Con la colaboración de:

Salud

‘Código Ictus’, clave para tratar sin demora el infarto cerebral

La alerta y las unidades específicas de ictus de los centros hospitalarios son un factor fundamental para garantizar una atención rápida a estos pacientes. 

Publicada

“Las manos me empezaron a temblar. No era capaz de hablar y entonces me dio un pinchazo muy fuerte en la sien y me mareé”. La mayoría de los relatos de pacientes que han sufrido un ictus comparten síntomas similares, como la afectación del lenguaje, problemas de fuerza o sensibilidad en un lado del cuerpo y un dolor súbito en la cabeza.

El ictus es la primera causa de muerte en las mujeres, la segunda en hombres y es también la primera causa de discapacidad en la edad adulta. En España la incidencia de un evento cerebrovascular está en torno a 200 casos por cada 100.000 habitantes y la edad media del paciente, sobre los 70 años. “Sin embargo, hay que saber que el ictus con cierta frecuencia afecta a personas jóvenes debido a una serie de causas, porque muchas veces es la forma de manifestación de otras enfermedades”, explica el doctor José Carlos Fernández Ferro, jefe del Servicio de Neurología de los hospitales universitarios Rey Juan Carlos, Infanta Elena y General de Villalba. La obesidad, la hipertensión arterial, la diabetes y el consumo de alcohol y tabaco son los factores de riesgo más habituales para esta enfermedad.

Aunque estos elementos aumentan las posibilidades de sufrirlo, un ictus no da señales de alarma y sucede en cuestión de segundos. Por ello, el tiempo es absolutamente esencial. Desde el aviso a los servicios de emergencia se trabaja a contrarreloj para evitar o reducir las secuelas en el paciente. “Cuanto más tiempo pase sin flujo sanguíneo una parte del cerebro, mayores serán las consecuencias. El tiempo es muy importante y por eso tenemos que asegurar la atención rápida de estos pacientes”, afirma la doctora Natalia Barbero, jefa de Sección de Neurología del Hospital Universitario Rey Juan Carlos y especialista del Servicio integrado de Neurología de los hospitales universitarios Rey Juan Carlos, Infanta Elena y General de Villalba.

Código Ictus’

La rápida acción que exige un ictus ha llevado a los servicios sanitarios de todo el territorio nacional -desde los servicios de emergencia extrahospitalarios hasta las Unidades de Ictus de los hospitales- a implantar un procedimiento específico para el tratamiento de estos pacientes. Se trata del protocolo Código Ictus, basado en el reconocimiento precoz de los signos de un ictus para priorizar el traslado de estos pacientes a un centro hospitalario de referencia en el tratamiento de ictus. El objetivo es reducir al mínimo posible el tiempo transcurrido entre la aparición de los síntomas y la llegada al hospital. 

Dr. José Carlos Fernández-Ferro.

Dr. José Carlos Fernández-Ferro.

Cuando el paciente ya ha llegado a su centro de referencia, expresa el doctor Fernández, “convergemos en la mesa del escáner neurólogos y radiólogos para obtener de la forma más rápida posible información sobre qué está sucediendo y poder tomar decisiones”. La primera de ellas es determinar qué tipo de ictus ha sufrido el paciente: isquémico (el llamado infarto cerebral y el más frecuente, en el cual un trombo bloquea la circulación en una arteria) o hemorrágico (que se produce cuando se rompe la pared de un vaso sanguíneo y la sangre se vierte en el tejido cerebral).

La diferenciación se resuelve con un TAC simple y, en caso de que se trate de un ictus isquémico “hacemos un TAC con contraste para intentar observar dónde se encuentra la obstrucción”, añade el neurólogo.

Una vez determinada la tipología del ictus, continúa la doctora Barbero, “podemos aplicar dos tipos de tratamiento, el farmacológico o el intervencionista”. Cuando se trata de un ictus isquémico, el objetivo es eliminar o extraer el trombo. En este caso, el objetivo del tratamiento farmacológico “es disolver el trombo para poder restablecer la circulación cerebral”.

