Red flags gastronómicas

Red flags gastronómicas iStock

Actualidad gastronómica

Nunca hagas esto con tu cita en un restaurante: las 8 señales gastronómicas de que esa persona no es tu media naranja

Las red flags que indican que lo tóxico en la mesa no son las setas ni las almejas, sino la persona con la que las compartes. 

Más información: Los seis mejores restaurantes para una primera cita perfecta en Madrid.

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Cuando se trata de compartir mesa con la persona que quieres o un más que potencial match, hay ciertas cosas que Cupido no puede dejar pasar. Y menos aún en un día tan señalado como este viernes, 14 de febrero, San Valentín. Una fecha especial que muchos y muchas aprovecharán para llevar a cabo algún plan gastronómico romántico como los que proponemos en este artículo.

O quizá los más enamorados se animan a reservar en este restaurante que tiene la mesa perfecta para pedir matrimonio a tu pareja (desde su apertura en 2019 han presenciado más de 100 pedidas de mano). Y quienes no quieran salir de casa siempre pueden sorprender a su crush con alguno de estos regalos culinarios

Pero por muchas recetas afrodisíacas, vinos rosados o paseos a la luz de la luna que se tercien, siempre hay algunas señales o alarmas que nos indican que esa personita que nos mira con ojos vidriosos y sonrisa bobalicona no es en absoluto nuestra alma gemela (suponiendo que tal cosa exista). 

La mesa de Saddle pèrfecta para pedir matrimonio.

La mesa de Saddle pèrfecta para pedir matrimonio. Saddle

Las red flags gastronómicas que hielan el corazón

En Cocinillas hemos preguntado a los lectores por esas red flags culinarias que les resultan especialmente inadmisibles, que no pueden dejar pasar por alto o que les hielan el corazón (y el estómago). 

Velas, champán y Happy Meal

"Yo como de todo", dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. Y acto seguido pides el menú infantil del bar: croquetas, calamares y bravas. Nuestros cocinillas no soportan a esas personas que les gustan "sólo tres platos de toda la carta", "como si tuvieran cinco años".

La diversidad es alegre, atrevida y enriquecedora; si zampas siempre las mismas recetas de comedor de colegio proyectas una imagen de alguien apocado y monótono. Amar es compartir aficiones (entre otras muchas cosas), y si eres alguien muy foodie y tu pareja no puede acompañarte a probar alguna de las muchas paellas locas de Dabiz Muñoz, definitivamente no es para ti.

La inapetencia no es sexy

Otra persona nos confiesa que no aguanta que a alguien "le dé igual qué pedir". "No, joder, ¡siente pasión por algo!", exclama. Elegir juntos los platos que vais a comer es una aventura excitante, un estimulante pulso culinario, una tarea en equipo que une vuestras almas para siempre (o al menos hasta que llegan los postres). 

Si le da igual qué comer, ¿cuántas otras cosas le serán indiferentes? ¿Le importa algo en la vida realmente? ¿Le gustas de verdad o sólo se está conformando? ¿Podrías ser tú como podría ser cualquier otra persona del universo? Si le da lo mismo qué comer, probablemente también sea apolítico/a y agnóstico/a. Mucho cuidado.

Camarero, hay un San Bernardo en mi mesa

En Japón, sorber fuerte los fideos o la sopa es un signo de agradecimiento al chef. Pero, si no tienes los ojos rasgados y estás en un bar de carretera de Puente Tocinos, ¿por qué te empeñas en chapotear los morros dentro del caldo como si fueras un San Bernardo asmático? Sorber líquidos con demasiado entusiasmo no es nada sensual, así que trata de evitarlo si no quieres que las flechas de Cupido apunten a tu gaznate en lugar de al corazón de la persona amada.

La hamburguesa 'La orgásmica' del restaurante alicantino The Vicbros Burger.

La hamburguesa 'La orgásmica' del restaurante alicantino The Vicbros Burger.

