Central nuclear de Nogent-Sur-Seine, Francia.

Central nuclear de Nogent-Sur-Seine, Francia. Charles Platiau Reuters

Medio ambiente Cumbre sobre Cambio Climático

Hagamos las paces con el átomo

Importantes climatólogos resaltan que, para ganar la lucha contra el calentamiento global, no podemos prescindir de la energía nuclear. Malas noticias para los políticos que hacen campaña con ello.

3 diciembre, 2015 01:59

Noticias relacionadas

Cuatro científicos dieron una conferencia en la Cumbre del Cambio Climático de París. Podría pasar por otro de los muchos eventos que rodean a las negociaciones por un nuevo acuerdo, pero es mucho más. Es un alegato para dejar de demonizar la energía nuclear sin la cual, sostienen estos investigadores, al planeta no le salen las cuentas.

Podría pensarse que estos ponentes están financiados de alguna manera por la industria pero los datos lo desmienten. El principal orador es James Hansen, de 74 años. Es el mismo que en los años 60 descubrió que los aerosoles afectaban al clima en Venus y trasladó esos modelos a la Tierra, el que en 1988 testificó ante el Congreso de los Estados Unidos alertando del peligro del calentamiento global y el que en 2009 fue arrestado en Virginia Occidental por protestar contra la extracción de carbón mediante el método de remoción de la cima de una montaña, todo ello mientras era director del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA. Levanta, digámoslo así, pocas sospechas.

Los estudios publicados por estos cuatro nombres -James Hansen, Ken Caldeira, Tom Wigley y Kerry Emanuel- han sido citados 128.578 veces por otros científicos. Actualmente investigan o dan clase en las universidades de Columbia, Stanford, el Centro Nacional de Investigación Atmosférica (NCAR) estadounidense y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), respectivamente.

James Hansen testifica ante el Congreso de Estados Unidos en 1988.

James Hansen testifica ante el Congreso de Estados Unidos en 1988. US Congress

"Nuestra demanda básica es que las medidas políticas enfocadas a limitar la emisión de gases de efecto invernadero se centren en objetivos relevantes para el clima", dice a EL ESPAÑOL Ken Caldeira. "¿Cómo obtener suficiente energía cuyas emisiones sean cercanas a cero para permitir tanto el crecimiento económico como la conservación medioambiental?", se pregunta, y apunta: "Otras agendas tratan de discriminar tecnologías específicas, a favor o en contra, y no tienen que ver con la política".

"Al cambio global no le importa si una fuente de energía es muy grande o verdaderamente renovable, es irrelevante para los objetivos del clima", explica el científico estadounidense. "Todo lo que estamos pidiendo es que la energía nuclear pueda competir en las mismas condiciones, y que criterios no climáticos e irrelevantes no determinen las políticas climáticas".

Habla el IPCC

El Panel Intergubernamental contra el Cambio Climático (IPCC) va más allá y en informes del año pasado sugería que, para lograr objetivos como el de los 2ºC máximos de aumento en 2100, hará falta doblar o triplicar la energía nuclear en el mundo. Para ello habría que construir cerca de 1.000 nuevos reactores a lo largo de este siglo e ir reemplazando a los que se irán retirando.

En España, este escenario es absolutamente improbable. Incluso Antonio Cornadó, presidente del Foro Nuclear, sostiene que los niveles de consumo eléctrico están al mismo nivel que en 2005, lo que significa que España tiene una capacidad de oferta eléctrica superior a la demanda. "Muchas instalaciones no se usan, fundamentalmente ciclos combinados", dice. "Por esta razón, plantear con las cifras actuales la construcción de nuevas centrales no tiene mucho sentido".

Las advertencias del IPCC van especialmente dirigidas a países asiáticos y africanos cuyo desarrollo económico empieza a despegar. Naciones como Reino Unido o Rusia quieren liderar el desarrollo de mini-reactores nucleares, que pueden transportarse en un camión y servirían para apoyar a estas economías a crecer con energía barata y baja en emisiones sin la enorme inversión que supone una central nuclear tradicional. Otra opción son los llamados reactores de agua ligera, más modernos y económicos, que ya se usan en EEUU.

