La jardinería es una afición muy enriquecedora y, por lo general, sana y segura. Sin embargo, aunque pueda parecer una broma, si no se toman medidas de prevención en algunas ocasiones puede ser perjudicial para la salud.

Y es que existen plantas muy peligrosas a distintos niveles, desde las que pueden matarte con sólo probar sus frutos hasta las que pueden perforar un tímpano con sus hojas.

Esta última se trata de una lesión curiosamente frecuente en Australia, donde abunda el uso de la yuca como planta ornamental. De contarlo se ha encargado un equipo de médicos del Royal Victorian Eye and Ear Hospital, de Melburne, en un estudio publicado recientemente en Clinical Otolaryngology.

El peligro está en sus hojas

La yuca pertenece a un conjunto de arbustos de hoja perenne típicos de América Central, cuyo principal rasgo identificativo es la forma larga y puntiaguda de sus hojas.

Tan afiladas están que el contacto con la piel puede causar cortes, por lo que las personas que las tienen en su jardín suelen prestar especial atención a sus ojos cuando se acercan a ellas.

Sin embargo, a la vez descuidan sus oídos, sin pensar que éstos también pueden sufrir las consecuencias del aguijonazo de la yuca.

Esta fue la razón que llevó al citado hospital en un periodo de cinco años a los 28 pacientes cuyos casos se analizan en el estudio. De todos ellos, 25 tenían una perforación en el tímpano y 3 una abrasión en el canal auditivo.

Afortunadamente, en la mayoría de ellos la lesión se curó en unas semanas, sin llegar más allá de algunos episodios de vértigo y una pequeña pérdida reversible de audición. Sin embargo, otros pocos no tuvieron tanta suerte, ya que el pinchazo llegó más allá del tímpano, causando lo que se conoce como una fístula de la perilinfa. Este tipo de lesión se caracteriza por una perforación de las membranas que separan el oído medio del interno, dando lugar a una filtración de los fluidos de este último.

En el caso concreto de estos pacientes los síntomas tardaron en ser preocupantes, por lo que no acudieron a tiempo al hospital, de modo que la herida ya había cicatrizado, haciendo más complicado el diagnóstico. Como consecuencia, ninguno logró recuperar totalmente la audición.

Los responsables del estudio, dirigidos por el otorrinolaringólogo Stephen O’Leary, concluyen que este tipo de accidentes deberían ser tenidos más en cuenta, tanto por los profesionales sanitarios como por los aficionados a la jardinería, que deberían tomar medidas adecuadas cuando manipulen estas plantas. Lo más grave que le pueda ocurrir a un amante de las plantas debería ser como mucho que se le seque un cactus. Al menos en ese caso no sería necesario acudir al hospital.

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