Cuando relajarse y disfrutar no está en el menú

Pedís la hamburguesa más monstruosa y grasienta de la carta. Mientras te relames y la agarras fuertemente con ambas manos, te das cuenta de que tu pareja está comiéndola con cuchillo y tenedor. La miras estupefacto/a, petrificado/a, la salsa de la burger comienza a chorrearte por los brazos... Algo acaba de romperse entre los dos

Comer bien también significa dejarse llevar y, a veces (como en muchas de las cosas buenas de la vida), hay que ensuciarse las manos para poder disfrutar de verdad. No estás en Versalles, nadie va a retratarte (como canta Calle 13 en su mítica 'Atrévete-te-te'), relájate y saborea esa carne picada sin pensar en el futuro o en el qué dirán

Que coja los cubiertos como si fueran puñales

Si bien es cierto que los formalismos en la mesa cada vez están más cerca de ser cosa del pasado, la educación no. Puede que tu acompañante no se escandalice por ver cómo coges el cuchillo como si acabaras de salir de una cueva tanto como si se te ocurre poner los pies en la mesa pero, compórtate, no es la primera vez que sales fuera a comer. 

Así como la servilleta no es trapo que tienes que estar sobando todo el rato, los cubiertos se deben coger correctamente si no quieres traspasar el plato cortando el filete. 

Formar parte de un ménage à trois donde uno de los invitados es su teléfono móvil

Para muchos, los smartphone se han convertido en una extensión de nuestras extremidades. Es un hecho, no lo vamos a negar. Pero de ahí a que formen parte de la cita de principio a fin... Concedeos ese ratito de calidad. Y si notas que tu pareja encuentra más interesante lo que tiene delante de la pantalla que tu compañía puede que haga falta una llamada de atención. 

"Si no has hecho una foto, es que no ha pasado", nos susurra ese 'Lucifer de las redes sociales' que en tantos momentos nos persigue. Lucha contra él, por una vez. Es mucha más problable que el próximo día te acuerdes más de las conversaciones que te hicieron reír que del nigiri de pez limón que te sirvieron. Porque, aunque suene a 'pastel', es una verdad como un templo: las experiencias siempre son más si son compartidas, pero no en Instagram, sino entre los dos. 

Que sea vegetariano o vegano. A los hombres de verdad les gustan los chuletones al punto, como a Pedro Sánchez. 

Que conste que siempre hay que respetar a las personas y las decisiones que toman, pero este es un asunto de estado. Más allá de anécdotas que un día se mezclaron con la política, aquí queremos hacer una llamada de atención a los que se pasan al 'lado verde' con argumentos endebles.  

Nos gusta la carne, sí. La disfrutamos, sí. Siempre desde el consumo responsable, como debería ser todo en esta vida (y aun así qué difícil es). Aunque como aquí hemos venido a jugar, pasémoslo bien como aseguran templos como Etxebarri con su txuleta, Manix con su lechazo, o Piantao con su asado argentino.

Que no le guste el queso

Todo el mundo tiene sus fobias. Por aquí hay alguna a la que las aceitunas le procucen escalofríos. Pero cuando se trata del queso, ¿qué hay que debatir? Si es cuestión de intolerancia a la lactosa, hablemos, hay opciones. 

El carrito de quesos de Saddle.

El carrito de quesos de Saddle. Saddle

Resulta difícil creer que alguien diga que no a una flor de Tête de Moine AOP, a un pedazo de La Peral, a una cuña de Majorero, al Arzúa fundido, o al momento en el que sumerges un 'pico' de pan en una Torta del Casar. La de noches que han sido celebradas con una tabla de queso, si te faltan ideas, por aquí tenemos unas cuantas. Y qué hay de esos que llegan a nuestra mesa en un carrito de ensueño. No entendemos un mundo sin queso, protagonista de tantas historias y con un peso inmesurable en nuestra cultura