Una trabajadora recoge algodón en  Xinjiang, China.

Una trabajadora recoge algodón en Xinjiang, China. China Photos Getty

Medio ambiente Sostenibilidad Ambiental

Los hidratos que comemos en España dejan secos a los países del tercer mundo

Un nuevo estudio relaciona el comercio internacional de alimentos con el uso de recursos hídricos. El resultado es preocupante tanto para productores como para consumidores.

30 marzo, 2017 02:01

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¿Qué ocurre cuando un país donde el agua escasea importa carne? Para la ingeniera ambiental Carole Dalin, ese país estaría ahorrando "agua virtual", al externalizar la producción de un alimento que requiere muchos litros para criar y abastecer al ganado hasta que esté a punto de ser enviado al matadero.

Ahora, Dalin, empleada en el Instituto de Recursos Sostenibles del University College London, y otros investigadores llevan el concepto un paso más allá. En un estudio publicado esta semana en Nature, han calculado cómo el comercio de alimentos mundial afectó entre 2000 y 2010 a los recursos hídricos de los países productores de carne y cereales.

En naciones como India o Pakistán, considerados dos de los graneros del mundo, más de uno de cada diez litros de agua extraídos de sus acuíferos han servido para alimentar a población extranjera, o mejor dicho, para cultivar arroz o trigo que siempre acaba siendo exportado. Esta circunstancia no sólo se da en países en desarrollo: la parte central de Estados Unidos también sufre este déficit hídrico como consecuencia de la producción agrícola.

Y si en lugar de en términos absolutos observamos la situación en agua exportada per cápita, Europa empieza a entrar en la clasificación de las diez primeras naciones con Bulgaria, Rumanía o Italia.

"Nuestros resultados identifican las regiones, cosechas y relaciones comerciales que más dependen de acuíferos sobrexplotados", explica en el estudio Dalin, que cree que esta investigación "puede ayudar a centrar los esfuerzos para mejorar la sostenibilidad en el uso del agua y la producción de comida".

El estudio concluye que el 11% del agua subterránea de estos lugares acaba siendo utilizada para regar cosechas que formarán parte de la dieta de otros países.

Aunque el problema resulta más acuciante en países en desarrollo, es algo que sucede en todas partes, incluso en España. Como apunta Maite Aldaya, directora del Observatorio del Agua en el Programa Medioambiental de Naciones Unidas (UNEP), "en el sudeste de España, el uso intensivo del agua subterránea y la minería para regar cultivos comerciales, y cada vez más para proporcionar agua a los turistas, han reducido cada vez más las reservas subterráneas en 15 kilómetros cúbicos".