En las profundidades oceánicas, donde apenas llegan los rayos del sol, el mayor invertebrado del planeta flota pacientemente. El silencio y la quietud de las aguas contrastan con la superficie, donde las olas rugen con furia, especialmente cuando hay temporal. En febrero de 2014, el mar arreció de tal forma en la costa asturiana que el Centro del Calamar Gigante de Luarca fue, literalmente, arrasado. Dos años después de aquella ciclogénesis, el único museo del mundo dedicado al gran cefalópodo sigue sin ser rehabilitado, y su futuro parece tan oscuro como el abismo donde habita la criatura.

"El museo es una ruina absoluta. La planta baja y la primera son un esqueleto, con las columnas y todo lo demás como si hubiera caído la bomba de Hiroshima". Luis Laria muestra una mezcla de desolación e impotencia cuando habla con EL ESPAÑOL. La Coordinadora para el Estudio y la Protección de las Especies Marinas que él preside, CEPESMA, puso en marcha el centro en agosto de 2010, con la financiación del Principado de Asturias y la colaboración del Ayuntamiento de Valdés.

Solo un cartel a punto de caer recuerda que ahí había un museo. Juanjo Arrojo

Ya desde el principio, Laria y otros expertos mostraron su desacuerdo con la ubicación, en primera línea de mar -un lugar vulnerable a temporales- y más teniendo en cuenta que se estaba construyendo con materiales poco resistentes como cristal o ladrillo. La climatología les dio la razón a los pocos meses de inaugurarlo. Una tormenta provocó que las olas arrasaran la planta baja, que hubo que reparar. "Ahí ya hubo una negligencia porque se volvió a construir de la misma manera, sin tener en cuenta la seriedad de lo que podría hacer el mar. Obviamente, lo que ha ocurrido después era predecible", recuerda Laria.

El responsable de la obra fue el Principado de Asturias. Antes de las elecciones autonómicas y municipales del pasado mes de mayo, el gobierno autonómico y el Ayuntamiento de Valdés -al que pertenece la parroquia de Luarca- se reunieron para analizar cómo podían rehabilitar el centro. Tras la cita electoral, en la que tanto el presidente, Javier Fernández Fernández, como el alcalde, Simón Guardado Pérez, fueron revalidados en las urnas, el acuerdo sigue en punto muerto.

Sin fecha de reapertura

"La limitada disponibilidad presupuestaria, agravada ahora por un escenario de prórroga, hace que lo prioritario sea atender las actuaciones de seguridad y mantenimiento básico de los 24 puertos autonómicos que existen en Asturias", informan a EL ESPAÑOL desde la Consejería de Infraestructuras, Ordenación del Territorio y Medio Ambiente del Principado.

Estas mismas fuentes aseguran que existe un proyecto redactado dirigido no sólo a rehabilitar, sino también a reforzar el museo frente a los posibles embates del mar. "Unos trabajos que podrían verse complementados con otras actuaciones de refuerzo en el propio puerto, lo que eleva considerablemente el montante de la actuación", añaden. Al preguntarles sobre los plazos en los que podrían realizarse estos trabajos, desde la Consejería admiten que les es "imposible" dar una fecha en la que todo el equipamiento vuelva a estar operativo.

La planta baja y la cristalera inferior, arrasadas tras ser golpeadas por el viento y el agua Juanjo Arrojo

El alcalde de Valdés, Simón Guardado Pérez, recuerda que el edificio es titularidad del Principado y, por tanto, "a él corresponde la rehabilitación". "El Ayuntamiento de Valdés no tiene capacidad presupuestaria para afrontar la rehabilitación", señala a EL ESPAÑOL. En el consistorio conocen la prórroga presupuestaria que existe en el gobierno autonómico y también los planes de rehabilitar el centro pero, como el Principado, no dan ninguna fecha para que el museo vuelva a abrir sus puertas. "Lo único que podemos decir es que luchamos día a día para recuperar el Cepesma (como también se conoce al museo) lo más rápido posible", subraya el regidor.

Desde ambas instituciones se hace hincapié en la importancia del centro como reclamo turístico y como motor de la economía local, pero dada la situación de crisis actual, su reapertura, hoy por hoy, no es prioritaria. "Que en el Principado tienen otras prioridades está clarísimo, no hay ninguna duda. De hecho, el tiempo nos está dando la razón", se lamenta Laria. 

