
El anarquista y revolucionario leonés Buenaventura Durruti
Durruti, el guerrillero anarquista leonés que soñó con la revolución y cuya muerte sigue siendo una incógnita
Expulsado de ocho países, condenado a muerte tres veces y preso en incontables cárceles, jugó un papel fundamental en los primeros meses de la Guerra Civil.
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La vida de Buenaventura Durruti podría haber sido el argumento de una emocionante novela de aventuras. Expulsado de ocho países, condenado a muerte tres veces, preso en incontables cárceles y protagonista de una gran cantidad de asaltos y secuestros, se convirtió en una figura casi legendaria y mítica del anarquismo español.
Este revolucionario nacido en León el 14 de julio de 1896 llegó a representar como nadie la idea de la revolución social en España y se convirtió en una de las figuras más simbólicas de la Guerra Civil, en la que desempeñó un importante papel en la dirección de la Columna que llevaba su nombre y que trató de ocupar Zaragoza.
El destino, además, querría que este guerrillero leonés falleciese de un disparo el mismo día en el que fue fusilado otro mítico dirigente de la época, el líder de Falange Española de las JONS, José Antonio Primo de Rivera, el 20 de noviembre de 1936. Ese mismo día pero 39 años después, en 1975, fallecería el dictador Francisco Franco.
Los inicios de un revolucionario
Durruti nació en León el 14 de julio de 1896 y fue el segundo de los ocho hijos del trabajador ferroviario Santiago Durruti y Anastasia Domingo. Desde su más tierna infancia, fue testigo del sufrimiento económico que hizo mella en su familia, especialmente tras la huelga de curtidores que tuvo lugar en la ciudad en 1903.
La familia residía en el barrio obrero de Santa Ana y las injusticias sociales que presenció desde sus primeros años contribuyeron a fraguar su personalidad y a generar en él una fuerte conciencia social y de defensa de los más humildes y desamparados.
En 1910, con tan solo 14 años, Durruti abandonó los estudios −que había cursado primero en la escuela de la calle de La Misericordia y después en la de Ricardo Fanjul− y entró a trabajar como aprendiz en el taller mecánico del socialista leonés Melchor Martínez.
Su maestro le transmitió no solo las claves del oficio de la mecánica sino también el interés por las ideas marxistas y con 16 años, en 1912, pasa a trabajar al taller de Antonio Mijé de montaje de lavadoras mecánicas para el lavado de minerales extraídos de las minas.
Solo un año después, en 1913 y con tan solo 17 años, se afilió a la Unión de Metalúrgicos, que se encontraba adscrita a la Unión General de Trabajadores (UGT), aunque terminó por desvincularse poco después ante la moderación que, a su juicio, caracterizaba las actuaciones del sindicato.
La huelga y el exilio
Durruti fue enviado pocos años después a la localidad leonesa de Matallana a instalar lavadoras mecánicas. Allí se sumaría a una huelga de mineros que protestaban por los malos tratos de un ingeniero, consiguiendo finalmente su destitución, y a su regreso a León le informan de que la Guardia Civil está empezando a preguntar por él.
Posteriormente, se traslada a trabajar como ajustador al Ferrocarril del Norte y participa de forma activa en la huelga general revolucionaria de 1917, perdiendo por ello su trabajo en la compañía ferroviaria y siendo, además, expulsado de la UGT por su defensa de posiciones revolucionarias.
La situación se volvió cada vez más delicada para el sindicalista leonés y decidió optar por la vía del exilio, ante la persecución de las autoridades españolas, refugiándose por un breve periodo en Gijón y trasladándose posteriormente a Francia para huir del servicio militar. Allí permanecería hasta enero de 1919.
La CNT y Asturias
Tras regresar en 1919 a tierras españolas, Durruti decidió instalarse en el municipio asturiano de La Felguera, que contaba con gran presencia de militantes anarcosindicalistas, y fue allí donde se afilió a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), el sindicato anarquista español fundado solo nueve años antes.
En La Felguera fue detenido por la Guardia Civil por sus actividades revolucionarias y fue enviado a La Coruña y San Sebastián, optando por exiliarse de nuevo en Francia en el mes de junio, donde comenzaría a trabajar en los talleres de la empresa automovilística Renault en París.
Atracos y encarcelamientos
En 1920 decidió regresar a España tras la integración de la CNT en la III Internacional y se establece en Barcelona, fundando allí en 1922, con 26 años, el grupo de resistencia armada conocido como Los Solidarios, que se dedicaría a perpetrar diversas acciones violentas contra los empresarios y las fuerzas del orden.
El grupo estaba compuesto, además de por el revolucionario leonés, por Ricardo Sanz, Francisco Ascaso y Juan García Oliver, y el 1 de septiembre de 1923 tuvo lugar su bautismo de fuego con el atraco a la sucursal del Banco de España en Gijón.
