El nutricionista Abel Mariné defiende el consumo moderado de carne en su último libro, Dietas. Una inmersión rápida (Tibidabo ediciones), que se publica en medio de la polémica causada por las palabras del ministro de Consumo, Alberto Garzón, que pedía a los españoles que comiesen menos carne.

Mariné, catedrático emérito de Nutrición y Bromatología de la Universidad de Barcelona, aconseja un consumo moderado de como máximo 70 gramos diarios de carne, preferiblemente blanca y no procesada, y pide moderación con las barbacoas, asados, ahumados y embutidos.

De la misma forma, el autor defiende que "el consumo de alimentos de origen vegetal debe ser superior al de los de origen animal". Estas recomendaciones de Mariné llegan en medio de la polémica que ha provocado la campaña difundida por el ministro de Consumo en la que propone comer menos carne por razones de salud y medioambientales.

"No estamos diciendo a la gente que no haya que comer carne, sino que hay que ajustarlo a las recomendaciones sanitarias, porque implica riesgos para la salud que se puede traducir en menor esperanza de vida", ha explicado el ministro Alberto Garzón.

A pesar de ser parte de la estrategia España 2050, que señala que la población española hace un consumo de carne "entre dos y cinco veces superior al recomendable", y los informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que aconsejan reducir su ingesta, la campaña ha provocado un gran revuelo político que ha hecho que el ministro de Agricultura, Luis Planas, y el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, salgan en defensa de la carne, desautorizando al titular de Consumo.

Mariné sostiene en su libro que "cuanto más diversidad de alimentos haya será más fácil para la dieta" y, sin descalificar las dietas de pérdida de peso, advierte contra las "dietas milagrosas", que considera que no son efectivas a largo plazo.

Recuerda cómo se ha pasado de la sospecha a la aceptación en el caso del aceite de oliva, desmiente falsas creencias urbanas y leyendas como la necesidad de aporte energético en aquellos que hacen un esfuerzo intelectual o la existencia de alimentos con efectos afrodisíacos.

También desdramatiza la obsesión por el nivel de ingesta de colesterol mientras apuesta por la dieta mediterránea, entre otras cosas porque ayuda a los agricultores locales y reduce el impacto ambiental del transporte. Se muestra tolerante con los fritos y ultraprocesados si se consumen con moderación, aunque lanza una advertencia contra el consumo de alcohol.

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