Hay que ver cómo puede cambiar la vida en medio año, el que va desde que el pasado 10 de abril de 2018, Sergio González fuera anunciado como nuevo entrenador del Real Valladolid hasta hoy, cuando han pasado los seis meses de rigor que permiten evaluar con conciencia plena el trabajo del míster catalán.

Sergio se encontró con una escuadra a la deriva que venía de perder en Tarragona sustituyendo a un Luis César Sampedro que nunca congenió ni con plantilla ni con una afición que pedía su cabeza desde unos meses antes tras algunas controvertidas decisiones como la de dejar a Nacho en la grada. Sí, el mismo Nacho que esta temporada parece Roberto Carlos en sus años mozos.

El de Hospitalet de Llobregat cogió al equipo en la undécima posición de la tabla clasificatoria y comenzó cayendo en casa en el partido de su debut ante el Sporting de Gijón pero ese fue el punto de inflexión que hizo crecer a un equipo que acabó la temporada de una manera que ningún aficionado del Pucela habría imaginado un par de meses antes.

En un total de doce partidos, el nuevo técnico del Real Valladolid firmó ocho victorias, dos empates y dos derrotas, números estos que le sirvieron al equipo para lograr el ascenso y para enganchar a una afición que se ha volcado, después de muchos años, tanto a nivel deportivo como institucional y tras la llegada de Ronaldo, con el club.

Ya en Primera, el Pucela ha encadenado una dinámica sumamente buena después de las dos derrotas iniciales ante F.C. Barcelona y Deportivo Alavés y acumula un balance de tres triunfos, tres empates y esas dos derrotas para sumar 12 puntos en la tabla clasificatoria y ocupar una posición cómoda en la mitad de la tabla.

Corren tiempos de bonanza a orillas del Pisuerga para un equipo que parecía desahuciado pero que ha sabido encontrar el rumbo gracias a la labor de un comandante, Sergio González, que acumula seis meses de gran trabajo y que quiere prorrogar esos seis meses de sueño en blanco y violeta.