
Francesco Martucci elaborando una de sus pizzas.
El pizzaiolo que perteneció a los ultras de un equipo de fútbol italiano y ahora dirige una de las mejores pizzerías del mundo
El Casertana fue su religión, pero desde joven, Francesco Martucci entregó su vida a la pizza para convertir I Masanielli en la mejor pizzería de 50 Top Pizza en la número uno.
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Si no fuera por la fila de gente que espera a la entrada, nadie se imaginaría que subiendo unas escaleras desde su aparcamiento, prácticamente en la carretera, contiguo a una gasolinera, y en un edificio de lo menos apetecible, aguarda la que ha sido condecorada como el nº 1 de 50 Top Pizza desde 2019 a 2024. Tampoco se imaginarían que aquel hombre tras la vitrina de la cocina, que da instrucciones a jóvenes mientras preparan a toda velocidad unas de las pizzas más ricas del mundo, es el artífice de todo y solo tiene 45 años.
Caserta lo es todo para Francesco Martucci y, digamos que, viceversa, o al menos su nombre ha servido sin duda para poner en el mapa esta pequeña ciudad a media hora al norte de Nápoles, más allá de lo que ha conseguido el equipo al que el italiano dedicó incontables horas como ultra sin faltar a ninguno de sus partidos.
Martucci, que comenzó desde lo más humilde, hoy es reconocido como uno de los mejores pizzaiolos del mundo por el prestigioso ranking 50 Top Pizza. Su historia no es solo la de un cocinero talentoso, sino la de un rebelde que transformó su vida marcada por el esfuerzo. Un hombre, de mirada penetrante cuyo aspecto muestra haber vivido mucho, deboto a su restaurante I Masanielli donde derrocha una pasión inquebrantable por la pizza.

La entrada a I Masanielli.
Hijo de Caserta, padre de la pizza
Martucci, nacido en 1980 en una familia de escasos recursos, no tuvo una infancia fácil. Desde los 10 años comenzó a trabajar en la pizzería de su tío, donde su rutina incluía limpiar baños, lavar platos y recoger mesas. Lo que para otros habría sido una carga insuperable, para él fue el inicio de un camino que cambiaría su destino. Entre jornadas agotadoras, aprendió los secretos de la pizza, convirtiendo los errores en lecciones y la repetición en maestría.
A los 20 años, ya dominaba su oficio. En 2001, junto a su hermano, abrió I Masanielli, un pequeño local que, con el tiempo, se convertiría en un ícono de la pizza. Pero sus primeros años no estuvieron exentos de críticas. Martucci, considerado entonces un 'hereje' de la tradición napolitana, rompió esquemas con una propuesta provocadora que integraba técnicas modernas, ingredientes inusuales y una estética completamente innovadora.

Los hornos de la pizzería a pleno rendimiento.

Franceso Martucci.
En la actualidad, I Masanielli más que en un restaurante es un laboratorio de innovación. Con 500 metros cuadrados y un equipo de 42 personas, Martucci sirve 1,000 pizzas al día a 500 comensales, con un enfoque va más allá de las normas tradicionales de la pizza napolitana. Por eso en su extensa carta no sorprende encontrar pizzas que pasan por tres cocciones diferentes —vapor, horno y frita— antes de llegar a la mesa.
La carta cambia cada estación y para darle forma se apoya en la música, de donde viene mucha de su inspiración. No sabemos a lo que suena la que presenta siete maneras diferentes de cocinar la cebolla, pero saber lo hace deliciosamente. Ocurre lo mismo con Assoluto di carciofo, que combina alcachofa fresca y en crema, queso pecorino, próvola ahumada y ajo o la Assoluto di pomodoro, construida a partir de tomate en varias texturas. Y así con las más de 20 variedades que abarca el menú.

Las 7 consistencias de la cebolla: crema de cebolla, fermentada, crujiente, quemada, mayonesa de cebolla, gel de cebolla, mermelada de cebolla y fiordilatte.
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