La rana de la madera.

La rana de la madera. Wikipedia.

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La rana de la madera, el Capitán América de los anfibios

Del mismo modo que este famoso superhéroe sobrevivió congelado durante años, este animal puede congelarse en invierno y descongelarse cuando suben las temperaturas, sin sufrir ningún tipo de daño. 

11 octubre, 2017 17:32

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Uno de los grandes retos de los científicos de cara al futuro es la criopreservación de seres humanos. Esto sería muy útil de cara a la conservación en latencia de enfermos durante un tiempo suficiente para encontrar cura a su padecimiento, pero supone demasiadas dificultades, tanto a nivel técnico como ético.

Sin embargo, en la naturaleza hay animales que nos llevan bastante ventaja en estos asuntos. Éste es el caso de la rana de la madera de Alaska, una especie de anfibio que puede permanecer congelado y descongelarse después, sin sufrir ningún daño en su organismo.

Lithobates sylvaticus, más conocida como rana del bosque o de la madera, mide aproximadamente 35 mm, aunque puede llegar a los 7 cm de longitud; especialmente las hembras, que son más grandes que los machos.

De color marrón o negro, con ciertos matices verdosos, puede parecer una rana normal, pero en realidad su capacidad para sobrevivir a la congelación con temperaturas por debajo de los 18º bajo cero, durante 200 días, la convierte en todo un súperanimal.

Y es que su organismo es una verdadera obra de arte de la evolución, pues en él todo funciona de cara a facilitar este curioso súperpoder.

La clave está en la sangre

Para empezar, su sangre contiene un gran número de nucleoproteínas, un conjunto de nucleótidos y proteínas que potencian que el hielo que se genera no lo haga en forma de grandes cristales, ya que éstos podrían acuchillar las células.

Por otro lado, al contrario de lo que ocurre con otras especies como los seres humanos, su organismo tolera la presencia de altos niveles de glucosa. Esto es una gran ventaja, ya que los azúcares tienen el poder de disminuir la temperatura de congelación del agua, por lo que al acumularse en sus células ejerce el papel de anti congelante.

Además, uno de los principales perjuicios de la congelación para los seres vivos es la pérdida de agua en las células, pero esto también se ve resuelto por el aumento de las concentraciones de glucosa, ya que el agua tiende a acumularse dónde su concentración es más grande.

Curiosamente, todo esto es algo que depende mucho del ambiente, pues se ha comprobado que las ranas de esta especie que han crecido en el laboratorio muestran niveles de glucosa en sangre mucho más bajos que las que viven en libertad. Según Don Larson, de la Universidad de Alaska Fairbanks, esto se debe a que su hábitat, en el que las temperaturas bajan mucho por la noche y suben durante el día, estimula la producción de glucosa, al contrario de lo que ocurre en otros ambientes, como el laboratorio.

La vuelta a la vida

Gracias a todos estos procesos, sólo el 65% del agua se congela durante el periodo frío, permitiendo que el animal pueda seguir vivo.

De hecho, su corazón sigue latiendo, aunque lo hace mucho más despacio, por lo que es necesario que, una vez llegado el verano, todo regrese a la normalidad.

Y así lo hace, pues una vez que suben las temperaturas el animal comienza a descongelarse, comenzando por el corazón, para que la circulación pueda reactivarse evitando que se dañen otros órganos.