repentino, como ha podido conocer JALEOS de EL ESPAÑOL. Tenía muchos planes y proyectos y, sobre todo, ganas de vivir.
¿Cómo era el Ruphert más allá de la profesión? Este periódico ha contactado con una persona que lo conoció bien, que fue su íntimo amigo: el historiador y académico Liberto López de la Franca y Gallego. Eran confidentes y, las cosas de la vida, habían quedado en estos días para visitar la Imperial y Sacra Capilla-Maestral.

Ruphert en un acto público en marzo de 2020, en Madrid. Gtres
Un infarto truncó los planes y la vida. Ruphert, pese a la avanzada edad que tenía, estaba razonablemente bien. A lo sumo, conoce este medio, había compartido con su entorno más próximo que tenía que operarse de la vista. También había sufrido recientemente una caída un tanto aparatosa en su casa.
Era un hombre enamorado de la vida y ferviente devoto del Cristo de Medinaceli y la Virgen de Regla. "Fue pionero en colocar imágenes sagradas en su peluquería", recuerda Liberto López de la Franca. Fue Ruphert alguien que vivió intensamente y conoció a grandes figuras, como Sara Montiel, Victoria Abril (65) y Carmina Ordóñez.
Cuenta el humanista Liberto que su amigo acabó "muy mal" con Victoria Abril -peluquero y actriz protagonizaron una relación de vaivenes-, y con Carmen también tuvo sus desavenencias. Por otro lado, sintió Ruphert auténtica admiración por Sara Montiel. La quiso mucho, aunque también vivió una suerte de encontronazo con Saritísima.
Una pelea que los mantuvo separados un tiempo. No obstante, relata López de la Franca, lograron limar asperezas gracias a la intermediación del propio historiador y de Vicente Requena. Asegura Liberto que el "talón de aquiles" de Ruphert fue su "divismo", ése que le llevó a tener "problemas" con compañeros de profesión como Lluís Llongueras.

Ruphert junto a su gran amigo Liberto López de la Franca en una imagen facilitada a EL ESPAÑOL.
En opinión de Liberto, el amor trató muy bien a Ruphert. El virtuoso de la tijera vivió, durante cerca de 40 años, una apasionada historia de amor con un joven llamado Osvaldo, el hombre de su vida. Juntos, formaron el tándem perfecto, pese a la notable diferencia de edad.
Quienes coincidieron con ellos en actos públicos y con tantas comidas y cenas aseveran que eran la viva imagen del amor. Se conocían a la perfección y se entendían con una sola mirada. Osvaldo fue la sombra de Ruphert, el hombro en que lloró y la persona con la que vivió los mejores años de su vida. Osvaldo era el bastón en el que se apoyaba el peluquero.
Vivían juntos en Madrid. "Osvaldo fue prudente, inteligente y muy trabajador. Quiso muchísimo a Ruphert y lo cuidó y protegió", sostiene Liberto López de la Franca. Sin embargo, algo en su historia se quebró. Puede que el amor, de tanto usarlo. El peluquero y su razón de amor pusieron punto final a su romance, que nunca llegó a culminar en boda.
Cuenta Liberto que las cosas acabaron mal entre ellos, que Ruphert "no se portó bien" con Osvaldo. Este quiebre sentimental fue un claro punto de inflexión para Ruphert, principalmente en el ánimo del artista. La pena llegó a su vida y caló hondo. Tras romper con su pareja, Ruphert "se refugió en sus sobrinos".
También encontró consuelo en su hermana, a la que Liberto define como una mujer "seria y recta". El fallecimiento de Ruphert se ha llevado, entre otras cosas, una parte importante de los recuerdos de la jet set. Con él, se han ido vivencias, anécdotas y secretos cuasi de Estado.
"Era alguien espiritual y eterno, un hombre de luz. Como él, ya sólo queda Rappel (79)", ensalza el humanista. "Valía más por lo que callaba que por lo que contaba. Era un don Quijote divino", añade. Destaca el que fuera jefe de la casa del infante de España Leandro Alfonso de Borbón Ruiz Austria la capacidad de trabajo de Ruphert.

Ruphert junto a la que fue su pareja, Osvaldo, en un acto público en 2017. Gtres
"Era una de las personas más trabajadoras que he conocido. Era una máquina de trabajo. Se levantaba a las seis y media, siete de la mañana. Y a las ocho y cuarto ya estaba listo y trabajaba hasta las nueve de la noche", recuerda Liberto. "Todo lo convertía en oro. Murió inmensamente rico, aunque se arruinó como 10 veces y se levantó siempre. Era listo, astuto, larguísimo", agrega.
"Envejecer es ir quedándose sin testigos", fue la frase que le dijo Ruphert un día a su amigo Liberto, durante un paseo por Madrid. Estaba preparado para la muerte, era un tema recurrente en él. Construyó un mauseleo en el cementerio de Tomelloso, su pueblo natal.
"Se ha ido rápido y no han llamado a nadie. Hay personas que no se enteraron de su muerte". Murió Ruphert con sueños por cumplir. "Le hubiese gustado hacerle un buen moño a la reina Sofía (86), y peinar a Isabel II del Reino Unido. Estuvo a puntro de peinar en Londres a Diana de Gales", subraya el historiador. "Consiguió cortarle el pelo a Juan Pablo II en 1982, en Madrid, en la Nunciatura Apostólica", apostilla.
En definitiva, España ha perdido a un poderoso testigo, un genio, un loco enamorado de mil sueños, cuyo espíritu y cuerpo descansa en el corazón de su amada Mancha.