
Mark J. Mendeszoon es podólogo y cirujano del pie. (Alves / Flickr)
Soy podólogo y esta es la única zapatilla para correr que recomiendo en España: "Vemos mucho calzado mal adaptado"
Salir a correr es solo un ejemplo de las actividades deportivas que podemos llevar a cabo hoy en día, pero hay que saber elegir el equipamiento adecuado.
Más información: El ser humano no está hecho para correr, solo para andar.
Una de las primeras lecciones al comenzar a hacer deporte es que el mismo calzado no vale para todos los ejercicios. Que una misma zapatilla sirva tanto para correr como para realizar ejercicios de fuerza es algo que aún se escapa a la tecnología actual. Por eso, el medio Women's Health ha querido determinar cuál sería la zapatilla ideal para una de las actividades físicas más populares: el running.
Como explican los expertos consultados, las zapatillas para correr deben tener una gran amortiguación para ayudar a reducir el impacto en las articulaciones. Pero este acolchamiento resta estabilidad y podría llegar a ser lesivo si no se adapta bien al pie. "Estamos viendo calzado mal adaptado, de una talla menor a la del pie", avisa el podólogo y cirujano del pie Mark Mendeszoon.
La amortiguación sería por lo tanto uno de los puntos clave en las zapatillas para correr en particular. Actualmente existen diferentes niveles de acolchamiento en las zapatillas disponibles en el mercado, y probablemente sea mejor tener una mayor si vamos a hacer running en comparación a las que se usarían para los entrenamientos de fuerza.
Sin embargo, los excesos son contraproducentes. Las zapatillas con un tacón más grueso y mayor amortiguación pueden llegar a alterar la pisada del corredor, que dejaría que contactar con toda la planta del pie en el suelo. Esto se relaciona con un aumento del riesgo de lesiones.
Por otro lado, otro punto a tener en cuenta es la caída del talón a la punta. Si es más pronunciada, puede ayudar a aliviar parte de la presión sobre el tendón de Aquiles y la fascia plantar, algo que sería beneficioso en el caso de las zapatillas para correr. Por el contrario, las zapatillas para HIIT o fuerza deberían prácticamente ser planas.
En tercer lugar, el tamaño de la zapatilla debe tenerse en cuenta, y no solo por la talla. Aunque usemos la misma talla desde la adolescencia, es adecuado volver a medir el tamaño del pie de vez en cuando. Los pies tienden a crecer con la edad y pueden cambiar su anchura en determinadas situaciones, como tras un embarazo. Según Mendeszoon, podemos aumentar un número de pie entero en la edad adulta.
Además, las tallas estandarizadas solo miden la longitud del pie, no la anchura del mismo, y hoy en día sí existen calzados adaptados más estrechos o más anchos dependiendo de las necesidades de cada persona. "Lo que estás buscando es una suela que se adapte a tu pie, sea ancho o estrecho", insiste el podólogo.
Finalmente, cabe recordar que también debemos tener en cuenta el uso que se les dará a las zapatillas. No solo importa el tipo de entrenamiento, ya sea HIIT, fuerza o carrera, sino el tiempo total de uso que implica la actividad de atletismo. No será lo mismo realizar carreras de corta duración que prepararse para eventos de gran calibre como maratones o ultramaratones, tanto en asfalto como en montaña.