En esa operación, el grupo obtuvo un botín de 850.000 pesetas que sirvió para pagar un ingente arsenal de armas adquiridas a la fábrica vasca Gárate y Anitúa para lo cual los fabricantes simularon un contrato de compraventa legal hacia Sudamérica hacia el puerto de Barcelona.
La operación no se completó con éxito debido al golpe de Estado del entonces capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, el día 13 de septiembre, por lo que las armas quedaron abandonadas en los almacenes portuarios y regresaron poco después a su origen.
Los Solidarios llevaron a cabo también el asesinato del arzobispo de Zaragoza, Juan Soldevila y Romero, y poco después se vio obligado a huir de nuevo, esta vez a Sudamérica. Durruti permaneció primero en Argentina y después en Chile, donde llevó a cabo el primer atraco a un banco de la historia de ese país.
Recorrió después otros países hispanoamericanos y regresó a Europa, siendo encarcelado en Francia junto a Gregorio Jover y Francisco Ascaso por sus actividades revolucionarias. Se inició entonces una gran campaña internacional por su amnistía, que terminaría con su liberación.
En 1931, con 35 años, regresó a España y se unió al sector de la CNT más cercano a la Federación Anarquista Ibérica (FAI), tomando parte en las insurrecciones de Figols en 1932 y 1933 y siendo detenido en el marco de la insurrección anarcosindicalista de Barcelona en diciembre de 1933.
Durante el periodo de la Segunda República, con la que era beligerante, participó activamente en huelgas y actos de todo tipo a lo largo y ancho de España y pasó numerosas veces por la cárcel. Por su detención de diciembre de 1933, fue deportado en el barco Buenos Aires a Guinea Ecuatorial y a Canarias.
La guerra y la colectivización
Tras el golpe de Estado del 18 de julio de 1936 y el estallido de la Guerra Civil, Durruti fue uno de los promotores de la conocida como revolución social española en su vertiente catalana y formó el grupo Nosotros, como sucesor de Los Solidarios, que jugaría un papel crucial durante los primeros meses de la contienda.
El golpe militar no triunfó en Barcelona y la CNT se hizo con el control de la situación, conformando el Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña, que se convirtió en el verdadero poder en Cataluña, relegando a la Generalitat y a su presidente, Lluís Companys, a un papel simbólico.
Poco después, comenzarían tensiones internas entre la dirección de la FAI y Durruti, ya que el leonés quería enviar todas las armas al frente y los dirigentes faístas preferían dejarlas en la retaguardia, mientras el Comité Central de Milicias Antifascistas sufría cada vez más un gran desgaste interno.
Cansado de esas fricciones, el revolucionario leonés optó por marchar al frente encabezando la conocida como Columna Durruti con el objetivo de liberar la ciudad de Zaragoza del control de las tropas sublevadas, un objetivo que se tornaría imposible ante la escasez de armas y de efectivos del grupo.
Pero la experiencia de la Columna Durruti terminaría quedando para la historia. En su camino hacia la capital charra, la Columna Durruti fue tomando varios pueblos de la provincia, despojando a los propietarios de sus tierras y colectivizándolas, llevando a cabo la primera experiencia de comunismo libertario en España.
La incógnita de su muerte
En noviembre de 1936, Durruti marchó a Madrid a contener la ofensiva de las tropas sublevadas y en la capital de España terminaría encontrando la muerte, aún en circunstancias que no han sido aclaradas y sobre la que existen diversas teorías hasta la fecha.
A mediodía del 19 de noviembre de 1936, cuando contaba con 39 años de edad, en plena batalla de la Ciudad Universitaria de Madrid, fue herido en el pecho con una bala cuya procedencia aún no se ha aclarado.
Fue enviado en estado grave al Hotel Ritz, que albergaba el hospital de sangre de las milicias catalanas, y declarado muerto a las 4:00 horas de la madrugada del 20 de noviembre.
En un inicio, su fallecimiento se ocultó a la población y a las milicias para evitar el desánimo pero, finalmente, la noticia corrió como la pólvora. A su multitudinario entierro en Barcelona acudieron decenas de miles de personas.
La autoría de su muerte sigue siendo una incógnita. La CNT acusó a los "fascistas" pero las emisoras de radio de la zona franquista acusaron a los comunistas que, a su vez, achacaron los hechos a los trotskitas e incluso a los propios anarquistas debido a los enfrentamientos que Durruti mantenía con la dirección de la FAI.
Según el diario tradicionalista La Unión, lo asesinaron sus compañeros venidos de Barcelona por no haber llegado a un acuerdo sobre el reparto del botín obtenido en el saqueo de los palacios de los duques de Alba y Medinaceli y del marqués de Urquijo.
También existen teorías que afirman que fue víctima de unos desertores que él mismo intentaba detener o que murió por el disparo accidental de su propio revólver. Fuera como fuese, aquel 20 de noviembre se convirtió en leyenda aquel guerrillero revolucionario leonés que soñó con la revolución española.