El restaurante de París donde comer clásicos a buen precio: la sopa de cebolla cuesta 3,80

El restaurante de París donde comer clásicos a buen precio: la sopa de cebolla cuesta 3,80

Reportajes gastronómicos

Los restaurantes de París donde comer clásicos a buen precio: la sopa de cebolla cuesta 3,80

Los bouillon causaron furor en el siglo XIX y ahora, están en pleno revival. ¿Sus claves? Platos tradicionales franceses en un ambiente único y sin gastar de más.

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Reservar restaurante en una escapada a París puede convertirse en una aventura. La ciudad es conocida por su exquisita gastronomía, pero también por ser una de las más caras del mundo, sobre todo en términos de vivir allí, ya que ocupa el séptimo puesto en el ranking de las más costosas.

En tiempos de inflación y presupuestos ajustados, y sobre todo ahora, con la cuesta de enero tras el derroche navideño, encontrar un lugar donde comer bien y a buen precio puede parecer un sueño. Sin embargo, una tendencia del pasado ha regresado con fuerza para conquistar a los parisinos y turistas: los bouillon.

Bouillon, de servir caldo a emblemas de la clase obrera

Originarios del siglo XIX, los bouillon eran restaurantes pensados para las clases trabajadoras. Su concepto era simple: ofrecer platos tradicionales franceses, nutritivos y asequibles en un ambiente desenfadado. "Bouillon" hace referencia al caldo que inicialmente se servía como base en estos establecimientos, pero el término pronto se asoció con lugares donde disfrutar de una comida completa, con buena calidad y clásicos franceses reconfortantes, sin vaciar la cartera. Muchos de estos platos eran los que preparaban los campesinos o los que se cocinaban en casa en la época de Napoleón.

Bouillon Chartier

En su auge, llegaron a ser una institución en París, con locales que servían cientos de comidas al día a trabajadores y estudiantes. En el siglo XX, París llegó a tener más de 250 de estos establecimientos. Pero, con el tiempo, fueron eclipsados por bistrós, brasseries y restaurantes más sofisticados que prometían experiencias más refinadas. Dos guerras mundiales, sumadas al auge de la comida rápida, también hicieron de las suyas.

Bouillon

A pesar de ello, los bouillon nunca desaparecieron del todo. Hoy, gracias a su encanto retro y su relación calidad-precio, han resurgido como un fenómeno que encaja a la perfección en la era de la nostalgia gastronómica. No solo apelan a la nostalgia, sino que se han posicionado como la opción perfecta para comer platos tradicionales a precios más que razonables.

La resurrección de los restaurantes asequibles

El concepto fue tan bien recibido que inspiró la reapertura de otros bouillon históricos y la creación de nuevos locales bajo la misma premisa. Bouillon Chartier, por ejemplo, se ha convertido en un icono para los que buscan vivir esta experiencia en París. Fundado en 1896, este restaurante histórico conserva su decoración original con azulejos antiguos, techos altos y mesas compartidas.

Bouillon Julien

Otro de los más famosos es Bouillon Julien, que abrió sus puertas por primera vez en 1906 como Gandon-Fournier, diseñado por el arquitecto francés Édouard Fournier, y rápidamente se convirtió en una parte esencial de la cultura gastronómica parisina. Su interiorismo art nouveau es uno de sus mayores reclamos.

Bouillon: dos establecimientos y comida para más de 750 personas

Pero el que hoy nos ocupa, ha sido una verdadera revolución. Tanto que en los dos espacios que han abierto estos años, se acumulan colas interminables diarias. Abren de 12 de la mañana a 12 de la noche, con cocina interrumpida y el nombre elegido no podía ser más adecuado al concepto.

Si hablamos de un verdadero fenómeno, uno de los responsables de este revival fue Bouillon Pigalle, que abrió en 2017 y se convirtió en un éxito. Este restaurante abrió impulsado por los hermanos Pierre y Guillaume Moussié, quienes se propusieron recuperar el espíritu de aquellos emblemas parisinos.

Bouillon

Ubicado a pocos pasos del Moulin Rouge, Bouillon Pigalle combina la tradición con un ambiente moderno y accesible, lo que lo ha convertido en un éxito rotundo desde su inauguración. El local en sí tiene dos plantas, que pueden llegar a acoger a 300 comensales. Eso sí, en mesas tan pegadas que tendrán que retirarla para que el que se siente en sus sofás rojos, sea capaz de sentarse.

Su popularidad fue tal que, en 2021, los Moussié decidieron expandir el concepto con la apertura de Bouillon République. Este nuevo establecimiento, con capacidad para 450 personas, conserva elementos de la decoración Belle Époque, como los techos altos, lámparas art déco y azulejos antiguos, haciendo de la comida o cena, también una experiencia visual. 

Platos icónicos a precios irresistibles

Ambos restaurantes han conquistado a locales y turistas gracias a su propuesta de buena comida, ambiente animado y precios imbatibles. El secreto de su éxito radica en ofrecer platos clásicos franceses elaborados con calidad, que no resienten la factura total.

Bouillon

Su propuesta gastronómica es sencilla pero efectiva. Entre los favoritos destacan el caldo de pollo con vermicelli, el œuf mayo (huevo con mayonesa), la terrina de pato con pepinillos y el medallón de foie con sal ahumada. Y por supuesto, la tradicional y reconfortante sopa de cebolla, que es un imprescindible, tarifada a tan solo 3,80 euros.

Bouillon

Si los entrantes son de lo más apetecibles, los principales no se quedan atrás. Boeuf bourguignon, con su carne tierna cocida a fuego lento en vino tinto, filete con patatas fritas, raya con alcaparras, el carbonero beurre blanc con fondue de puerros o un steak tartar, son siempre un acierto. Y lo mejor es que todos ellos tienen un precio de entre 9 y 13 euros. Para acompañar, no pueden faltar las guarniciones como puré de patatas, ensalada o la calabaza potimarron.

Bouillon

Cuando llega el momento del postre, la experiencia sigue a la altura. Es el paraíso para los amantes de los dulces con acento francés, con una extensión casi tan amplia como la de los platos principales. Un profiterole de gran tamaño con helado de leche y chocolate caliente, île flottante (un clásico de merengue flotando sobre crema inglesa), mousse de chocolate, french toast con caramelo o la crème brûlée, son elecciones populares que completan una comida perfecta.

Bouillon

Completan la oferta con una carta corta de vinos franceses, que se pueden pedir por copas, medias botellas o botellas; cócteles y aperitivos; y otras opciones como sidras o cervezas. A pesar de su enfoque tradicional, los bouillon han sabido adaptarse a los tiempos modernos, todo ello sin renunciar a su identidad ni a su esencia.