El mundo tal y como lo conocemos tendría una apariencia muy diferente sin la decisiva influencia del diseñador y modisto Pierre Cardin. Creó el prêt-à-porter, socializando la moda, y cambió por completo la forma de vestir de la mujer. Moldeó los gustos estéticos del siglo XX y, además de convertir el mercado de la moda en un negocio global, lo trasladó a otros sectores como el del automovilismo o el de la alimentación.

Por si todo ello no fuera suficiente, Cardin ha dejado además una huella importante como restaurador, dramaturgo, escenógrafo y compositor, hasta el punto de ser considerado un Leonardo da Vinci de los siglos XX y XXI. Él mismo era consciente de su enorme influencia y así lo dejo dicho en una entrevista reciente: "Yo no digo que mi gusto sea mejor que otro, pero la realidad es que ha sido aceptado masivamente".

De pobre a multimillonario

Nació pobre. Fue el último de los once hijos de una familia de granjeros venecianos. El hambre lo llevó a París con sólo tres años. Muy joven demostró su afición por la costura como meritorio de diversos modistos. Sus dotes propulsaron su carrera hasta convertirle en 1947, con solo 25 años, en jefe del atelier de Christian Dior, una influencia decisiva.

Dando muestras prematuras de su carácter emprendedor, en sólo tres años se independizó y estableció su propia casa, la casa Pierre Cardin. A partir de ahí, ya sólo dependería de sí mismo y de su desbordante creatividad.

En la década de los 50, fue un vanguardista. Rompió moldes con su ropa "lista para ponerse" y revolucionó la industria, lo que le valió el rechazo y la expulsión del corto de miras sindicato de modistos. Sus modelos baratos fabricados en serie arruinaban el exclusivista negocio de los caros y exclusivos modelos hechos de formar artesanal y a medida.

Distribuido masivamente por los grandes almacenes Printemps, se convirtió en el primer costurero de París. Como él mismo diría años después, era necesario vestir a las mujeres que se ven obligadas a salir de sus casas para ir a trabajar.

En la década de los 60, emerge el llamado Cardin futurista. Incorpora formas y motivos geométricos, incluso renunciando al corsé de las formas femeninas. No deja de innovar y lanza la primera moda unisex. Las estrellas, la ciencia y la carrera espacial le inspiran. "Yo soy un hombre de la luna" explicó años más tarde. "De esa época cosmonáutica que entonces era una ideología y que ahora es una realidad". Siempre diría que aquellos experimentales y creativos años 60 fueron la época de su vida de la que se sentía más orgulloso.

Cardin, el omnipresente 

En los años 70, llama la atención del mundo por su alternancia de las faldas mini y las faldas maxi, por las combinaciones de casacas largas o abrigos hasta los pies con exiguas minifaldas. Su propuesta se extendió como la pólvora y hoy no hay película o fotografía de la época en la que no se reconozca su decisiva influencia.

El Pierre Cardin hombre de negocios tampoco paraba de progresar. Ya a finales de los 50 había visitado Japón, sentando las bases de la apertura de la moda occidental al inmenso mercado asiático. Se ponía en marcha un mundo globalmente uniformado por la moda. Los jóvenes de Tokio empezaron a vestir igual que los jóvenes de Londres o París. Algo que, pese a ser su responsabilidad, no encajaba con los gustos estéticos de Cardin: "No entiendo cómo los jóvenes, que detestan a los militares y los uniformes, están todo el día con el vaquero como si fuera un uniforme".

Con solo 16 años, una médium ya le había vaticinado que viajaría por todo el mundo. Pero Cardin irá más allá y lo conquistará. Su imperio llegó a emplear a 180.000 personas en 800 fábricas repartidas por 102 países, entre ellos China y la Unión Soviética, entonces mercados inéditos para las grandes firmas de la moda.

Artista del Renacimiento

No se limitó al vestido. Su creatividad desbordante también se extendió a una infinidad de productos –se calcula que en torno a 700–, que incluyen automóviles, baldosas, mermeladas, cacerolas, corbatas, perfumes, lapiceros, vajillas… Baste decir que cada semana se venden en el mundo un millón de productos con el sello Pierre Cardin.

