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Burgos

El imponente pueblo medieval de Burgos donde se puede flotar como en el Mar Muerto, según National Geographic

Un antiguo señorío con castillo y fortificaciones intactas, ubicado en la comarca de La Bureba y lleno de encanto. 

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Castilla y León es una de esas comunidades que no deja de sorprender. Su patrimonio natural y arquitectónico es de sobra conocido por una buena parte de la población española.

Sin embargo, son muchos los que, pese a haber recorrido la región de principio a fin, siguen descubriendo maravillosos rincones que, por unos motivos u otros, no han adquirido tanta notoriedad como otros, aunque sea para ello. 

Ejemplo de esto es el municipio burgalés de Poza de la Sal, un pueblo medieval ubicado en la comarca de La Bureba, que ha atraído la mirada de National Geographic por varias razones, pero, fundamentalmente, por el importante papel que juega la naturaleza en todo él. 

"Tiene una colección de paisajes que quitan el aliento", aseguran. 

Así, pone como ejemplo desde los Montes Obarenes hasta Pancorbo, pasando por la Sierra del Alto de las Cruces, el Valle de las Caderechas y las impresionantes vistas que se pueden contemplar desde el castillo del pueblo, el castillo de los Rojas, construido en el siglo XIV y ubicado sobre la colina que corona el municipio. 

La prestigiosa publicación destaca también el hecho de que te haga creer que estás en el Mar Muerto al poder flotar de la misma manera. Sin lugar a dudas, uno de sus mayores atractivos. 

Y es que, según National Geographic esto es posible en 'El salero', un "cráter salino" de 2,5 kilómetros de diámetro, catalogado como Punto de Interés Geológico por el Instituto Geológico y Minero, y en cuyas balsas se puede vivir esta experiencia de flotar en un agua hipersalina sin necesidad de viajar hasta Jordania. 

Ahora bien, Poza de la Sal es mucho más que todo esto, pues alberga un centro histórico declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1982 y dotado de preciosas calles empedradas que tanto recorrió el naturalista Félix Rodríguez de la Fuente, hijo pródigo del pueblo que cuenta con el primer monumento dedicado a su persona. 

Este se halla en Altotero, ubicado a unos 1.000 metros de altura y en lo alto del páramo de Masa que se extiende desde el pueblo y en el que se pueden apreciar pinares, campos de cereal y desierto. 

Tampoco pasan inadvertidas las murallas medievales prácticamente intactas, de cinco metros de altura y dos de grueso, que abrazan la antigua villa, como tampoco la Plaza Nueva o la calle Mayor en la que precisamente se haya la casa natal de Rodríguez de la Fuente. 

A todo ello se suma, además, la plaza de la Iglesia, donde se encuentra de iglesia de San Cosme y San Damián, Bien de Interés Cultural desde 1974, así como la Casa de la Administración de las Reales Salinas, una construcción del siglo XVIII.

Esta hoy funciona como un centro de interpretación dedicado a las salinas en el que se pueden conocer todos los detalles de la época en la que el pueblo se convirtió en el principal productor de sal de la Península Ibérica. 

En definitiva, una villa medieval llena de encantos y todo un descubrimiento para los turistas, que, cuando la visitan, quedan absolutamente fascinados con cada uno de sus valiosos y preciados rincones.