Las puertas de Loro Parque, el zoo situado en el norte de la isla de Tenerife, abren repletas de visitantes. La mañana ha amanecido fresca y, aunque hay una buena cola de turistas, no parece que vaya a haber problemas con los esporádicos grupos de activistas que, de tanto en tanto, apostan con sus pancartas en la entrada.

Hace algunas semanas apareció un vídeo online de una de sus orcas, bautizada Morgan, realizando un varamiento en la plataforma fuera del agua; desde la ONG animalista Dolphin Project se inició una campaña contra el zoológico argumentando que el animal "quería suicidarse".

Morgan on concrete slide-out, Loro Parque, 05/16 via DolphinProject.com

Además, en las últimas semanas las portadas de los medios se han llenado con una inusitada avalancha de noticias negativas ocurridas en diversos zoos de todo el mundo. La caída de un niño al recinto de los gorilas en Cincinnati que terminó en el sacrificio del animal a balazos, la muerte de una cuidadora en el zoológico de Palm Beach a manos de uno de los tigres, o la clausura de las polémicas instalaciones de Buenos Aires y su proceso de transformación hacia un "Ecoparque Interactivo", han hecho que sea necesario plantearse si el concepto de zoológico tradicional tiene cabida en la actualidad.

En las propias instalaciones de Loro Parque buscamos respuestas a muchas de las preguntas que el público general podría hacerse: ¿cómo llegan los animales a un zoo, cuáles son sus cuidados, por qué no se liberan en lugar de mantenerlos en cautividad...? En definitiva: ¿cuál es el papel de un zoológico en una sociedad moderna?

Pareja de tigres blancos de bengala. J.P.

"En Europa hace décadas que no se capturan animales para zoológicos" recuerda contundente Javier Almunia, doctor en Biología y director de la Fundación Loro Parque. "Mucha gente puede pensar que los animales que tenemos en nuestras instalaciones han sido cazados o arrebatados de su hábitat natural sólo para exponerlos, pero eso es totalmente falso".

¿Cómo llegan los animales a un zoo?

La fauna que atesora este tipo de instalaciones de recreo llega a sus jaulas de cuatro maneras, fundamentalmente. Algunos animales, como la orca Morgan, fueron rescatados al borde de la muerte. En 2010, la guardia costera holandesa la encontró varada, siendo una cría, en playas del Mar de Wadden. Mostraba síntomas de desnutrición, heridas, inflamaciones y laceraciones. En este tipo de casos, el primer objetivo de un zoológico es la recuperación del animal.

La segunda -y más frecuente- vía de entrada es a través de proyectos europeos de cría procedentes de otros zoológicos. Es el caso de los siete gorilas que albergan las instalaciones del parque tinerfeño.

Uno de los gorilas del zoológico. J. P.

El aumento de especies en peligro de extinción ha hecho que se intensifiquen los esfuerzos de cría en cautividad de los ejemplares más amenazados. La estructura social de algunas de estas especies, como en el caso de los gorilas, hace recomendable que los animales solteros más jóvenes permanezcan alejados de las iras y agresiones del macho dominante, por lo que en Loro Parque se han reunido un buen puñado de gorilas jóvenes procedentes de otros zoológicos.

El grupo de gorilas solteros de Tenerife es una pieza clave en los programas europeos de cría en cautividad, puesto que ayuda a gestionar los grupos familiares de otros zoológicos.

"Lamentablemente, en nuestros días existen demasiadas especies que se han extinguido en la naturaleza y el único recurso que tenemos para recuperarlas es intentar la reproducción de los ejemplares que quedan a salvo en cautividad", apunta Javier Almunia.

Uno de los solteros en una cómoda posición. J. P.

La tercera forma es el rescate de animales procedentes del tráfico ilegal. En numerosas regiones del planeta, sobre todo en África y Asia, se sigue produciendo la caza furtiva para el comercio ilegal. Algunos de los habitantes de este zoo han sido liberados de sus cautivos en operaciones policiales. Almunia recuerda el caso del pingüino Heiza, que llegó al zoológico tras ser rescatado de un pesquero japonés en el que permaneció durante varios años como mascota del capitán.

Nefastas consecuencias del efecto Disney

La cuarta manera de adquisición de animales en Loro Parque es, tristemente, la recogida de animales abandonados. Almunia nos pone un ejemplo devastador: hace unos años que se ha puesto de moda regalar tortugas de orejas rojas como mascota a los niños. "Hoy en día ya hemos recogido más de 2.000 ejemplares de estos pequeños galápagos abandonados por sus dueños...", se lamenta el biólogo.

Desde que se estrenó la película Buscando a Nemo,, en mayo de 2003,  las ventas de ejemplares de pez payaso se dispararon y, en apenas una década, algunas subespecies de este colorido pez han pasado a considerarse amenazadas.

Ahora se estrena la secuela de aquella película, titulada Buscando a Dory, con un pez cirujano de protagonista. Las consecuencias pueden ser desastrosas, puesto que en este caso no es un animal apto para la cría en acuarios. "Cada vez que Disney o Pixar estrenan una película de dibujos animados protagonizada por animales, aquí nos echamos a temblar", confiesa el biólogo.

Un show en Orca Ocean. J. P.

