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Opinión

Mi admiración a los trabajadores del Prat

22 agosto, 2017 19:27

La huelga de los vigilantes en los centros de acceso al embarque del aeropuerto de Barcelona ha desencadenado un conflicto que ha puesto al descubierto la perversa política del Gobierno en materia de contratación pública. Si bien es cierto que actualmente hay otras realidades y escenarios de negocios con las administraciones públicas, éstas se han excedido en privatizar y externalizar sus servicios, sobre todo, cuando de ello depende la seguridad de los ciudadanos.

Las Administraciones Públicas contratan parte de sus servicios a empresas privadas a través de licitaciones en algunos casos y de forma directa en otros. Los procesos de licitación o adjudicación de contratación pública se han convertido en indecentes subastas donde normalmente se selecciona la oferta más barata, sin entrar a valorar las mejores condiciones técnicas o de calidad que presentan las diferentes empresas.

Pero todos estos procesos están llenos de trampas, porque inmediatamente adjudicado el servicio, vienen las sorpresas de los sobrecostes; la empresa privada, en complicidad con la pública, inventa excusas para modificar el presupuesto pactado que le permita cubrir los gastos y aumentar los beneficios, aunque sea a costa de reducir salarios, derechos de los trabajadores y calidad en el servicio contratado. Si investigamos los orígenes de muchas de estas empresas que son beneficiarias con contratos públicos nos podemos encontrar con personas o familiares muy vinculadas al poder político.

Y en esta encrucijada se encuentran los trabajadores del Prat, envueltos en informaciones interesadas y distorsionadas que no reflejan la realidad. Se da a entender que los trabajadores piden un aumento de salario desproporcionado y se alaba el “generoso” esfuerzo realizado por la empresa Eulen ofreciendo una subida de 200 €/mes, que no cubre las pérdidas salariales que se produjeron cuando AENA cambio de empresa de servicios, con una licitación a la baja que fue acompañada por recortes de personal, bajada de sueldo, falta de relevos, jornadas de hasta 16 horas, aumento de ritmo de trabajo, y otras vulneraciones de los derechos de los trabajadores para subsanar el error presupuestario que desgraciadamente no es exclusivo de este sector pues la subcontratación se extiende al resto de sectores.

Cargar la responsabilidad del conflicto contra los trabajadores me parece de grave irresponsabilidad. Es el Ministerio de Fomento el que tiene la competencia exclusiva en los aeropuertos y me parece vergonzoso que estén permitiendo a Eulen y Aena poner en riesgo la seguridad de un aeropuerto internacional. Externalizar el servicio no es garantía de ahorro y calidad, y sí, como en el caso que nos atañe, de incremento de costes y falta de control del mismo. Hay determinados servicios que afectan a la seguridad que nunca deberían de ser privatizados.

Mi admiración y solidaridad a los trabajadores de Prat, a pesar de las incomodidades que está suponiendo la huelga, por aguantar el conflicto y poner en evidencia la nefasta política económica del Gobierno y la salvaje reforma laboral que está limitando y rebajando los derechos de los trabajadores; así como la decisión responsable de los trabajadores de aplazar temporalmente la huelga indefinida tras los atentados en las Ramblas de Barcelona.

El Gobierno ha impuesto el proceso de arbitraje obligatorio entre trabajadores y la empresa Eulen. De nuevo se confunde, la solución del conflicto no está sólo en el arbitraje sino en la modificación del sistema de contratación de los servicios de seguridad de los aeropuertos como señalan los sindicatos y de un nuevo modelo de contratación pública.

Pase lo que pase en el arbitraje, los trabajadores del Prat nos han dado un ejemplo de lucha y resistencia defendiendo con tenacidad su dignidad como trabajadores.