-Porcentaje de los envases de plástico destinados a la alimentación en Europa: 60%

-Residuos de envases plásticos: 30 kg por persona/año.

-Tiempo que tarda en descomponerse: entre 200 y 1.000 años, según el tipo de plástico.

Se calcula que cada persona de la Unión Europea genera de media 173 kilos de residuos alimentarios al año. Esto supone un coste económico inmenso, cuya solución principal hasta el momento ha sido el desarrollo de envases de plástico, que prologan la duración de los alimentos frescos.

Sin embargo, la fiebre del envasado está llegando a límites bastante peligrosos, con actos tan incomprensibles como la retirada del "envase natural" de algunas frutas y verduras para sustituirlo por otro de plástico, en el que incluso terminan pudriéndose más deprisa que con su piel y al aire libre.

No hay más que ver lo frecuente que resulta encontrar productos como gajos sueltos de mandarina esparcidos en una bandeja de poliestireno expandido cubierta con film, o fresas troceadas envasadas en un vasito de plástico.

Esto ha lanzado en los últimos meses la creación de la Campaña #DesnudaLaFruta, a través de la cual miles de consumidores denuncian con fotos en las redes sociales los casos de envasado innecesario de frutas y verduras que encuentran en los supermercados.

Vivimos rodeados de plástico

Equilibrio entre necesidad y despilfarro

Gracias a técnicas como el envasado al vacío, en las últimas décadas se ha logrado alargar la vida de los alimentos, a la vez que se disminuyen los números de casos de intoxicaciones alimentarias a causa de la ingesta de productos en mal estado. Sin embargo, ni siempre es necesario el envasado, ni tiene por qué hacerse necesariamente con plástico.

Sí que es cierto que el plástico presenta un gran número de ventajas si se compara con otros materiales. Según Plastic Europe, representa sólo un 17% del peso total del envase, por lo que hace más fácil su transporte al necesitar un menor número de camiones para llevarlo hasta sus destinos. Además, es barato de producir y protege a los alimentos de la contaminación sin alterar sus propiedades organolépticas.

Sin embargo, todo esto tiene un precio ambiental muy caro. Como el resto de productos fabricados a base de este material, si no se recicla puede convertirse en un gran agente contaminante, especialmente para los ecosistemas marinos.

Envases de plástico desperdiciados en el agua en la que nadan los niños del suburbio de Baseco, en Manila, Filipinas. Romeo Ranoco. REUTERS

Por eso, es importante actuar a dos niveles. Por un lado, las industrias alimentarias deberían investigar otras alternativas más ecológicas tanto en el envasado como en el transporte y conservación de los alimentos. Por otro lado, los consumidores deberían plantearse también si necesitan comprar productos troceados, pelados y plastificados. Y si no hay alternativas, al menos tratar de reciclar el embalaje siempre que sea posible.

Alternativas:

Para el transporte de frutas y verduras a gran escala, la mejor solución no siempre es el plástico. De hecho, un informe llevado a cabo por en 2015 por la Asociación de Productores-Exportadores de Frutas y Hortalizas de la Región de Murcia, PROEXPORT, ponía de manifiesto el sobrecoste anual de 64 millones de euros que supone el uso de cajas de pool de plástico en oposición al cartón ondulado.

Además, el cartón también es ligero y se degrada mucho más rápido que el plástico, por lo que resulta menos agresivo para el medio ambiente. En cuanto a los productos ya preparados para ser vendidos al consumidor, se puede estudiar el uso de materiales compostables. Según la normativa EN13432 europea, se considera compostable un material que  cumpla estos cuatro requisitos:

-El 90% del  envase debe biodegradarse en los 6 primeros meses después de ser desechado.

-Debe tener una composición química apta, libre de cantidades peligrosas de sustancias como metales pesados o derivados del nitrógeno.

-Ha de comprobarse que, después de tres meses, el material se puede desintegrar físicamente en fragmentos menores de 2mm.

-El compost o material obtenido de su descomposición debe ser de calidad y no portar ningún tipo de ecotoxicidad. 

Los supermercados Ekoplaza, en Holanda, han sido pioneros en la introducción de este tipo de materiales alternativos con la apertura del Ekoplaza Lab, un establecimiento libre de plásticos en el que se ofertan un total de 700 productos, embalados sólo a base de papel, cartón u otras alternativas menos contaminantes.

Y, por supuesto, la última alternativa a los plásticos es pensar un poco antes de comprar productos como cuatro rodajas de coco en una bandeja de poliespán. La naturaleza es sabia y si dota a los vegetales de su propia cubierta será por algo. ¿Para qué contradecirla?

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