Por supuesto, nadie en este debate olvida los múltiples problemas asociados a esta fuente de energía. "Sí, hay preocupaciones reales de las que que deberíamos encargarnos, como la proliferación nuclear, la gestión de residuos o la seguridad", dice Caldeira. "Pero cuando hay asuntos preocupantes sobre la energía eólica o la solar, demandamos más I+D e inversiones para reducir esa curva de aprendizaje y mejorar las renovables; todo lo que pedimos es que los poderes públicos traten a la nuclear de la misma forma que a estas otras fuentes, es decir, que imperen las políticas no discriminatorias" hacia las energías bajas en emisiones.

Otros escenarios

Para las organizaciones ecologistas, potenciar la nuclear como complemento a las renovables no sería necesario, al menos en países como España. "Tenemos que ser más ambiciosos y tomar medidas para que el 25% del consumo mundial energético proceda de fuentes renovables en 2020, y el 100% para 2050", dice Raquel García Monzón, técnica de Energía del Programa de Clima y Energía de WWF España.

La hoja de ruta de la ONG propone "terminar con el carbón eliminando todas las subvenciones públicas y aprobar en 2016 un plan de cierre de esta minería y de las centrales térmicas de carbón en 10 años", dice García Monzón, y además "prohibir el fracking y mantener las centrales nucleares como máximo hasta su actual licencia de operación".

En España, la última central nuclear en construirse fue la de Trillo, en Guadalajara, cuya vida útil finaliza en 2028. A partir de ahí y hasta 2100 quedan 72 años en los que España tendría que sustituir ese 20% que aporta la nuclear y, además, prescindir de los combustibles fósiles. ¿Cómo lo hacemos entonces?

El plan de WWF, explica García Monzón, estaría en proponer "un conjunto de medidas que optimicen un modelo bajo en carbono, con ahorro y eficiencia energética". Para llenar el vacío del gas, el petróleo y la nuclear, la técnico confía en combinar las renovables con "biomasa sostenible, edificios autosuficientes energéticamente o las smart grids (redes inteligentes) que ofrecen una gestión más eficiente, además del hidrógeno o la generación por autoconsumo".

El presidente de Foro Nuclear, por su parte, plantea que "lo que funciona bien puede seguir haciéndolo en el futuro, y ahora tenemos un mix diversificado de energías renovables y no renovables donde más del 60% de energía producida está libre de emisiones de CO2". Eso sí, Cornadó considera una buena opción aumentar la vida útil de las centrales "siempre en condiciones de seguridad y con el visto bueno del CSN". "Otros países como Francia, Suecia o EEUU están planteando ir a 50 años".

El factor político

Esta semana, Pablo Iglesias recordó en el debate organizado por El País su plan -incluido en el programa de Podemos- de cerrar paulatinamente las nucleares en España, hasta completar el apagón en 2024. A este comentario, Pedro Sánchez, secretario general del PSOE incidió: "Recuerda que nosotros cerramos Garoña". La posición de estos dos partidos es mayoritaria hoy en día en la política española.

"Veo las objeciones a la energía nuclear como no científicas o incluso anti-científicas", dice Caldeira. "Todos oímos hablar de accidentes de avión pero muy poco sobre accidentes de coche, pese a que menos de 1.000 personas al año mueren en accidentes de avión y más de un millón en carretera", y añade: "La situación con la nuclear es similar: los aerosoles emitidos en la combustión de carbón matan a millones de personas cada año, de una manera anónima, mientras que los muertos causados por
la energía nuclear, siendo muy pesimistas, apenas llegan a los centenares de personas".

Para Caldeira, muchas de las objeciones a la energía nuclear "son resultado de un analfabetismo numérico, es fácil asustarte con cosas que no comprendes y estar en contra de la energía nuclear es una moda para gente que no piensa". También reconoce que "es socialmente más fácil estar contra la nuclear".

"La gente que mira los números con cuidado y se deja llevar por los datos en lugar de por una emoción irracional suele acabar reconociendo a la nuclear como una de las pocas fuentes de energía relativamente segura y abundante con potencial para resolver el problema del clima", concluye.

Al final, todo es una cuestión de prioridades. Y si el cambio climático se sitúa como el principal problema al que enfrentarnos, la oposición a la energía nuclear de mucha gente empieza a palidecer y bajar puestos en la lista de preocupaciones. Como resume Caldeira: "Puedes verlo como si en la Edad de Piedra no usáramos una tecnología sostenible porque en un momento dado nos quedaríamos sin piedras. Al final bastó con que las piedras fueran abundantes y duraran el tiempo suficiente para llegar hasta la Edad de Bronce".