La prensa local maña trae esta semana titulares espeluznantes sobre el caudal de su emblemático río. "El Ebro, en mínimos históricos". Este río, enseñado desde hace décadas en las escuelas como el más caudaloso de España, registraba este mes a su paso por El Pilar un caudal de apenas 35 metros cúbicos por segundo, muy por debajo de la media de 190 registrada desde 1998 hasta la actualidad y casi la mitad de los 65 metros cúbicos por segundo registrados en 2011, la cifra más baja de la serie.

¿Es un dato preocupante o simplemente una anomalía estadística? En primer lugar, comparemos la situación del Ebro con los otros siete grandes ríos españoles.

Los datos dejan claro que lo que llevamos de 2017 está siendo aciago para los ríos españoles. Sin embargo, dentro de esta clasificación, no todos sufren por igual. Particularmente, el Duero ha sufrido un revés muy serio, pasando sus embalses del 94% de capacidad el año pasado a un escaso 52% en 2017.

La pérdida de volumen en el último año ha sido mucho menos acusada en ríos de la mitad sur como el Guadalquivir, el Guadiana, el Júcar o el Segura, ¿pero por qué?

Es hora de usar el comodín de la llamada.

El meteorólogo José Antonio Maldonado, en su etapa de TVE.

"El estado de los embalses es algo que define claramente que estamos en un periodo de sequía importante", cuenta a EL ESPAÑOL José Antonio Maldonado, legendario hombre del tiempo en TVE y hoy director meteorológico de eltiempo.es.

"No es la primera vez que se da esta situación, España es muy variopinta pero genéricamente somos un país seco, en un periodo de diez años suele haber más años secos que húmedos", explica el meteorólogo. "Sin embargo, esta sequía está afectando prácticamente a toda España, lo cual no es habitual".

Motivos para una sequía tan prolongada

La situación actual trae a la mente una muy cercana, la de 2012, la sequía más pronunciada en 318 años según reveló un estudio de la Universidad de Zaragoza.

"Las razones de esta sequía son complejas, pero en España somos próximos a esas zonas que son nidos de anticiclones, como el de las Azores", dice Maldonado por teléfono, aunque uno pueda visualizarlo perfectamente señalando isobaras sobre un mapa. "Si este anticiclón se desplaza hacia el sur, abre un pasillo para que entren las borrascas atlánticas, pero parece que lleva un tiempo ahí anclado y no se mueve. ¿Por qué? No lo sabemos".

Volviendo a los grandes ríos, el descenso en su caudal medio se debe a que en 2016, zonas que tradicionalmente reciben muchas precipitaciones apenas vieron caer lluvia. Y muy particularmente, la mitad superior de la península, cuna de estos caudalosos ríos que hoy vemos languidecer.

Observen en el siguiente GIF qué zonas han registrado una mayor anomalía en cuanto a sequía entre el otoño de 2016 y la primavera de 2017:

"La primavera de 2016 fue el último periodo lluvioso que hubo, luego vino el verano, el otoño, el invierno... y estamos de nuevo en primavera y en términos generales no ha llovido demasiado", explica el meteorólogo andaluz, "en el norte de Castilla y León no es habitual este tipo de sequía y este año va a haber muy malas cosechas".

De hecho, las próximas dos o tres semanas serán críticas para los agricultores. De persistir la sequía durante este tiempo podrían echarse a perder las cosechas de todo este año.

"Esto ha pasado antes, yo procedo de una familia de campo y recuerdo auténtica pesadumbre cuando venían varios años sin llover, incluso se sacaban los santos a la calle para invocar la lluvia", cuenta Maldonado, "sin embargo, es cierto que hay que remontarse muchos años atrás para encontrar una sequía tan generalizada".

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