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Región

S.Sanjuán: "Nuestra envidia nos impide disfrutar del éxito del otro"

31 marzo, 2018 15:21

Actor, director de teatro, jurista, empresario… Sergio Sanjuán Urdiales (Valladolid, 1974) es abogado y consultor de empresa en Valladolid y Madrid. Desde la adolescencia le movió el teatro, el baile y los musicales en general. Participó de forma activa desde los quince años en el germen y creación de JANA PRODUCCIONES, actuando y dirigiendo coreografías en "La Leyenda del Unicornio" y "Antígona tiene un plan". Este segundo musical, en su versión profesional posterior, cosechó el Premio Max de las Artes Escénicas al mejor musical 2007, además de otros doce Maximinos en los mismos Premios.

Saúl N. Amado.

A pesar de todo, no dio el salto profesional con sus compañeros de escena y optó por asentar su carrera profesional como abogado. Este lapso le valió para germinar multitud de ideas, sueños e historias que ahora están brotando en forma de guiones teatrales, musicales y, sobre todo, este tiempo le ha permitido consolidar su grupo de empresas que le permiten ahora sostener con solvencia obras diversas desde su actual productora CREATING DREAMS PRODUCTIONS (fundada en 2017).

Tras representar, de nuevo, “La Leyenda del Unicornio” en la Casa de las Artes de Laguna de Duero (Valladolid) en las Navidades de 2013, decidió fundar su sueño: la Academia de Artes Escénicas ENJOY, que actualmente cuenta con casi doscientos alumnos a los que se les imparten clases de baile, canto y teatro en Valladolid con más de una decena de profesores titulados.

Una vida intensa y provechosa. Le pregunto que cómo se define: ‹‹Soy un soñador real: aparco de forma indefinida el hábito de actor para centrarme sobre todo en las historias, sueños, a veces para dirigirlos, pero sobre todo para contarlos y, siempre, para crearlos, producirlos, para que sean reales y alcancen cuantas más almas mejor, y éstas sean felices y mejoren un poco al menos, porque dando felicidad a los demás quizá, algún día, alcance la propia y, siempre, será en el mundo de los sueños, cerca del escenario, donde todo es posible y lo más sincero es lo imposible››.

Tomando un café, con un fondo de cornetas y tambores que atraviesa la calle, quiero saber cómo combina la faceta actor y jurista. Su respuesta es clara: ‹‹Sin problema alguno››. Y prosigue: ‹‹Ser abogado es un papel más, un guión más con desenlace. Los abogados tenemos atuendo propio (vestuario-toga), preparamos actuaciones (juicios) y nos sujetamos a reglas de escena (leyes). Escogí esta profesión para ayudar a los demás, pero también para no dejar de actuar nunca››.

Bonita reflexión, ¿pero qué opinas sobre la situación jurídica actual? ‹‹Se critica mucho a la judicatura pero tenemos buenos jueces. Y muy valientes, lo estamos viendo ahora. No es fácil ser Juez y dictar lo que es justo o injusto… labor más propia de Dios. Por ello opté por ser abogado: más libertad y menos riesgo de equivocarse. No debemos olvidar que detrás de cada Tribunal hay un ser humano con dudas, miedos, ignorancia a veces y…no es fácil. España está bastante maltrecha jurídicamente, sí. Pero no menos que en décadas o siglos atrás, ¿cuándo ha estado unida España de verdad? Jamás. Esa es una de nuestras señas de identidad: “el jaleo”. Y a mí me gusta. Me quedo con España pero sin mirarnos el ombligo en exceso, tenemos mucho que mejorar, sobre todo, en cultura empresarial››.

Y hablando de España… ¿Somos más de cultura o justicia? ‹‹Más cultura, sin duda. Es nuestra historia. Somos creadores desde siglos atrás, pero no tan estructurados y organizados como otros países de nuestro entorno. Aquí no se apoya la cultura que, sin embargo, emana en cada rincón, en cada calle: Madrid es un símbolo de esto. Pero la culpa es de nuestra envidia que nos impide disfrutar del éxito del otro. Si uniéramos fuerzas vertebraríamos desde abajo bases culturales sólidas y el Estado iría detrás sin dudarlo››.

Por cierto, además de todo, eres padre de familia numerosa… ‹‹Sí, ocho hijos ni más ni menos. ¡Eso sí que es un papelón!››. Reímos y con el bar a rebosar por la lluvia que impide continuar la procesión le pido una conclusión: ‹‹Soy abogado, productor artístico y, lo de actor, es una enfermedad terminal mal curada. Pero, sobre todo, soy empresario. No veo modo más idealista para soñar despierto que jugártelo todo por una idea y ayudar, con ello, a que otros vivan gracias a ese riesgo que asumes en la soledad más absoluta. La prioridad de cualquier Estado debería ser promover y proteger a sus empresarios, sean de la cultura o de cualquier sector. Si estos siguen motivados todo funcionará, habrá bienestar y felicidad. Si no hay empresas… ¿quién tirará del carro?››.

Tiene, querido lector, la palabra.