La sexualidad femenina es, desde que el mundo es mundo, un universo mucho más complejo que el masculino. Por eso, los investigadores se han afanado (de un tiempo a esta parte sobre todo) en desentrañar los misterios que se ciernen sobre el placer femenino. Así, han averiguado que las mujeres pueden llegar a experimentar hasta siete tipo de orgasmos distintos, que el éxtasis es más prolongado en ellas que en los hombres, que el Punto G no existe, o que durante el squirting las cantidades de fluido van desde 1 a 900 mililitros.

En realidad, el squirting (o femme fontaine, tal y como los franceses lo denominan) sigue siendo un fascinante misterio para la ciencia. Pese a todas las investigaciones que se han realizado al respecto, no sabemos con exactitud por qué algunas mujeres son capaces de soltar semejante chorro durante el orgasmo y otras no lo hacen. Tampoco sabemos si se trata de un fenómeno hereditario o, por el contrario, responde a otra serie de factores, tal y como ya explicamos aquí.

Lo que sí hemos podido saber recientemente es que las mujeres son capaces de expulsar hasta cuatro tipos de fluidos distintos durante el orgasmo y que el volumen de estos va desde los 0,3 hasta los 900 mililitros. Así lo apunta un reciente estudio realizado por un equipo de investigadores del Instituto de Sexología de la Universidad Charles y del departamento de Obstetricia y Ginecología del Hospital Universitario Motol (Praga, República Checa), que ha decidido revisar 75 trabajos distintos sobre los fluidos del placer femenino desde 1950 a 2017. Las conclusiones son más que sorprendentes. 

"La emisión de fluidos es la común y deseable manifestación fisiológica de la excitación sexual femenina (lubricación vaginal), una respuesta fisiológica (squirting, eyaculación femenina), un resultado de la incontinencia durante el coito, o una combinación de varios fluidos", apuntan los investigadores en el artículo. Además estos fluidos pueden ser expulsados a través de la vagina, la vejiga urinaria y las próstata femenina o glándula de Skene.

Para empezar, según ha podido comprobar este equipo de científicos, la eyaculación femenina y el squirting no tienen nada que ver. Son dos procesos fisiológicos distintos. "La eyaculación femenina es la secreción de unos poco mililitros de líquido lechoso espeso por la próstata femenina durante el orgasmo, que contiene antígeno prostático específico", explican los investigadores. La secreción de este fluido tiene un volumen muy "escaso" y, como mucho, llega a representar "la décima parte" del semen que expulsan los hombre durante la eyaculación masculina.

El squirting, en cambio, se define como "la expulsión transuretral orgásmica de una forma de orina que contiene diversas concentraciones de urea, creatinina y ácido úrico". Según los investigadores checos, el volumen oscila entre los 15 y los 110 mililitros, una cantidad que varía significativamente según los distintos estudios. El squirting "ocurre durante la estimulación sexual del complejo clitoro-uretro-vaginal" y se considera que "el chorrito es un fenómeno positivo que mejora la vida sexual" de aquellas mujeres a las que les ocurre.

Los investigadores consideran que la lubricación que se produce durante el coito es otro fluido diferente, al menos en parte, al que se produce durante la eyaculación femenina. "El fluido de lubricación es un ultrafiltrado de plasma sanguíneo. El flujo de sangre en el área genital se incrementa durante la excitación sexual y el fluido entra en la luz vaginal desde el plexo venoso de la vagina", explican los investigadores. "El fluido vaginal también puede contener líquido peritoneal y folicular, fluido uterino, fluido cervical y secreciones de las glándulas de Bartolini y Skene", añaden.

Por último, la incontinencia coital que experimentan algunas mujeres puede provocar que aparezca un cuarto fluido durante las relaciones sexuales. Así lo refleja la bibliografía médica. Algunas féminas que sufren incontinencia urinaria debido a la debilidad del suelo pélvico experimentan pérdidas involuntarias de orina al toser, saltar o hacer fuerza. Esto puede llegar a ocurrir de igual manera durante el sexo, tanto durante la penetración como durante el orgasmo.

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