
La mesa más deseada de Saddle.
La mesa perfecta para la pedida de mano está en este restaurante clásico con estrella Michelin de Madrid
Este San Valentin, el restaurante Saddle, decorado con más de 700 claveles en el techo, ofrecerá un menú especial, entre otras sorpresas.
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En lo que lleva de vida, el restaurante Saddle ha 'presenciado' más de 100 pedidas de mano. Ubicado en el mismo local donde antaño brillaba el legendario Jockey, este nuevo icono abrió sus puertas en 2019 con la ambición de redefinir el lujo en la restauración madrileña. Pero más allá de la gastronomía, lo que realmente distingue a Saddle es su enfoque en la experiencia del comensal. En sus 1.600 metros cuadrados de espacio, distribuidos en dos plantas, cuentan con varios reservados que han sido testigos de numerosas declaraciones de amor.
En la sala principal hay una mesa, pegada a la ventana que llama especialmente la atención y ha sido el centro de muchas miradas. "Es un sitio que invita mucho a las pedidas de mano. No solo esa mesa, sino en los reservados de arriba. Tenemos dos reservados para cobardes como yo que preferimos no estar en medio de un restaurante lleno" cuenta Israel Ramírez, sumiller y director del restaurante, para quien “la hostelería no va de ganar premios, sino de hacer feliz a la gente que nos visita y confía en nosotros.”
Una pedida a medida
El equipo de Saddle entiende que una pedida de mano es una ocasión única y personal. Por ello, no se limitan a preguntar si el anillo debe entregarse antes o después del postre, sino que ofrecen una experiencia completamente a medida: desde iluminación tenue y un violinista en vivo hasta pétalos de rosa, velas y notas de amor personalizadas.

Mesa para dos en uno de sus salones privados.
"Hay veces que no quieren nada y hay otras que he acabado comprando el anillo yo con el señor" cuenta Ramírez. Esta última anécdota le ha pasado un par de veces: "La primera fue con un cliente irlandés. Le llevé a El Corte Inglés, le ayudé con las traducciones, compró un anillo de estos que impresionan y ella dijo que sí, fue todo muy fácil".
"El año pasado fue muy especial, le pedí al violinista que viniera y mientras la gente comía, bajé suavemente la luz, él empezó a tocar y la gente empezó a girarse sorprendida pensando que ese violín había sido cosa de su pareja" recuerda sobre el San Valentín pasado. "También les preparamos rosas que se llevaban a la salida. Fue tan bonito que hemos decidido hacerlo a lo bestia, al final un restaurante va de ser parte de los recuerdos de la gente que nos visita".
Para este año vuelven a contar con el violinista Ángel Botti, "y vamos a colgar de una estructura del techo 700 claveles rojos. Vamos a decorar el jardín con 15 kilos de pétalos que hemos comprado. Pondremos candelabros y velas por todo el restaurante, tenemos un menú cerrado y una nota de amor escrita a mano que ofrecemos a quien hace la reserva" explica sobre la velada que tienen preparada, donde no va a faltar un corazón de dos metros "para que se hagan una foto juntos".

Los claves y rosas que visten de San Valentin a Saddle.
Un menú único para San Valentin
Con el chef ejecutivo Pablo Laya al frente de la cocina, el restaurante ofrece una experiencia gastronómica sin rigideces. Aunque cuenta con un menú de degustación por 175 euros, la mayoría de los clientes opta por diseñar su propia experiencia a través de su carta, con platos icónicos como el salpicón de bogavante gallego, el lenguado meunière o el risotto de carabinero.
Para este San Valentin, han preparado un menú de ensueño donde no falta el guisante lágrima, escabeche de boletus y papada ibérica, el rodaballo salvaje a la brasa, beurre noir y endivia, el solomillo Rossini de Rubia Gallega o u gâteau coeur liquide de almendra y frutos rojos, de postre. El precio del menú son 270 euros, 340 si se opta por celebrarlo en una de las salas privadas. La armonía de vinos va aparte y cuesta 100 euros.
"Hemos llamado a la noche 'Rendez vous' y si sale bien se hará todos los años" explica el director de Saddle. Hemos agotado todas las reservas para el 14 de febrero, "vendimos todas la meses en pocos minutos". "Queremos que sea algo recurrente y celebrarlo todos los años" apunta.
Ha dicho 'sí'
Anécdotas hay muchas, "aunque supiera nombres no te lo podría decir. aquí ver oir y callar" confiesa cuando se le intenta 'tirar de la lengua'. Y sin darlos, rescata una que se convirtió en "uno de los momentos más felices de mi vida .Él nos había avisado que le iba a pedir mano a ella. Era viernes pero no era el 14 de febrero".
Cuenta que ese día estaba el restaurante lleno de "políticos y personas importantes, algunos expresidentes de otros países europeos, agentes de seguridad... Les sentamos en la mesa de la ventana. Él estaba atacado de los nervios y cuando la señora se fue al lavabo, me fui corriendo a la barra, saqué una botella de tequila que tiene siempre a mano Gabriel y le puse un par de chupitos. Cuando me dio la señal, bajé las luces y empecé a grabar".
Suelen contratar músicos para ocasiones especiales si el cliente lo pide -hace unos días recibieron a unos mariachis- y coincidió que ese día había un violinista. Él se arrodilló y la gente se puso en modo grada como si fuera un escenario, los dignatarios dejaron de comer para mirar, ella dijo que sí, todos empezaron a aplaudir y el violinista a tocar. Me fui a casa cantando en el coche, eso que yo nunca canto" recuerda con emoción aquel momento de la pareja que tiene 'colgado "en la pared con las fotos donde guardamos momentos especiales".

Saddle y su mesa cubiertos de pétalos.
También puede que haya habido algún no, pero de ser esa la respuesta, "no te lo suelen contar. Alguna vez ha habido algún señor mucho tiempo de rodillas. Hubo un señor al que creo que aquí le dijo que sí y después en casa no. Nosotros no podemos preguntarles, pero lo normal es que estén tan contentos que se lo cuentan a todos". Cuando 'suena la flauta', "traemos una botella de champán, una minuta más bonita que lo normal, para recordarles que pasados unos meses les esperaremos aquí si quieren celebrar su aniversario".