
El profesor Alex Sen Gupta, uno de los investigadores. Richard Freeman, UNSW Sydney.
Del récord de calor en España a la lluvia torrencial: por qué la temperatura en el Atlántico Norte se ha disparado
Factores como la elevada insolación del agua y la ralentización de los vientos contribuyeron en 2023 a un calentamiento sin precedentes que aún perdura.
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El año 2023 fue particularmente duro en el aspecto meteorológico, un 'verano sin final' con temperaturas de récord en España y el resto de Europa. La situación se agravó en nuestro país por una sequía hidrológica que no se resolvió hasta la llegada de otro fenómeno extremo, el de las DANAs y las lluvias torrenciales asociadas a borrascas. El origen de las alteraciones hay que buscarlo en la ola de calor marino en el Atlántico Norte que inició ese mismo año y aún no ha remitido.
Ahora, una investigación publicada en la revista Nature identifica los factores que han provocado este calentamiento inaudito, y que se relacionan estrechamente con el cambio climático. Estos responden a una ralentización de la fuerza de los vientos y al incremento de la radiación solar. "La intensidad del recalentamiento durante ese verano por sí solo ha sido equivalente a dos décadas de aumentos de temperaturas en el Atlántico Norte", explica el profesor Matthew England, de la Universidad de Nueva Gales del Sur en Sídney, Australia.
Según ilustran los investigadores, el océano se puede dividir en dos capas. La más superficial se ve afectada por la radiación, mientras que la más profunda se mantiene fría y oscura. El calentamiento de la franja superior del Atlántico Norte se suele producir en primavera y verano, cuando aumentan las horas de insolación. Y en función del espesor de esta capa, será más rápido o lento. "Es como una olla con poca agua, se calentará antes en el fuego que una llena", explica Alex Sen Gupta, otro de los investigadores.
Lo que determina el espesor de la capa superior en verano es la velocidad del viento, prosigue Sen Gupta, que reparte el calor en superficie. En junio y julio de 2023, afirma, los vientos en el Atlántico Norte fueron los más débiles registrados nunca, y en consecuencia, la franja superficial nunca fue tan fina. Llegó a medir únicamente 10 metros en zonas que deberían alcanzar entre 20 y 40 metros de profundidad según los cálculos de un tercer investigador de la UNSW, Zhi Li.
"Esto significa que el Sol calentó la superficie oceánica más rápido de lo normal, provocando aquellas temperaturas de récord", explica el doctor Li. Este efecto se vio potenciado por el debilitamiento de la fuerza del viento, un efecto ya observado del calentamiento global. Esto impidió que el agua recalentada se mezclase con niveles más fríos. "Nos enfrentamos a un adelgazamiento a largo plazo de la capa superior del océano", asegura.
Otro factor tiene que ver con la prohibición dictada en 2020 para reducir la contaminación por sulfuro producida por los combustibles de los buques. Esto ha permitido despejar los aerosoles en el cielo sobre los océanos, pero ha eliminado un efecto secundario, la condensación de nubes. Esto ha aumentado la insolación sobre regiones oceánicas, acelerando el calentamiento. No obstante, subraya England, la debilidad de los vientos ha sido el principal factor.
La combinación de los tres factores desencadenó una ola de calor marino, con repercusiones en la atmósfera y a nivel continental. Además del verano extremo en Europa y la Península Ibérica, los investigadores mencionan la intensa temporada de huracanes que se registró a causa del calentamiento en las aguas del golfo de México.
Estas olas de calor marino se han seguido produciendo, manifiesta England, y sólo van a ir a peor con consecuencias extremadamente costosas para el ecosistema y la sociedad. "Algunas olas de calor marino duran unas semanas o unos meses, pero las secuelas de la gran ola de calor del Atlántico Norte se han prolongado más de un año", alerta. La única solución, concluye, pasa por la eliminación del uso de combustibles fósiles.