Carlos Martín muestra un vial de la vacuna en su despacho de la Universidad de Zaragoza.

Carlos Martín muestra un vial de la vacuna en su despacho de la Universidad de Zaragoza. Laura Mateo

Salud

El científico español que puede librar a la humanidad de la infección más mortal del mundo

Desde Zaragoza hasta Sudáfrica, MTBVAC es la gran esperanza para acabar con la tuberculosis. Detrás del antídoto está el investigador Carlos Martín. 

21 marzo, 2023 02:31
Marcos Domínguez Laura Mateo

En 1991 se inició un brote de tuberculosis multirresistente en Madrid. El antiguo Hospital Carlos III tenía el cóctel perfecto: enfermos de tuberculosis y VIH convivían en el centro. Más de un centenar de personas murieron en ese episodio, una tragedia que puede esconder la solución a una de las mayores lacras de la humanidad.

Porque de tuberculosis siguen muriendo millón y medio de personas al año en todo el planeta, según la Organización Mundial de la Salud. "Es la enfermedad infecciosa que más muertes producía en el mundo hasta la irrupción de la Covid", afirma Carlos Martín, el padre de la vacuna que puede poner fin a esta enfermedad maldita.

Martín es jefe del Grupo de Genética de Micobacterias de la Universidad de Zaragoza y lleva cerca de cuatro décadas estudiando al representante más famoso de este grupo: Mycobacterium tuberculosis o bacilo de Koch, llamado así por su descubridor, el alemán Robert Koch.

Carlos Martín, camino de conseguir la vacuna para la tuberculosis Laura Mateo

Justo 100 años después del descubrimiento, en 1982, Martín se licenciaba en Medicina e iniciaba una carrera investigadora centrada en la genética de las micobacterias, algo "en lo que nadie quería trabajar", explica a EL ESPAÑOL, porque, a diferencia de otros microorganismos que se multiplican rápidamente y es más fácil estudiarlos y tener resultados, estas bacterias tardan meses en crecer.

Su despacho de la Universidad de Zaragoza, donde recibe a este medio, está presidido por un mapamundi gigante que muestra el viaje que siguió Francisco Javier Balmis, el médico español que llevó la vacuna de la viruela a las colonias españolas. "Después de su expedición no ha habido una empresa tan ambiciosa en España", afirma orgulloso.

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Tuvieron que pasar 39 años desde la descripción del bacilo de Koch hasta la aparición de la primera y única vacuna hasta el momento contra la tuberculosis. Conocida como BCG, se basa en la bacteria bovina y ha sido inmensamente valiosa durante el último siglo. Tan valiosa que se la relaciona con protección frente otras enfermedades infecciosas (Covid incluida), con el tratamiento del cáncer de vejiga e incluso con menores tasas de mortalidad general en niños.

Sin embargo, BCG no interrumpe la transmisión de la enfermedad ni protege frente a las formas respiratorias. Además, "ha perdido antígenos", por lo que su eficacia se ha visto atenuada. Y ahí es donde entra la cepa multirresistente madrileña.

Carlos Martín supervisa el trabajo de su laboratorio.

Carlos Martín supervisa el trabajo de su laboratorio. Laura Mateo

En 1992, Martín acababa de regresar a su Zaragoza natal tras cinco años en el Instituto Pasteur. Con los conocimientos que había adquirido de genética de micobacterias, se propuso descubrir todos los secretos de dicha cepa, a la que acabaría eliminando un gen, phoP, al que le achacaba su virulencia. Había creado el candidato ideal para una vacuna, conservando todos los antígenos posibles (incluidos los de BCG) y eliminando su peligrosidad.

Y lo hizo en los primeros 2000, cuando no habia ninguna otra vacuna estudiándose contra la tuberculosis. Ahí entraría en lo que él denomina "el valle de la muerte": el tiempo que transcurre entre un hito logrado el mundo académico y el interés de una empresa en desarrollarlo para beneficio de la humanidad.

Salió de ese valle en 2008, cuando la española Biofabri, fabricante de vacunas veterinarias perteneciente al Grupo Zendal, apostó por ella y nació MTBVAC. Cuatro año después, en 2012, comenzaron los ensayos clínicos en fase 1 (donde se vigila la seguridad) y en fase 2 (donde se selecciona la dosis más eficaz).

Carlos Martín en su despacho de la Universidad de Zaragoza.

Carlos Martín en su despacho de la Universidad de Zaragoza.

El ensayo definitivo, el que decidirá si la vacuna salva a la humanidad o se queda guardada en un cajón para siempre, ha comenzado en Sudáfrica, un país con alta prevalencia de tuberculosis ("la incidencia es similar a la de Madrid o París en el siglo XVIII: un muerto por cada 100 personas al año") y alto nivel de vacunación con BCG.

El objetivo es inocular a 3.500 bebés con MTBVAC y compararlos a otros 3.500 que recibirán su compañera centenaria. "El objetivo es que sea un 50% mejor que BCG, cuando el resto de vacunas actuales solo buscan demostrar no inferioridad", apunta Martín.

En la actualidad hay 14 candidatos vacunales pero solo tres han comenzado la última fase de desarrollo: MTBVAC, una versión recombinante de BCG y M72, que comenzará en breve.

Objetivo 2030

Martín calcula que tardarán unos cinco años en completar el reclutamiento de pacientes y el seguimiento a cada uno se hará durante dos años, por lo que espera tener los resultados definitivos de su vacuna en torno al final de la década, si no antes. También está pendiente de iniciarse un ensayo en adolescentes.

El zaragozano cruza los dedos. Biofabri apuesta por su vacuna y tienen respaldo financiero de la Unión Europea, "20 millones del programa EDCTP para ensayos clínicos en África, que fueron todos para MTBVAC, pero no es suficiente para acabar el estudio".

Un vial de MTBVAC.

Un vial de MTBVAC. Laura Mateo

El desarrollo de una vacuna cuesta mucho dinero, y cuando se dirige principalmente a países de bajos ingresos la expectativa de beneficio no la convierte en un jugoso negocio. Por tanto, han puesto en marcha la Fundación T.END, presidida por el propio Martín, para recibir todo el apoyo filantrópico que haga posible terminar el ensayo.

"Nos encantaría que esta vacuna fuera considerada marca España", sostiene el investigador, "porque cambiaría la historia de la tuberculosis". Cuando él empezó a investigarla se pensaba que esta enfermedad, una de las 'big three' que azotan a los países pobres junto al VIH y la malaria, estaría erradicada para el año 2000. Ahora, la OMS plantea 2050 como nueva fecha. Todo dependerá del éxito de Martín y su MTBVAC.