El ruedo mediático

Escribir este blog sobre medios de comunicación, en general, y sobre televisión, en particular, es una mera excusa para despotricar, con la libertad y el humor que me permitan, sobre cualquier cosa.

Juan Luis Cebrián (en segundo plano) y Felipe González.

Juan Luis Cebrián (en segundo plano) y Felipe González.

Cebrián y González intentan decapitar a Pedro Sánchez como hicieron con Borrell

Se veía venir. Y casi se ha hecho realidad. Los dos grandes aliados del felipismo, que son el presidente del grupo Prisa, Juan Luis Cebrián, y el propio ex presidente del Gobierno Felipe González, han consumado su sueño político a través de un golpe mediático y político de primer orden: decapitar a Pedro Sánchez. Pero este último se ha enrocado y, por ahora, el sueño sigue siendo eso, una mera ilusión. 

La entrevista a Felipe González que ha publicado este miércoles -grabada hace unos días- la Cadena Ser ocupa ya un lugar destacado en la historia reciente de la política española. No ha sido un fusilamiento al amanecer, pero casi. Esta mañana, a las ocho, el hombre que presidió el Gobierno durante 14 años, el mismo que nunca ha reconocido relación alguna con los crímenes de los GAL o con el latrocinio de los fondos reservados, el mismo cuyo gobierno llegó a un acuerdo ignominioso con el espía Francisco Paesa para engañar a los españoles con la vuelta de Luis Roldán -el pasado siempre vuelve, ahora en el cine-, el mismo que se olvidó de la ética y la estética en la parte final de su mandado, entronizado como si fuera un semidios y adicto al poder como un yonki, ese mismo hombre, ha reaparecido desde Chile -no haremos un chiste fácil con la asonada de aquel país- para acusar a Pedro Sánchez de engañarle al prometerle una abstención que no llegó.

La ola de críticas que ya había contra Sánchez en el PSOE ha crecido, en gran medida empujada por las medidas palabras de González, hasta convertirse en una tormenta de dimisiones que ha intentado acabar con el hasta hoy secretario general de los socialistas; un hombre que fue elegido, no se olvide, por sus militantes en una batalla que se produjo en buena lid frente a Eduardo Madina. No puede establecerse una relación de causa y efecto entre la entrevista y la presentación de las dimisiones en la Ejecutiva del PSOE, eso es obvio, pero está claro que la opinión de Felipe expresada en la radio de Cebrián ha influido en este golpe de mando histórico. Un golpe que no se ha consumado porque Sánchez se ha enrocado. 

Hace unos días, mi compañero Daniel Basteiro, uno de los tipos que más y mejor información maneja sobre el PSOE en España, escribía en este periódico que Sánchez ya se miraba en el espejo de Josep Borrell. Hoy hemos comprobado que fue un artículo premonitorio. ¿Recuerdan aquella conspiración mediática y política entre Prisa y los mandamases felipistas del PSOE para acabar con la carrera política de un hombre que había ganado a su rival, en ese caso Joaquín Almunia, mediante la publicación de una información que después, con los años, se desinfló porque no era para tanto? ¿Se acuerdan ustedes de cómo el periódico preferido de Alfredo Pérez Rubalcaba, ese astuto tahúr de la política, perejil de todas las salsas conspiratorias, conseguía enviar al cajón de la historia a Borrell? 

Ya le gustaría a Cebrián tener hoy el poder y la influencia que tuvo entonces. Pero, en todo caso, un servidor recuerda mucho aquellos días. Con todos los matices que diferencian un caso del otro, lo cierto es que a Sánchez le ha pasado como a Borrell: ganaron pero no convencieron a aquellos que, como en la vieja Roma, siempre tienen la sica preparada para acuchillar al enemigo públicamente. Eso sí, por ahora Sánchez resiste.