
Un joven bebiendo agua de una botella.
Ni 10.000 pasos ni gimnasio: el agua que apenas tomamos en España y ayuda a adelgazar según la ciencia
Un nuevo estudio publicado en la revista 'BMJ Nutrition Prevention & Health' apunta que el consumo de un tipo de agua se vincula con la pérdida de peso.
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Perder peso no es nada fácil. De hecho, nuestro organismo se adapta a cualquier intento de reducir nuestro peso corporal al confundir la situación con una posible inanición. El cuerpo humano está hecho para sobrevivir, pero no está adaptado a los excesos de la sociedad occidental actual. Sin embargo, no todo esta perdido, y aún hoy en día se siguen descubriendo pequeños cambios en el estilo de vida que pueden allanar el camino hacia la pérdida de peso.
Recientemente, un nuevo estudio publicado en la revista BMJ Nutrition Prevention & Health habría sugerido que uno de dichos cambios sería cambiar el agua natural por el agua con gas, dado que esta última podría contribuir a la pérdida de peso al impulsar ciertos procesos biológicos que mantienen el cuerpo saludable.
El estudio, llevado a cabo por el investigador Akira Takahashi, del Hospital Neuroquirúrgico Tesseikai de Japón, buscaba examinar de forma más específica las afirmaciones de que las bebidas con gas o carbonatadas pueden ayudar a perder peso. Si bien es cierto que los efectos medidos son muy pequeños, no sería una medida inútil, y puede ser un paso más en la búsqueda de la pérdida de peso junto a otros cambios del estilo de vida. Todo suma.
Como explica el propio Takahashi, "el impacto del dióxido de carbono del agua carbonatada no es una solución única para perder peso. Una dieta equilibrada y cierto nivel de actividad física regular seguirán siendo necesarios para lograr un control sostenible del peso".
Como se explica en el propio artículo, cuando bebemos agua con gas, el dióxido de carbono o CO2 que contiene entra en nuestro torrente sanguíneo. Los glóbulos rojos convierten este CO2 en bicarbonato, lo que reduce la acidez celular y, posteriormente, aumenta la velocidad con la que consumen glucosa, lo que significa que quedará menos azúcar para transformarse en grasa.

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Para medir el impacto de esta reacción química en cadena y la consiguiente aceleración del metabolismo de la glucosa, Takahashi analizó cifras informadas para otro proceso que introduce CO2 en el organismo, como es la hemodialisis. Este tratamiento en estados avanzados de enfermedad renal crónica tiene como objetivo limpiar la sangre y eliminar los desechos cuando los riñones no pueden hacerlo por sí solos. Como resultado, también se introduce más CO2 en el torrente sanguíneo, algo que puede darnos pistas sobre los efectos de las bebidas carbonatadas.
Durante una sesión de hemodiálisis típica de cuatro horas, se procesan alrededor de 48.000 mililitros de sangre, dándo lugar a una reducción de alrededor de 9.5 gramos de glucosa. Dado que beber un vaso de agua con gas tiene un impacto mucho menor, es muy probable que el impacto de dicha bebida en el peso también sea pequeño, pero no inocuo.
"El CO2 presente en el agua carbonatada puede promover la pérdida de peso al mejorar la absorción de glucosa y el metabolismo de los glóbulos rojos. Sin embargo, la cantidad es tan pequeña que es difícil esperar efectos de pérdida de peso únicamente con el CO2 presente en dicha agua con gas".
Esta nueva investigación se basa en estudios previos que ya sugirieron que las bebidas gaseosas no afectan realmente al apetito, aunque beber agua con gas es definitivamente una opción más saludable que beber refrescos con azúcar. Además, se sabe que beber agua, ya sea natural o con gas, tiene cierto potencial saciante al ralentizar el vaciado gástrico. De nuevo, un efecto menor pero no inocuo.
Además de tener esto en cuenta, cuando se trata de perder peso, hay que tener en cuenta numerosos factores a cambiar o mejorar: cuidar la alimentación, mantener cierto nivel de actividad física tanto aeróbica como anaeróbica, mantener unos constantes y correctos horarios de comida, y una larga lista de factores de estilo de vida. De nuevo, todo suma.
Por otro lado, Takahashi también señala que las bebidas gaseosas no son inocuas, y en algunas personas pueden provocar problemas o empeorar patologías previas, como es el caso del síndrome del intestino irritable y el reflujo gastroesofágico: "beber agua carbonatada puede tener algunos efectos en el sistema digestivo, especialmente en personas con estómagos sensibles o con afecciones gastrintestinales preexistentes. La moderación es clave para evitar molestias y al mismo tiempo disfrutar de los posibles beneficios metabólicos del agua carbonatada".