Ejemplares reubicados

El centro asturiano es el único del mundo dedicado en exclusiva al calamar gigante (Architeuthis dux). Albergaba la mayor colección del planeta de estos misteriosos cefalópodos; siete ejemplares perfectamente conservados que habían llegado del mar Cantábrico. Hoy, los calamares están repartidos entre el Museo del Mar Aquarium de Biarritz (Francia) y el Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsoniano (EEUU).

La reubicación ha sido obligada porque a los daños materiales producidos por el temporal hay que sumar el vandalismo posterior, que ha destrozado lo poco que quedaba en pie, como las urnas que contenían a los ejemplares. "Tienen costes superiores a los 5.000 o 6.000 euros, en algunos casos, y han tenido daños cuantiosos, sin que nosotros pudiéramos afrontar ni la reparación de las urnas ni el mantenimiento de los ejemplares", admite Laria.

Para el mayor experto en calamares gigantes de España, el estado actual del museo es una verdadera lástima. Ángel Guerra Sierra, profesor de investigación del CSIC en el Instituto de Investigaciones Marinas, participó activamente en la preparación de los ejemplares expuestos. Desde el año 2000 lleva trabajando con Cepesma en el estudio de estos invertebrados, que aparecen varados o capturados por pesqueros en aguas del Cantábrico.

Ángel Guerra (izquierda) y Luis Laria necropsiando y preparando una hembra de 120 kilogramos ECOBIOMAR

"Realmente es una pena, una falta de respeto y una vergüenza que la situación sea incluso peor ahora que cuando se produjo el impacto de la tormenta", denuncia a EL ESPAÑOL. El biólogo marino destaca la importancia internacional del centro, referente para otros museos como el Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsoniano que, antes de acoger a algunos de los ejemplares del centro de Luarca, ya tenía expuestos un macho y una hembra recogidos en Asturias.

En el corto período de tiempo que estuvo abierto -algo más de dos años, al quitar el tiempo que estuvo cerrado por el primer temporal-, por sus instalaciones pasaron alrededor de 20.000 personas, a las que habría que sumar los 50.000 niños que participaron en actividades de educación ambiental ligadas al museo. Cifras nada desdeñables si se tiene en cuenta su ubicación, lejos de grandes centros de población y que ponen de manifiesto que, además de su valor científico-cultural, el centro suponía un reclamo turístico para la localidad de Luarca, de 6.000 habitantes.

Los peludines del mar

Los pescadores asturianos están acostumbrados a encontrarse estos gigantes marinos en sus costas. Bautizados desde muy antiguo como peludines -porque tienden a pelarse tras ser capturados-, parece que estos cefalópodos se encuentran a gusto en los cañones submarinos que cortan perpendicularmente la plataforma continental. En la zona abundan los bancos de peces, especialmente bacaladillas, uno de sus bocados preferidos.

Las redes de arrastre en las que se enredan accidentalmente y las corrientes que los llevan hacia las playas provocan que sea la zona de la península ibérica donde más registros se contabilizan. También influye que los miembros de Cepesma se encargan de conservar los ejemplares que aparecen, algo que no ocurre en otras regiones.

Así lucía el interior del museo antes de su cierre. Juanjo Arrojo

Casi todo lo que rodea a esta criatura marina es un misterio. Puede llegar a pesar media tonelada y medir hasta 22 metros, contando sus largos tentáculos. "Su estudio ha sido como un juego detectivesco en el cual se han deducido aspectos de su biología y ecología a partir de los datos de fragmentos de su cuerpo o de ejemplares moribundos o muertos", relatan Guerra Sierra y otros autores en el libro Enigmas de la ciencia: el calamar gigante (2006). Se desconoce cómo se reproducen, si hacen migraciones, dónde desovan, si cambian de color, cómo cazan o cómo utilizan su enorme ojo, el más grande del reino animal, de unos 25 centímetros de diámetro.

En una única ocasión una cámara de vídeo de alta definición consiguió filmar a un calamar gigante vivo en su entorno natural, en 2012, una hazaña perseguida por muchos y que al final consiguió el zoólogo Tsunemi Kubodera en aguas japonesas. Lo que mostró fue una criatura de cuerpo plateado y grandes ojos negros que se adentraba en las profundidades oceánicas.

Ejemplares parecidos, perfectamente conservados, podían admirarse en el centro asturiano hasta hace un par de años. "Tener cerrado el museo supone la pérdida de un lugar de referencia mundial para el estudio y la comprensión de la biología y ecología de estos gigantes marinos que, por su rareza y espectacularidad, atraen a gran número de personas de todas las edades, y que, por las cuestiones que todavía quedan por desentrañar, son un enorme atractivo para los investigadores", mantiene Guerra Sierra.