El tratamiento intervencionista, por otro lado, requiere de un cateterismo -la técnica de elección suele ser una trombectomía mecánica- para extraer el coágulo sanguíneo que está ocluyendo la arteria cerebral. “Para esto lo que hacemos es utilizar dispositivos extractores de trombo mediante técnicas de aspiración o técnicas con stent retriever, que sería básicamente como un muelle que lo que hace es capturar ese trombo y quitarlo del cerebro”, explica el doctor Claudio Rodríguez, jefe de departamento de la Unidad de Neurorradiología Intervencionista de los hospitales de Quirónsalud integrados en el Sermas.

Dr. Claudio Rodríguez.

Dr. Claudio Rodríguez.

Cuando el ictus ha provocado una hemorragia, el objetivo es frenar el sangrado, reduciendo la tensión arterial y corrigiendo la anticoagulación (si el paciente estaba con tratamientos anticoagulantes) o, en los casos más graves, se puede requerir una intervención quirúrgica para evacuar la sangre y reparar el vaso lesionado.

Después del ictus, una “ruptura biográfica”

Con independencia del tipo de ictus, destaca la doctora Barbero, “una parte fundamental del tratamiento es el ingreso del paciente en una Unidad de Ictus”. Estas forman un ecosistema intrahospitalario destinado exclusivamente a la hospitalización de pacientes con ictus y en el cual confluyen profesionales de diferentes especialidades para la atención específica de este perfil de paciente.

Expertos y numerosos estudios avalan la eficiencia de las Unidades de Ictus para reducir la mortalidad y las secuelas de un ictus, ya que permiten ofrecer los mejores recursos de tratamiento en el menor tiempo posible, puesto que poseen unos criterios de ingreso preestablecido que agilizan este procedimiento y cuentan con personal especializado.

Enf. Carmen Pajuelo.

Enf. Carmen Pajuelo.

En estas unidades, por ejemplo, es esencial “tener un personal de enfermería entrenado que detecte al minuto cualquier cambio que pueda haber en el paciente. El paciente neurológico es un paciente complejo en el que no solamente hay que estar al tanto de las constantes vitales, hay cambios súper lábiles que es importantísimo tener una enfermería entrenada que sea capaz de detectarlo y avisar siempre al neurólogo”, cuenta Carmen Pajuelo, enfermera supervisora del Servicio de Neurología y Neurocirugía del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz.

Tras la fase aguda, si se ha llegado a producir daño cerebral, llega otra parte primordial del tratamiento que es la rehabilitación, que es lo que permitirá al paciente recuperar la movilidad, el habla, la deglución y abordar cualquier déficit cognitivo que hubiera podido experimentar.

Dra. Raquel Cutillas.

Dra. Raquel Cutillas.

“Existe una evidencia clara de que cuanto antes iniciemos una rehabilitación y una movilización precoz del enfermo, menores van a ser las secuelas que podamos llegar a ver”, asegura la doctora Barbero. Por su parte, la doctora Raquel Cutillas, jefa asociada del Servicio de Rehabilitación del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, añade que la “rehabilitación es importante desde el primer momento que al paciente le da el ictus, porque va a ser la forma de estimular las redes neuronales y toda la neuroplasticidad que en ese momento se genera en el paciente. En ese momento el cerebro tiene que reaprender todas las funciones que ha perdido y con la ayuda de las terapias va a ir consiguiendo movilizar más y sobre todo, realizar más funciones, adaptar la pérdida de fuerza o a la pérdida de movilidad a la función que queremos trabajar”.

Pero la recuperación tras el ictus no se acaba cuando termina el ingreso hospitalario, aclara el doctor Fernández, “sino que llega un momento que para los pacientes es enormemente importante, que es la vuelta al domicilio y que yo personalmente lo defino como una ruptura biográfica. Haya o no secuelas, los pacientes cuentan un antes y un después”.

Explica el neurólogo que, “durante el ingreso, se acumula un montón de información en un momento muy delicado, de un cierto shock emocional”, por lo que dentro del grupo Quirónsalud se ha puesto en marcha la Escuela de Ictus, “un espacio de encuentro con pacientes y con familias en el que abordamos lo mismo que durante el ingreso, pero de una forma más sosegada y donde ellos puedan entenderlo mejor”.