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'No se trata solo de emigrantes'

24 septiembre, 2019 16:08

La Cruz de Lampedusa presidirá el círculo en esta ocasión, posteriormente se irá en procesión hasta la capilla de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús (Calle Azafranal) donde tendrá lugar un espacio de oración “orar con la cruz”.

A continuación del círculo de silencio se leerá el siguiente manifiesto:

Las sociedades económicamente más avanzadas desarrollan un marcado individualismo que, produce la globalización de la indiferencia. En este escenario, las personas migrantes, refugiadas, desplazadas y las víctimas de trata, que sufren conflictos violentos, guerras, injusticias y discriminaciones, se han convertido en el emblema de la exclusión. Además de soportar todas estas dificultades, les consideramos responsables de los males sociales. Sin embargo, la presencia de estas personas en situación de vulnerabilidad representa una oportunidad a recuperar algunos de los valores de nuestra vida cristiana y nuestra humanidad.

No se trata sólo de migrantes, también se trata de nuestros miedos. La maldad y falsedad de nuestro tiempo acrecienta nuestros miedos al otro, al desconocido, al marginado y forastero. Cuando el miedo condiciona nuestra forma de pensar, nos convertimos en seres cerrados, privándonos del encuentro con aquella persona diferente, de abrir el corazón.

No se trata sólo de migrantes, se trata de la caridad. A través de las obras de caridad mostramos nuestra fe; y la mayor caridad que podemos ejercer es con quienes no pueden corresponder. Están en juego nuestros valores. Se pone en evidencia nuestra aparente felicidad, construida al margen de la realidad y del sufrimiento de los demás.

No se trata sólo de migrantes, se trata de nuestra humanidad. Sentir compasión significa reconocer el sufrimiento del otro y pasar a la acción para aliviar y curar. Sentir compasión significa dar espacio a la ternura que la sociedad actual reprime. Abrirse a los demás enriquece, ayuda a ser más humano.

No se trata sólo de migrantes, se trata de no excluir a nadie. Los países empobrecidos siguen agotando sus recursos naturales y humanos en beneficio de unos pocos privilegiados. Las guerras afectan a unas pocas regiones del mundo, pero la fabricación de armas y su venta se lleva a cabo en otras regiones que después rechazan hacerse cargo de las personas refugiadas que dichos conflictos generan. Quienes sufren son siempre los más vulnerables. El auténtico desarrollo es aquel que pretende incluir a todos los hombres y mujeres, promoviendo su crecimiento integral con plenas oportunidades y derechos, y preocupándose por las generaciones futuras.

No se trata sólo de migrantes, se trata de poner a los últimos en primer lugar. No cedamos ante la lógica que justifica el abuso de los demás para el beneficio propio. En la lógica del Evangelio, los últimos deben ir los primeros.

No se trata sólo de migrantes, se trata de todas las personas. En cada actividad política, en cada programa, en cada acción pastoral debemos poner en el centro siempre a la persona en sus múltiples dimensiones, incluida la espiritual. Toda persona tiene derecho a ser tratado con igualdad. El desarrollo implica promover a todas las personas de forma integral.

No se trata solo de migrantes, se trata de construir la ciudad de Dios y del hombre. Se trata de que podamos ayudar y reconocer a las personas migrante como una hermana que debe ser acogida, respetada, amada. Una ocasión para construir una sociedad más justa, una democracia más plena, un país más solidario, un mundo más fraterno y una comunidad cristiana más abierta.

La respuesta al desafío por las migraciones contemporáneas se puede resumir en cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar. Pero no solo aplicados a las personas migrantes y refugiadas, sino a toda persona excluida en situación de vulnerabilidad. No solo está en juego la causa de los migrantes. A través de las personas migrantes y refugiadas, somos llamados a liberarnos de la indiferencia; y a construir un mundo más justo y humano.