A principios de los 80, abrió otra vía de negocio muy diferente al adquirir los lujosos restaurantes Maxim's, de los que más tarde abrió sucursales en Nueva York, Londres y Pekín. Años después, completaría su negocio de hostelería con una cadena de hoteles con el mismo nombre.

Con el Cardin hombre de negocios convivía el Cardin amante de la cultura. Amigo de Salvador Dalí, de Jean Cocteau, de Luchino Visconti, de Franco Zeffirelli, de Lucía Bosé o de Jackie Kennedy, guardaba un grato recuerdo de sus largas conversaciones sobre arte. Todos ellos fueron una influencia decisiva en su trabajo.

El dinero como medio

Siguiendo su máxima de que "el dinero sólo es un medio", dedicó gran parte de su fortuna a la inversión inmobiliaria. Se sentía muy orgulloso de la compra del Espace Cardin, inaugurado en 1971 en el Théâtre des Ambassadeurs de París. Allí se exhiben hoy sus creaciones, pero también sirve de plataforma para jóvenes talentos del teatro o de la música.

Se hizo con las ruinas del emblemático castillo en Lacoste Vaucluse, que en su tiempo fue habitado por el Marqués de Sade y Casanova. Tras un profundo trabajo de restauración, en el que dejó su inconfundible sello, lo utilizó para celebrar festivales de teatro y también para guardar sus dos colecciones personales favoritas: la de muebles y la de loros.

Además de su talento para el arte, Pierre Cardin tenía una enorme facilidad de palabra. Era famoso por su forma de hablar. Sus entrevistas acababan por ser una sucesión de ingeniosos aforismos en los que intentaba envolver su manera de pensar.

"No necesitas nada cuando lo tienes todo", decía sobre sus aspiraciones. Incluso se atrevía a hacer vaticinios y explicar cómo veía el mundo de la moda del mañana: "En el futuro, cuando las ciudades estén climatizadas, el maquillaje ya no se limitará sólo a la cara, sino que se extenderá por todo el cuerpo, como una segunda piel. El vestido será un adorno, perderá sus limitaciones climáticas y se convertirá en una joya".

Capitalista de alma socialista

Nunca ocultó sus ideas ni su forma de pensar sobre la política. "Yo he sido capitalista" aseguró en una entrevista. "No he querido ser comunista porque es lo más triste del mundo, aunque yo respeto esa ideología humanitaria, que tiene razón de existir cuando no se tiene nada, porque es una especie de religión. Desde siempre, mi objetivo para el éxito ha sido el capitalismo. Sin embargo, quiero señalar que yo soy un capitalista al servicio del socialismo, que el capitalismo sólo es válido cuando se pone al servicio del público".

En cambio, siempre se ha mostrado muy receloso sobre su privacidad. "Mi forma de vivir es la misma de cuando empecé", declaró cuando le preguntaron por su vida. Se conocen detalles nimios, pero significativos, como que utilizaba una pequeña habitación, casi una celda, en su caserón de los Campos Elíseos, frente al palacio presidencial, y que el paladín de la modernidad detestaba los aparatos digitales.

Cuando le preguntaron sobre la mayor locura que había hecho por amor, se limitó a bromear. "No casarme. Así soy libre y no un esclavo".

Su gran amor fue la actriz Jeanne Moreau, con la que mantuvo un romance. Incluso se plantearon casarse, pero él se negó, según contaría más tarde. "No quería ser el señor Moreau y ella no habría querido ser la señora Cardin. Sin duda, fue una especie de orgullo ridículo".

En su vejez, el hombre que lo consiguió todo en la vida, que incluso transformó el mundo en el que vivió, reconocía que sólo le quedaban dos sueños por realizar: tener un hijo y viajar a la luna. El mundo se le quedaba pequeño. Aún necesitaba expandir más su creatividad y su influencia.

Pietro Costante Cardin, más conocido como Pierre Cardin, nació el 2 de julio de 1922 en San Biagio di Callalta (Véneto, Italia) y murió el 29 de diciembre de 2020 en París (Francia).