En las instalaciones acuáticas del parque habitan los defínidos que han situado a este parque en el centro de la polémica. Rafael Sánchez Ríos es el responsable del departamento de orcas en Loro Parque y defiende en una breve entrevista su labor de preservación de ejemplares que, en libertad, no tardarían en morir

Imagino que la película que más daño ha causado a la imagen de los zoológicos fue Liberad a Willy (1993) ¿no es así?

Efectivamente. Aquella película distorsionó completamente la labor que realizamos actualmente en los zoológicos modernos y además sirvió como escudo a un ruidoso grupo de animalistas que en Estados Unidos presionaron hasta conseguir la liberación de la protagonista, una orca llamada Keiko. Lo que poca gente sabe es que aquella orca falleció poco después de ser liberada... de un simple catarro.

Aquí en Tenerife estamos viviendo un proceso similar, a menor escala, con la orca Morgan: ¿Por qué no es tan fácil liberar a un animal de estas características?

En todo este asunto hay mucha desinformación, desconocimiento y antropocentrismo. Una buena parte de los animales que recogemos en Loro Parque han sido desplazados por su grupo, han perdido su hábitat natural, están en peligro de extinción en la naturaleza o simplemente no poseen las habilidades necesarias para sobrevivir... Todo depende de la especie y el caso en particular.

Hablemos de las orcas por ejemplo… ¿Se podrían liberar al mar?

Probablemente morirían en apenas unos meses. Han nacido en cautividad y no han cazado nunca en su vida, de hecho jamás han visto a otro pez vivo. Hay que tener en cuenta muchas otras cosas como el agua, la comida... Nuestras instalaciones filtran y depuran el agua diariamente, la calidad del agua en la que viven es diez veces mejor que la propia agua para consumo humano. Su sistema inmunitario lo pasaría francamente mal en un entorno acuático natural, sobre todo si tenemos en cuenta la alta contaminación y residuos de nuestros mares… ahí tienes el caso real de Willy. Pero además la alta calidad y variedad de comida que les damos cada día, sería otro grave contratiempo.

Morgan además es sorda. La razón por la que quedó varada y herida en aquellas costas holandesas se debe a sus problemas auditivos: liberar al mar un animal en estas condiciones es firmar su sentencia de muerte.

Tres de las seis orcas de Loro Parque en acción. J. P.

Loro Parque abrió sus puertas hace ya más de 40 años, y durante este tiempo sus instalaciones, su presupuesto y sus objetivos se han ampliado y modificado a las nuevas necesidades. En los últimos años, y a través de su fundación, se han invertido más de 14,4 millones de euros (16 millones de dólares) en proyectos de recuperación y conservación de especies en peligro de extinción.

Almunia, director de esta fundación, explica que el zoológico moderno debe regirse por unas líneas de actuación muy concretas: el rescate de animales en problemas, la concienciación social de los problemas medioambientales, la conservación de especies en peligro de extinción y la investigación científica, para ampliar nuestro conocimiento sobre la fauna y su hábitat.

Cada año se publican docenas de artículos científicos en revistas especializadas basados en las investigaciones realizadas con las especies que se conservan en estas instalaciones; ese conocimiento sería muy difícil, y en algunos casos imposible, de conseguir en la naturaleza. De hecho, en los últimos años hemos aprendido más de las orcas gracias a estudios realizados en cautividad que en la naturaleza, donde es mucho más complicado realizar investigaciones.

Instalaciones médicas de Loro Parque. J. P.

Durante el recorrido por las instalaciones, el biólogo presenta algunos de los proyectos de conservación de especies en peligro de extinción que llevan a cabo. En 1998, el loro orejiamarillo (Ognorhynchus icterotis) se enfrenta a la desaparición total de la especie, de la que tan solo quedan unos 20 o 30 ejemplares. Vive en relación directa con las palmeras de cera en las regiones húmedas de Colombia y construye sus nidos en los huecos de estas centenarias palmas.

Sin embargo, la explotación comercial de estas zonas y, curiosamente, las ceremonias religiosas del Domingo de Ramos, están empujando a estos loros a la extinción. Desde la Fundación Loro Parque se inició un proyecto de conservación y concienciación social para evitar que esta ave desapareciera.

En la actualidad, y aunque la especie sigue amenazada, existen aproximadamente 2.000 ejemplares de loros orejiamarillo y la población local utiliza plantones de palma en sus celebraciones religiosas, lo que además ayuda a la reforestación de la región.

Centro de cría en el parque tinerfeño. J. P.

Proyectos similares se llevan a cabo con especies como el Guacamayo barba azul (Ara glaucogularis) que, aunque aún están en peligro crítico de extinción, gracias a la financiación de la Fundación han pasado de los apenas cincuenta ejemplares a cerca de mil.

Llegamos al final del recorrido y Javier Almunia concluye con una pregunta retórica: "Imagina que hiciésemos caso a los activistas más desbocados y cerrásemos efectivamente los zoológicos. Después de eso, ¿no necesitaríamos crear unas instalaciones donde poder curar animales heridos o desplazados, rescatar y conservar especies amenazadas, dar cobijo y cuidado veterinario a ejemplares capturados ilegalmente o abandonados, estudiar, investigar y ampliar nuestro conocimiento de la fauna, concienciar a la población de la necesidad de resguardar el medioambiente y las especies que en él habitan? ¿Dónde colocarías todos esos animales?"

"En realidad, necesitaríamos crear nuevamente instalaciones como las que ya existen que se volvieran a ocupar de los mismos objetivos que actualmente ya tiene un zoológico moderno", concluye.